En 1578, cuatro años antes de su muerte, Santa Teresa de Jesús (1515-1582) aún recordaba con viveza a su madre, fallecida justo medio siglo atrás: "Acuérdome que cuando murió mi madre quedé yo de edad de doce años, poco menos. Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora y supliquéla fuese mi madre, con muchas lágrimas. Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella y, en fin, me ha tornado a sí. Fatígame ahora ver y pensar en qué estuvo el no haber yo estado entera en los buenos deseos que comencé".
Imagen de Nuestra Señora de la Caridad a quien pidió Santa Teresa una maternidad también humana.
Doña Beatriz Dávila y Ahumada murió en 1528, tras 19 años como segunda esposa de su padre, Don Alonso Sánchez de Cepeda, a quien dio diez hijos. Tan dolorosa pérdida sirvió a la futura reformadora carmelita para entregarse aún más a la Santísima Virgen, a cuya imagen de Nuestra Señora de la Caridad hizo aquella tierna solicitud de maternidad no sólo divina -que bien la conocía ya-, sino también humana.
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Como colofón ahora a su quinto centenario, que concluye este jueves 15 de octubre, el pasado sábado tuvo lugar en Ávila un singular encuentro entre ambas, la Señora del cielo y la Santa andariega.
Según informa Diario de Ávila, varias cofradías, patronatos y hermandades de Ávila se unieron este sábado para hacer posible en encuentro entre Santa Teresa de Jesús y la Virgen María en el lugar donde la primera inició su andadura dentro del Carmelo, el Convento de La Encarnación.
A los pies de este espacio de recogimiento se celebró a primera hora de la tarde una misa oficiada por el padre Javier Sancho que estuvo presidida por las imágenes de siete advocaciones de María, Nuestra Señora de la Estrella, Nuestra Señora del Buen Suceso, la Virgen de la Misericordia, Nuestra Señora de las Vacas, la Virgen del Consuelo y Nuestra Señora del Socorro, todas ellas trasladadas para la ocasión desde sus templos, al igual que los estandartes de Nuestra Señora de Sonsoles, San Segundo y la Pía Unión de Santa rita de Casia y Santa Clara de Montefalco.
En su homilía, el sacerdote oficiante destacó el carácter peregrino de las vidas de María y Teresa, madre e hija. Foto: Silvia Rincón.
De esta forma, al igual que en su tiempo Santa Teresa visitó esas iglesias, parroquias y ermitas para contemplar las distintas imágenes marianas, este sábado le devolvieron esa visita acercándose a La Encarnación, dentro de los actos del V Centenario de su nacimiento, en este caso organizado por la asociación Mater mía con la colaboración de las distintas cofradías.
Dos peregrinas
El padre Javier Sancho recordó en durante la homilía que los allí presentes estaban viviendo "un momento emotivo, en el que bajo el manto de María, nos reunimos para agradecer el don de estas dos grandes mujeres, la Virgen y Santa Teresa". "Esta celebración nos ayuda a sentirnos amparados por estas dos peregrinas", subrayó Javier Sancho, quien también remarcó la estrecha unión de Santa Teresa de Jesús con la Virgen. "Teresa aprendió a encarnar en su vida a María, una mujer capaz de llenar de valor su existencia", comentó.
Así discurrió la misa, que contó con un importante número de fieles repartidos por todo el jardín de La Encarnación, a los que también se unieron algunos peregrinos que se encontraban visitando los lugares teresianos de Ávila.
Tras la celebración eucarística, los hermanos de las diferentes cofradías participantes iniciaron junto a las distintas imágenes de la Virgen el regreso hacia sus templos de origen, concluyendo así esta celebración de María a través de Santa Teresa.