Los misterios del Rosario meditados, el libro que ayuda a rezarlo como proponía San Juan Pablo II

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Contemplar a Cristo con los ojos de María. Los misterios del Rosario meditados es el título sugerente de un libro publicado por la editorial San Pablo y que nos alegra presentar en el mes de octubre, dedicado en la Iglesia a esta oración antigua y siempre actual. En Cari Filii entrevistamos a su autor, Andrea Mardegan, sacerdote de Milán.
Puedes adquirir el libro Contemplar a Cristo con los ojos de María. Los misterios del Rosario meditados entrando en este enlace.

-¿Cómo nació la idea de este libro?

-San Juan Pablo II era muy enamorado de la Virgen y del Rosario. Habló del Rosario en 744 discursos, homilías, Ángelus, audiencias… siempre sacando matices nuevos sobre esta oración. Pero no le bastaba: quiso, ya al final de su pontificado, dejarnos en herencia una carta apostólica fechada el 16 de octubre 2002: Rosarium Virginis Mariae, en la cual afirma: «recitar el Rosario, en efecto, es en realidad contemplar con María el rostro de Cristo» y también: «el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor».
»El título de mi libro refleja esa idea, muy arraigada en el pensamiento y en la vida de Juan Pablo II y desarrollada en la carta apostólica. Allí propone a los fieles rezar el Rosario meditando el misterio con un texto de la Escritura, un silencio de meditación y al final de la decena con «una oración dirigida a alcanzar los frutos específicos de la meditación del misterio. De este modo, el Rosario puede expresar con mayor eficacia su relación con la vida cristiana». Ese programa tan bonito, no es fácil de llevar a la práctica por fieles corrientes inmersos en múltiples actividades. Pienso que necesitan una ayuda adecuada: este libro se propone como tal.
ontemplar a Cristo con los ojos de María. Los misterios del Rosario meditados.
Puedes adquirir el libro «Contemplar a Cristo con los ojos de María. Los misterios del Rosario meditados» entrando en este enlace.

-¿Cómo está estructurado el libro?

-Para cada uno de los veinte misterios del Rosario (gozo, luz, dolor y gloria) ofrezco siete breves esquemas de meditación que corresponden al ritmo de la ‘lectio divina’: lectura de la Escritura, breve meditación, y una oración original, compuesta pensando en la vida cotidiana de los fieles que rezan.
»Se puede escoger un esquema para cada día de la semana, pero sin esquemas rígidos. Cada lector puede utilizar ese libro como le dé la gana: leyendo el libro del principio al final, o escogiendo un misterio para cada decena, o buscando el misterio que más se adapte a su situación personal en ese día y profundizarlo con las siete propuestas.

-Pero, el rezo del Rosario puede volverse demasiado largo…

-Es cierto: si se quiere leer y meditar para cada decena un esquema, el Rosario se alarga por lo menos un cuarto de ora más. Se puede rezar así, si hay tiempo, quizá durante un retiro espiritual, o en una celebración. Puede servir a un grupo, si se quiere rezar un Rosario comunitario meditado.
»Pero, pienso que leer y meditar este libro en cualquier momento del día, incluso un pequeño trocito cada vez, puede ayudarnos a entrar un poco más en los misterios de la vida de Jesús, dándonos cuenta de que se están cumpliendo también en nuestra vida. Eso con la ayuda de María, crea un poso interior que a la hora de rezar la corona da más sabor a las oraciones vocales.

-¿Nos puede anticipar algunos de los contenidos?

-Cada uno de los siete capítulos de cada misterio tiene un título que puede orientar al lector, muchas veces tomado de las mismas palabras de la Escritura que se meditan. Por ejemplo, en la visita de María a Isabel, los capítulos se llaman: «María se levantó y se puso en camino», «Saludó a Isabel», «¡Bendita tú entre las mujeres», «Bienaventurada la que ha creído», «Proclama mi alma la grandeza del Señor», «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» y «Se quedó con ella unos tres meses».

-¿Y el contenido de las meditaciones de cada capítulo?

-Dejo al lector la sorpresa de encontrar cosas ya sabidas junto con luces nuevas para su contemplación de Cristo y de María, y para su vida. Para darle una idea, esta es la meditación al saludo de María a Isabel:
«¡Isabel!». El sonido dulce y claro de la voz de María rompe el silencio de la casa de Zacarías. Ahora que el Verbo de Dios ha venido a habitar entre nosotros, un pequeño embrión alimentado por la sangre de una mujer, las grandes gracias de Dios llegan a través de pequeños gestos cotidianos. Un saludo, un servicio, una visita, un agradecimiento, una sonrisa. La palabra de María, la voz, la persona, los ojos, el ser de María, su belleza, transmiten el poder de Dios. Así, el Espíritu llena con su júbilo al niño que va a nacer y a su madre con él. Isabel proclama levantando la voz su parte del Ave María. El eco de esa exclamación nunca fallará. Su casa ya no está en silencio. Como nuestras casas: María nos saluda y nosotros respondemos a su saludo».
Andrea Mardegan, sacerdote de Milán.Andrea Mardegan, sacerdote de Milán, es el autor de ‘Contemplar a Cristo con los ojos de María. Los misterios del Rosario meditados’.

-¿Cómo queda la oración final? 

-Es así: «Oh Dios Espíritu Santo, que por medio de la voz de María llenaste de ti a Isabel y a su hijo, por la mediación maternal de María, llena nuestros corazones para que podamos proclamar en voz alta tus maravillas. Por Jesucristo, nuestro Señor».

-El Patriarca latino de Jerusalen, cardenal Pizzaballa, ha invitado a una jornada de ayuno y oraciones para pedir la paz y la reconciliación, el martes 17 de octubre, y ha indicado para la oración la Adoración Eucaristica y el Rosario…

-Cuando nos sentimos impotentes acudimos a la oración para agarrarnos a la potencia de Dios y a la intercesión de su Madre. Muchas veces los pontífices han animado a rezar el Rosario precisamente para invocar la paz. San Pablo VI lo hizo en varias ocasiones. El 1 de octubre de 1972, en el Angelus, decía: «Miramos, hijos queridísimos, a la escena actual del mundo, y pidamos a la Virgen que nos obtenga del Señor la paz tanto deseada: la invocamos con el dulce e insistente ritmo del Rosario mariano en los labios y en el corazón».
»San Juan Pablo II también rezó e impulsó a rezar el Rosario para invocar el don de la paz en tiempos de guerra. En la carta apostólica sobre el Rosario afirma que es «plegaria de paz también por los frutos de caridad que produce» (n.40).
»El Papa Francisco, el 23 de octubre de 2013, nos decía: «vamos a pedir, de modo particular en ese mes de octubre, con la plegaria del Rosario, la paz por el mundo y el volver a los valores el Evangelio«.
Puedes adquirir el libro Contemplar a Cristo con los ojos de María. Los misterios del Rosario meditados entrando en este enlace.

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