«Recé seis meses el Rosario y ya no me drogo más»: el testimonio mariano del diputado José Ottavis

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José Ottavis, de 38 años, es un político argentino popular y con fama de algo excéntrico, debido, entre otras cosas, a su pasada relación romántica con una famosa exhuberante. Es diputado de la provincia de Buenos Aires desde diciembre de 2011. Cuando llegó al cargo, siendo entonces kirchnerista, juró el cargo «por Perón, Eva, Néstor y nuestra conductora, la presidenta Cristina».

Hoy es diputado provincial por un bloque que creó, el Frente Amplio Justicialista, y acude a La Plata como diputado tres veces por semana y dos a su oficina de Capital Federal.

Recientemente, el político ha revelado que ha salido de la droga gracias a Dios, a la oración cotidiana del rosario y al aumento de su vida de fe y devoción a María. Lo ha declarado en vídeos y en sus redes sociales, con fotos en Instagram.

En una entrevista en Infobae.com con Hugo Martín, los periodistas
lo visitan en su casa y les muestra su mesa llena de imágenes de la Virgen: «la de Luján, la del Cerro (la advocación que, según él, lo hizo dejar la droga), Guadalupe, Rosa Mística, de los Milagros, Lourdes, Fátima, María Auxiliadora, Garabandal, Inmaculada Concepción, Desatanudos, Montserrat, Aparecida, Medjugorje; los Arcángeles Gabriel (con su lirio), Miguel (con su espada) y Rafael (con su pescado), santos y santas como Rita, Ana, Inés, Lucas, Pablo, Juan, Martín de Porres, Expedito, José, Juan Bautista, el Señor de los Milagros de Salta, y una imagen de Cristo de la que penden varios rosarios».

Comentando la política que ve venir para 2019, se muestra disconforme con las grandes opciones. «Argentina necesita una alternativa política que, si me preguntás qué signo debe tener, es el del amor», declara.

Explica como se inició en la cocaína, en agosto de 2015, «por un mal consejo de un médico, un amigo cercano que falleció. Yo tenía problemas para dormir, y me dijo que con la cocaína no iba a tener más sueño». Consumía siempre a solas. Ese médico era quien le conseguía la droga. «Cuando él falleció, que fue al año y medio, decidí curarme», explica.

«Descubrí por qué tenía conductas autodestructivas desde siempre. Antes había tenido problemas con el alcohol. Yo no era feliz. Hoy pude superar cosas feas que me pasaron en la vida, que me llevaban a la autodestrucción».

Detalla heridas graves de su pasado: «De chico sufrí dos abusos sexuales. Uno por parte de un cura, y otro de un familiar. Yo era monaguillo. Hubo una cosa de seducción, de invitación a una experiencia sexual. Cuando me di cuenta, tuve la reacción de decirle «dejá de tocarme la cabeza» y no volví más. Es muy difuso. Pero no hubo una penetración. El sacerdote, a quien perdoné, ya falleció. La iglesia es la que está frente a donde estaba la embajada de Israel (se refiere a Madre Admirable, en la calle Arroyo al 900)».

En otro caso el agresor fue un familiar cercano. «Tampoco por eso lo odio. Fue un intento si querés… Algo gris, que no llegó a una violación. Con el cura unos seis o siete años, y con mi familiar unos nueve». Siguió viendo a este pariente agresor, que también murió.

–¿Se lo contaste a tus padres?
–No. Con el religioso fue obvio: de ir todos los días a misa no quise ir más. Después lo pude perdonar.

–Pero te dejó huellas.
–Sí. Aunque durante mucho tiempo no me acordé, surgieron en la terapia. Descubrí que estaba siempre triste por algo y no sabía qué era. La opción que elegí, equivocada, fue complicarme aún más la vida para tapar aquello. Eso fue la cocaína. Y cuando estaba terminando la terapia, hace tres años, se cruzó Dios en mi vida.

–¿De qué manera se manifestó?
–A través de un libro llamado El regreso del hijo pródigo, del religioso holandés Henri Nouwen, a quien inspira el cuadro de ese nombre que pintó Rembrandt. Ahí vi que lo psicológico estaba cerrado, pero que lo único que me haría dejar la droga era Dios. Y empecé una búsqueda religiosa. Descubrí que había olvidado que soy hijo de Dios y que Él me ama. Y que cada vez que sufrí estuvo a mi lado y me salvó. En esta búsqueda también comencé a rezar el rosario. Empecé a creer desde el corazón.

–¿Cómo fue?
–Fui a Salta [a la Virgen del Cerro] junto a Celia, quien hoy es mi pareja. Fue una experiencia muy fuerte. Empecé a rezar el rosario, a algunos santos y a los arcángeles. Con toda la fuerza de mi alma le pedía a Dios «que hoy sea un día en que tome menos que ayer, y que no me muera», porque la droga te lleva a la muerte, no hay otra. Hoy lo rezo todos los días. Me levanto, me arrodillo frente al altarcito que tengo en casa, bendigo el día y pido no drogarme. Soy científico en esto: recé seis meses el rosario y desde el 21 de agosto del año pasado no me drogué más.

–¿Cómo y cuándo conociste a Celia?
–Ella es de un pueblo en el que viví cuando era adolescente, Monte Caseros, en Corrientes. Teníamos conocidos en común. Cuando viajamos a Salta, hace tres años, era una amiga, porque en pareja estamos hace dos meses. El amor de Dios, el de mi hijo y el de Celia me salvaron de la droga. Ella me acompaña mucho a rezar.

En este vídeo de septiembre de 2018 confesaba su pasado con las drogas

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