Nuestra Señora de Atocha, la Virgen más antigua de Madrid, cumple 500 años con los dominicos

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Nuestra Señora de Atocha, de procesión.

Desde el pasado 10 de julio de 2023, los dominicos, devotos y la ciudad de Madrid celebran el quinto centenario de la presencia de la Orden de predicadores en la ermita de Nuestra Señora de Atocha, entregada entonces para su custodia por la abadía de Santa Leocadia de Toledo. Hasta el 10 de julio de este año continúan los festejos, que se plasman en celebraciones litúrgicas, jornadas de estudios y visitas guiadas en la basílica de la Virgen más antigua de Madrid.

Aunque su antigüedad está corroborada en el caso de Madrid, se dice que la imagen de Nuestra Señora de Atocha se remonta a los tiempos apostólicos: según recoge el portal de la basílica madrileña, la leyenda remonta su confección a Nicodemo o San Lucas, antes de ser trasladada a España por los discípulos de San Pedro.

Uno de los episodios más icónicos de esta popular imagen se remonta al siglo VIII, cuando un caballero, Gracián Ramírez, le rezaba con devoción en una ermita situada en la orilla del río Manzanares.

Tras desaparecer la imagen, Ramírez la encontró donde hoy está la basílica y comenzó a construir una nueva ermita. Los musulmanes, que entonces ocupaban la actual capital, atacaron al caballero, siendo amplia mayoría y quedando este sin ninguna posibilidad de defenderse. Según cuenta la historia, el caballero, apoyado por otros cristianos y la intercesión de la Virgen, obtuvo milagrosamente la victoria.

También es conocida la mención a Nuestra Señora de Atocha en las Bulas de la Catedral de Toledo de 1162, y especialmente la que se recoge en las Cantigas de Alfonso X el Sabio, donde se hace referencia directa a dos milagros de Ntra. Sra. de “Tocha” de “Madride” (Cantigas 289 y la 315), que salvó a un labrador y a un niño moribundo.

Los orígenes: de Antioquía, a Theotokos y «atochas»

Respecto al origen del nombre, existen diversas versiones, ya sea relativas al lugar de procedencia –Antioquía– o al origen lingüístico –Theotokos-, si bien la más extendida es que el nombre de la Virgen hace referencia al lugar donde se erigió su ermita, repleto de las plantas conocidas como «atochas«.

Sería en 1523 cuando los dominicos pasarían a ser custodios de la imagen, a través del confesor del rey Carlos V, Juan Hurtado de Mendoza.

Desde entonces han cuidado el culto y la devoción a Nuestra Señora, poniéndola a salvo en ocasiones de peligro. Aún hoy son los frailes predicadores los encargados de su cuidado, de su culto y de orar por las intenciones de quienes a ella se encomiendan.

Además de ser la patrona más antigua de Madrid, Nuestra Señora de Atocha es una de las 51 Vírgenes negras que hay catalogadas, en referencia a su color oscuro a consecuencia de la técnica de la sigillata.

Entre otras celebraciones de este quinto centenario, destacan algunas visitas que realizan los propios dominicos. Es el caso de la que el pasado 3 de junio protagonizó el prior del convento Iván Calvo, ante dos decenas de personas que acudieron a la basílica de Atocha y de la que se hizo eco el portal de la archidiócesis de Madrid.

Entre las patronas más antiguas de Madrid

Entre otros aspectos Calvo detalló el establecimiento de un convento inicial en 1523 con capacidad para más de 100 frailes así como un hospital de peregrinos, lo que refleja la popularidad de esta advocación desde hace siglos.

La talla actual es de la segunda mitad del siglo XIII, en madera oscura policromada. Es una de las imágenes marianas más antiguas de Madrid y, como detalle, explica a los visitantes el prior del convento, lleva una manzana en la mano, símbolo de la nueva Eva.

Basílica de Nuestra Señora de Atocha.

Fray Iván Calvo, prior del convento de Nuestra Señora de Atocha, durante la explicación del lugar a los visitantes.

Desde lo alto del camarín solo se puede ver a la Virgen de espaldas, por lo que hace años se encargó a un equipo de plateros de Sevilla hacerle una espalda en la que se incorporaron sus símbolos: el rosario -por la especial relación con esta devoción de los dominicos-, el escudo real, el escudo de la orden, rosas y lirios que aluden a su pureza y las letras A y M por Ave María.

Se trata de una imagen cargada de anécdotas y curiosidades. Entre ellas, durante la visita se destaca la anterior al camarín, donde se encuentran los ropajes e indumentaria con que se adornan las tallas del niño y la Virgen, muchas donadas por reinas o mujeres de la corte: desde el siglo XIX se conservan 20 mantos, algunos de ellos hechos con vestidos nupciales.

Vestida de reina, en agradecimiento de Isabel II

Entre ellos destaca un manto de terciopelo rojo bordado con las ropas que llevaba Isabel II cuando fue atacada por el cura merino.

Sucedió de camino a la basílica; la reina iba a agradecer a la Virgen el nacimiento de su primera hija, la infanta Isabel de Borbón y Borbón, más conocida como la Chata.

Ilesa, Isabel II lo atribuyó a la intervención de la Virgen de Atocha y le regaló lo que llevaba ese día, incluidas las joyas que lucía, topacios y diamantes del Brasil, con las que se hicieron corona y rostrillo para la Virgen, y coronita para el Niño.

Todas estas vestiduras y joyas las luce la Virgen cada vez que alguien de la familia real acude a visitarla en ocasiones especiales.

Entre otras piezas destacadas que se pueden contemplar en la visita está la pila de bautismo de Santo Domingo de Guzmán, reservada para el bautismo de los hijos de reyes, como fue el caso de la Princesa de Asturias y la infanta Sofía.

Se trata de una pieza de piedra recubierta que originaria de la parroquia de Caleruega, que fue pedida por Felipe III para bautizar a su hijo Felipe IV; para ello se llevó hasta Valladolid, donde estaba la corte.

Cuando esta se trasladó a Madrid, la pila también con ella, y se depositó en el convento de las dominicas de la plaza de Santo Domingo (fundado por el propio Domingo de Guzmán en 1218), después trasladado a la calle Claudio Coello y actualmente cerrado, y la comunidad de monjas destinada a Segovia. Cuando se fueron, la dejaron en depósito en la basílica de Atocha, igual que la talla de la Madona de Madrid, una de las grandes desconocidas ya que ha estado siempre en clausura.

Es una Virgen sedente con Niño, de estilo vascorromano riojano, que se piensa fue regalo del rey Don Sancho a las monjas. La Virgen preside la capilla de la comunidad de los frailes, de modo que se mantiene su clausura, si bien excepcionalmente se está mostrando en estas visitas.

El Santo Niño de Atocha

Antes de finalizar, también se puede venerar la talla del Santo Niño de Atocha: tras desaparecer la réplica de la Virgen de Atocha que fue llevada a México, quedó solo la imagen de Jesús, que desde entonces tiene una gran devoción.  Con el comienzo de la inmigración hispanoamericana a Madrid, muchos acudían a la basílica preguntando por este Niño. Los frailes decidieron hacer una réplica y, desde entonces, nunca le faltan devotos a la imagen.

Entre otras referencias de la visita, destaca también la de fray Bartolomé de las Casas, enterrado en el convento pero en lugar exacto desconocido, así como la de los cinco mártires dominicos, asesinados en la persecución religiosa de 1931-1939.

Los grupos de visitantes de los lunes del mes de junio ya están completos, pero se retomarán en septiembre.

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