Medallista olímpico, su trineo dio vueltas y pudo rezar 3 avemarías que le cambiaron

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El 1 de febrero de este año 2018 se vio al conocido medallista olímpico de descenso en trineo Curt Tomasevicz en dependencias de la Escuela Católica San Vicente de Paúl (St. Vincent de Paul Catholic School ) de Seward, Nebraska (Estados Unidos). El encuentro con niños y la comunidad de ese colegio -según cita el diario local Seward Independent– fue para motivarles “a ejercitar el espíritu durante la Cuaresma”.

No es la primera vez que este deportista -de 1.85 metros de altura y 102 kg. de peso- da evidencia de su fe católica. Con apenas 37 años de edad, no le ciega el éxito alcanzado tras obtener medalla de oro y otra de bronce en las Olimpíadas de Invierno de Vancouver y Sochi respectivamente; ni las dos de plata y cinco de bronce en Campeonatos Mundiales. “No las llevaré conmigo cuando salga de esta vida”, comentaba a periodistas del NCRegister a comienzos del año, tras regresar de un retiro que él mismo organizó para sus amigos deportistas en un monasterio benedictino.

A solas con Dios

Curt nació en Shelby, un pequeño pueblo de Nebraska con una población de 714 habitantes “de mayoría católica”, puntualiza el deportista. En esa región ganadera crecieron con Jon, su hermano menor, al cuidado de sus padres Dennis y Amy.

Hoy vive agradecido de la fe que recibió en la familia -pulida a ritmo de devoción por leer la Sagrada Escritura, orar y gustar la eucaristía- y participando como monaguillo en su Parroquia del Sagrado Corazón.  “Cuando tu vida está centrada alrededor de la Iglesia, como lo fue para mí en Shelby, te da la base sólida que necesitas”, confidencia este deportista y explica además el por qué gusta tener momentos a solas con Dios… “Crecer en un pueblo pequeño te ayuda a entender el valor del silencio y la reflexión, para discernir a dónde quiere Dios que vaya”.

Curt que es de origen polaco y nació en 1980, creció bajo el Pontificado de san Juan Pablo II;  referente -dice- que suele citar en sus charlas motivacionales con jóvenes. “Él conocía la importancia de los jóvenes y tenía la capacidad de comunicarse muy bien con ellos. Esto fue formativo para mí a medida que crecía y aprendí más acerca de ser católico”.

El poder de tres Ave María “y media”

Cada vez que se encuentra ante una asamblea o es entrevistado, este norteamericano destaca que sus logros deportivos han sido posibles gracias a la fe católica.  “No sería el atleta que soy sin mi experiencia… Todo a tu alrededor puede estar volviéndose loco, pero cuando has mantenido una vida de oración y una vida sacramental, puedes estar seguro de lo que estás haciendo”, explica Tomasevicz.

Pero esto ha sido un largo proceso que no ha estado exento de crisis y así lo confidenció hace algunas semanas al programa Morning Air de Radio Relevant en Estados Unidos. Por más de una década su vida estuvo absorta en el deporte y a mitad de su carrera –señala- cuando parecía que no lograba los rendimientos esperados, vivió una experiencia límite, un accidente, donde fue protegido por la Virgen María.

Y jamás olvidó la lección:

“Fue mi primer choque… Duró tanto tiempo que pude rezar tres Ave Marías y media antes de que se detuviera el trineo. Fue muy estremecedor. También fue un fuerte refuerzo para aprender que no debía rezar por ganar, sino para que todo el mundo compitiera lo mejor que pudiera y que nadie saliera herido”.

Testigo de la fe

Tomasevicz es además un hombre de ciencia. Obtuvo una Licenciatura y Master en Ingeniería Eléctrica con especialización en Astronomía en la Universidad de Nebraska. También en este ámbito la fe ilumina y desafía su reflexión puesto que si se respetan las leyes de Dios y la dignidad del hombre –puntualiza- la ciencia logra valiosos avances.

“Un ejemplo de esto –confidenciaba en marzo pasado al NCRegister– se da en la embriología, donde los avances del ultrasonido muestran cada vez más claramente que el niño nonato es eso: un niño, una magnífica creación de Dios a la que se le debe respeto. Eso es lo que nos da la verdadera ciencia: una comprensión mayor y más vibrante de lo que significa ser humano”, reflexiona el medallista olímpico.

Curt Tomasevicz da charlas que pueden ser reservadas a través de su sitio web http://www.tomaseviczbobsled.com. En ellas testimonia la alegría de quien ha logrado impregnar la fe católica en todo ámbito de su vida. “Si no fuera católico, creo que mi vida sería el equivalente a un accidente de trineo”, sentencia.

(Publicado originariamente en el digital Portaluz aquí)

 

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