Fervor por la Merced en Portoviejo en septiembre: más de 100 trajes y miles de devotos

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En el mes de septiembre, durante dos semanas se multiplican las novenas y actos de devoción a la Virgen de la Merced en el cantón de Portoviejo, en Manabí (Ecuador), hasta la fiesta en sí que es el 24 de septiembre. En 1535 los sacerdotes mercedarios construyeron en Portoviejo el primer templo de La Merced. En 1540 llegaba allí la imagen de la Virgen que es la que aún hoy se venera como patrona. La devoción de los lugareños y de muchos ecuatorianos la recogen cada año los periódicos locales.

El sacristán

En «El Diario» (www.eldiario.ec) de Ecuador podemos leer el testimonio de devoción de César Briones, al que llaman Pachado, que es el sacristán que cuida el templo y es testigo de cómo la Virgen responde a las peticiones de los fieles.

César Briones tiene 68 años y desde hace 40 se asegura de que el templo esté limpio y accesible. Ve llegar cientos de personas cada día. Madruga para que todo esté limpio y a punto antes de la misa de las siete de la mañana. “No es que me exigen que venga (laborar 16 horas), a las 04:00, pero lo hago ya que a esa hora hay tranquilidad para limpiar bancas y realizar el aseo respectivo, pues ya a las 05:00 llegan a ver a la Virgen varias personas antes de irse a trabajar, como son los profesores en algunos casos”, relató.

El mejor regalo que dice haber recibido en sus casi 40 años como sacristán fue una guía espiritual que le hizo amarrar la imagen de la Virgen hace más de tres años. Justo a tiempo: la noche del sábado 16 de abril de 2016 se produjo el terrible terremoto de Ecuador: amarrada la imagen, no sufrió daños. Ese día acompañó a los familiares de víctimas que venían a reconocer cadáveres al templo.

Pachado relata que hace años se separó de su familia y empezó a vivir en un hotel. Al cabo de un tiempo el dinero se le terminó y no tuvo otro remedio que dormir durante una semana en las bancas de la iglesia de la Virgen. Dice que esos días escuchó cosas extrañas: bancos de madera que se movían de noche e incluso, afirma, «el llanto de los difuntos» arrepentidos de sus pecados. Dice que estos episodios le erizaban la piel, pero nunca le dio miedo porque sabe que la Virgen lo protege.

Durante el tiempo que ha trabajado en la iglesia le ha pedido a la Virgen que le dé fuerzas para seguir luchando por su familia. Asegura que 50 bancas del templo las hizo él. Aunque dice que hace tiempo que debería haberse jubilado, no se quiere alejar de la iglesia por nada del mundo.

La camarera de la Virgen

Desde hace 42 años, Herlinda Loor ha sido la encargada de cuidar los vestidos que engalanan a la Virgen de la Merced, que ella asegura que son ya más de 100. Comenta que el vestido más antiguo tiene 84 años y aún se mantiene en perfectas condiciones, incluso lo continúa utilizando. Los trajes son donados por fieles devotos que en su mayoría prefieren mantenerse en el anonimato. Cada vestido está compuesto por siete piezas, entre ellas las mangas, una capa y la aureola. Los atuendos también incluyen el vestido para el Niño Jesús que está en sus brazos.

Herlinda es la encargada de cuidar la imagen de la Virgen, entre sus tareas está cambiar el vestido y mantenerse alerta de que todo salga bien durante el quincenario de septiembre. Cambiar de vestido a la Virgen, dice, la llena de paz y es consciente de que pocas personas tienen la dicha de hacerlo. Para estas festividades Herlinda ya eligió ocho vestidos. Menciona que cada uno va de acuerdo al tipo de evento que se desarrollará durante el quincenario.

Terminadas las festividades, los vestidos utilizados son enviados a una lavandería para que se mantengan como nuevos. Esta labor es realizada por una empresa de Portoviejo que nunca ha cobrado por lavar la ropa de la Virgen.

Recuerda que tras el terremoto de 2016 tuvo que abandonar su vivienda donde el espacio que guardaba la ropa de la Virgen de la Merced quedó destruido. Con un poco de indignación señala que no acostumbra a guardar esta ropa en maletas, pero que por el poco espacio que tiene en su habitación no le quedó otro remedio. Agrega que se espera que el guardarropa sea construido lo más pronto posible dentro de la misma iglesia La Merced. “Es de suma importancia que la Virgen cuente con un lugar donde repose su vestimenta”, enfatiza.

Después de 42 años, Herlinda indica que su tiempo de servicio en algún momento ha de terminar, por eso busca que una de sus hijas sea la que tome la batuta para continuar con esta tradición familiar, que ella heredó de su madre.

Los devotos

Entre los devotos, El Diario recoge el testimonio de Modesta Cevallos, de 77 años, oriunda de Portoviejo. Todos los días visita la iglesia para agradecerle a la Virgen por las bendiciones que ha derramado en su vida y en la de su familia. Tenía problemas de tiroides y asegura que un milagro de la Virgen mejoró su salud.

Otra devota, Isabel Hernández, asegura que la Virgen le ayudó a terminar su carrera universitaria. Ella estudió en Quito y la distancia no fue un obstáculo para mantener a la Virgen de la Merced presente en sus rezos y en su corazón. “Lo he dicho en reiteradas ocasiones y se lo seguiré diciendo a mi familia, hijos y descendientes, que ella me dio la capacidad de seguir estudiando”, recuerda Hernández. Ella siempre carga su escapulario y dice que no se lo quita ni para bañarse, pues cuando la fe es inmensa, es difícil alejarse de lo que más se ama.

Otro devoto es durante 40 años es Wilfrido Pinargote, que no se pierde un solo día del quincenario, menos el de la procesión porque es cuando alista actividades frente a su local. Este año hará un baile popular frente a su negocio, donde otorgará canastas de víveres a los más necesitados, comentó.

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