Desde tiempo inmemorial acuden fieles de toda Galicia a Nuestra Señora do Corpiño buscando consuelo o curación o agradecidas por haber encontrado una u otra o cualesquiera otras gracias. Anclado secularmente en la religiosidad popular gallega, este santuario aspira ahora a un reconocimiento turístico oficial que dé aún más vida al lugar.
El santuario de Nosa Señora do Corpiño y el concello de Lalín (provincia de Pontevedra, aunque diócesis de Lugo) ya tienen preparada toda la compleja documentación que ha de acompañar a la solicitud para que su romería sea considerada Fiesta de Galicia de Interés Turístico. Se trata de conseguir las ayudas que la Xunta dispensa a los eventos con esa calificación, y de potenciar el lugar como lo que ya es: uno de los lugares gallegos de devoción y peregrinación más concurridos.
La solicitud nació el año pasado de una iniciativa del rector del santuario, el sacerdote José Criado, en colaboración con el ayuntamiento lalinense, y reúne todos los requisitos de la legislación autonómica, además de un indiscutible arraigo cultural y social.
Como prueba, se adjuntarán al expediente administrativo tres reportajes de la televisión gallega y uno de 1988 de Informe Semanal de TVE, medio centenar de referencias bibliográficas y audiovisuales, una docena de documentales y noticias periodísticas sobre la romería desde 1920. Hay constancia escrita sobre la importancia del santuario mariano desde mediados del siglo XVII tanto en el Archivo Histórico de Pontevedra como en rectoral de O Corpiño. Pero el origen de la devoción es medio milenio anterior.
La aparición
A mediados del siglo XII unos niños que cuidaban del ganado, viendo que el cielo se nublaba rápidamente, se refugiaron en una antigua ermita del siglo VII donde vivió y murió un ermitaño con fama de santo muy devoto de la Virgen. Se construyó una capilla consagrada a San Cipriano, que sin embargo fue conocida desde el principio con el nombre del Corpiño. El cadáver del eremita, hallado incorrupto, tuvo que ser escondido a toda prisa cuando la invasión mahometana, y con el tiempo se perdió noción del lugar del enterramiento.
Pero al entrar en las ruinas cinco siglos después, los pastores tuvieron una luminosa visión de la Santísima Virgen que llevaba un ramo de flores en la mano derecha y al Niño Jesús en el brazo izquierdo.
Se quedaron embelesados con ella y volvieron los días siguientes, da pesar de la oposición de sus padres, quienes veían que los pequeños no se ocupaban de la tarea encomendada con los animales, sino que pasaban horas en la ermita y venían contando la sobrenatural visión que hacía felices sus almas.
La fe del pueblo en las apariciones fue creciendo a medida que otras personas vieron también a la Santísima Virgen, como dos niñas que, al principio, fueron castigadas como lo habían sido los pastorcitos. Las gentes iban acudiendo con mayor curiosidad a la ermita para espiar a los muchachos, hasta que un día la Madre de Dios, con las características descritas, se dejó ver ante todo el pueblo, que cayó de rodillas en llanto y oración.
Fue un 24 de junio, y es el origen de la actual procesión en esa fecha y la víspera. No se conoce con exactitud la fecha de construcción del actual santuario, pero uno de los mayores especialistas en la cuestión, Antonio García Conde, quien fuera canónigo archivero de la catedral de Lugo durante cuatro décadas, la sitúa con certeza "antes de 1650".
La novena
Desde que, a mediados del siglo XVIII, Juan Sáenz de Buruaga, obispo de Lugo entre 1762 y 1768, concediera cincuenta días de indulgencia a los fieles que rezasen devotamente un Avemaría o una Salve ante una imagen de Nuestra Señora de O Corpiño, la mayoría de los prelados lucenses han renovado la concesión de esta gracia.
He aquí la oración de la novena de Nosa Señora do Corpiño, que se acompaña con tres padrenuestros y tres avemarías, para pedirle gracias.
¡Oh clementísima Señora,
madre nuestra celestial de O Corpiño,
en cuya imagen hace resplandecer Dios
su poder, su bondad y su misericordia!
Yo me pongo bajo tu amparo
y te entrego toda mi vida,
especialmente a la hora de mi muerte.
¡Oh María, llena de gracia,
hija del Padre, Madre del Verbo, Esposa del Espíritu Santo,
compadécete de mí, miserable pecador,
que ante tu imagen imploro tu maternal protección!
Ruega por mí, Santísima Virgen de O Corpiño,
a tu unigénito Hijo, Jesús,
para que me conceda lo que pido de esta novena,
si fuese de su agrado,
logrando así mi salvación.
Para alcanzar tu mediadora intercesión
y en honra de las tres divinas personas
rezaré tres veces, con todo mi corazón,
la oración del Padre Nuestro con la del Ave María.
Tocan las campanas ante la imagen del Corpiño