Mónica y Cristian son hermanos mellizos. Ambos estuvieron a punto de morir siendo bebés por una neumonía muy grave por lo que desesperada su madre los consagró a la Virgen María. Los dos se curaron y ahora ella es monja y él sacerdote.
La hermana ha profesado recientemente sus votos perpetuos en una ceremonia que precisamente presidió Cristián, ya ordenado sacerdote.
Los mellizos nacieron en 1974 en la región chilena de Valparaíso y en una entrevista en Aciprensa, la ya hermana Mónica cuenta que “cuando con mi hermano cumplimos 40 años, mi madre nos reveló que cuando teníamos tres meses de vida estuvimos muy graves en el hospital”.
Ambos estaban afectados por un grave cuadro de neumonía. Los médicos agotaron todas las posibilidades y dijeron a los padres que lo último que harían para intentar salvarles sería una transfusión de sangre.
Dejar a sus hijos en manos de la Virgen
La madre, que ya había perdido a su primer hijo cuando tenía un año de vida debido a un problema de corazón, decidió consagrar a los dos bebés a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora Purísima de lo Vásquez. Finalmente, ambos se curaron y crecieron fuertes y sanos.
Mónica asegura ahora que “mi mamá dice que lo único que le vino a la mente fue ofrecernos a la Virgen y dejarnos en sus manos. Después de eso ocurrió nuestra recuperación”.
“A lo mejor uno lo puede mirar como una simple casualidad, pero ahora uno de sus hijos es sacerdote y otra religiosa, es como que la Virgen le cobró su palabra”, afirma la hermana Mónica.
Otro detalle que muestra este vínculo de María con los dos hermanos es que Cristian “se preparó en el seminario que se encuentra al costado del Santuario” de Nuestra Señora Purísima Lo Vásquez, el mismo templo al que acudió su madre a implorar a la Virgen.
Para esta monja, el ofrecimiento de su madre le “marcó mucho y me ha hecho pensar que el Señor se encargó de llevarme por este camino, en el que sin querer mis papás también contribuyeron a través de la oración, de la formación cristiana, de ellos mismos como matrimonio”.
Además de la Virgen María, la vocación de la religiosa también está fuertemente ligada a la figura de San José, patrono de su congregación y cuya solemnidad coincide con el día en que ingresó al postulantado, luego al noviciado y también cuando hizo sus primeros votos.
La celebración presidida por su hermano
Por esta razón, la religiosa quiso pronunciar sus votos perpetuos el 19 de marzo, fiesta de San José, en una celebración que se hizo aún más especial al ser presidida por su hermano mellizo, Cristian Moya.
Pese a que por lo general quien oficia este tipo ceremonias es un obispo, la hermana Mónica consiguió el permiso de sus autoridades para que sea su hermano el encargado de presidir la Misa de sus votos perpetuos.
La ceremonia se llevó a cabo en la ciudad de San Antonio, en la Parroquia Santa Luisa de Marillac, lugar donde los hermanos dieron sus primeros pasos en la fe y donde el padre Cristian celebró su primera Misa después de ser ordenado sacerdote diocesano.
Uno de los momentos más especiales de la celebración fue cuando el padre Cristian impuso las manos sobre su hermana para que ella hiciera su profesión.
Tras la consagración, su mellizo fue el primero en darle un abrazo y luego sus emocionados padres y su otro hermano.
Para Mónica, su vocación es “un regalo y un milagro, porque hay cosas realmente inexplicables. Interiormente he sentido que es una cosa que ha superado todo lo que mi pensamiento puede entender, es una gracia muy particular que me ayuda a decir sí todos los días”.