Miles de personas han conocido a Cristo o han profundizado en su fe gracias a la Virgen. Pero el amor es un fuego que se ha de avivar para que no se apague…
Patti Armstrong propone en el National Catholic Register diez formas mantener vivo y acrecentar el amor a la Santísima Virgen:
1. Invita a María a que venga a ti. La escritora Marge Fenelon explicó así por qué su amor a María era tan grande. «Le digo a la gente que fue la Santísima Madre la que inició su relación conmigo. A ella fui consagrada por el padre Kentenich, fundador de Schoensttat, cuando tenía un año. Desde entonces me agarró con fuerza y siempre ha sido parte de mi vida. A medida que fui creciendo comprendí cada vez más lo desesperadamente que la necesitaba», explicaba.
2. Pide a Jesús que dé a tu corazón el amor que Él siente por su madre. Nadie puede igualar el amor que tiene Jesús por María, pero podemos pedirle que nos ayude a amarla más.
3. Solicita a los ángeles que eleven tu corazón a María. Uno de sus títulos es Reina de los Ángeles. Ellos son espíritus puros y mensajeros de Dios, que nos miran y nos guían, deseando nuestra santidad a través de una relación cercana con su reina.
4. Implora la intercesión del Padre Pío. El 6 de mayo de 1913 el fraile capuchino escribió esto al padre Agostino de San Marco in Lamis: «Esta tiernísima Madre, en su inmensa misericordia, sabiduría y bondad, ha querido castigarme de una forma tan excelsa como la de derramar tantas y tan grandes gracias en mi corazón que, cuando me hallo en su presencia y en la de Jesús… me siento abrasándome del todo sin fuego; me siento abrazado y unido al Hijo por medio de esta Madre».
5. Rezar las Estaciones de la Cruz a través de los ojos de María. Cuando medites sobre el sufrimiento de Jesús, imagina cómo debió haber sido este momento para su madre. También se prometieron siete gracias a través de Santa Brígida por la devoción de los Siete Dolores de María. Puedes reflexionar sobre cada dolor centrado en Cristo rezando un Ave María por cada uno de ellos.
6. Conságrate a María. Puedes realizar la Consagración total de los 33 días de San Luis María Grignon de Montfort. El Papa Pío XII dijo que la consagración «tiende esencialmente a la unión con Jesús, bajo la guía de María». Anthony DeStefano, un escritor cristiano superventas, explicó recientemente en una entrevista que su vida dio un giro total después de consagrarla a María. «Recuerdo haber rezado a Dios cuando era adolescente y tenía veintitantos años, incluso cuando no estaba seguro de que Dios existiera para que me ayudara a publicar un libro. Sin embargo, durante años no se me ocurrió ninguna buena idea para escribir el libro. Pero después de consagrarme a Nuestra Señora no pude evitar que me brotaran ideas. Fue como si alguien hubiera encendido un interruptor en mi mente. Y cada uno de los libros que escribí tenía un propósito: ayudar a llevar a las personas a Cristo».
7. Reza el Rosario. Como dijo el Padre Pío: «Ama a la Virgen y reza el Rosario, porque es el arma contra los males del mundo de hoy». En numerosas apariciones aprobadas por la Iglesia, la Santísima Virgen ha pedido que rezáramos el Rosario todos los días.
8. Investiga sobre la Medalla Milagrosa y el Escapulario. La Medalla Milagrosa fue entregada a Santa Catalina Labouré ofreciendo un derramamiento de gracias del Cielo. Llevando la medalla y rezando a diario: «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos», estas gracias nos llegarán a través de la Virgen. Por su parte, el escapulario fue entregado por la Virgen a San Simón Stock y ofrece protección divina contra el fuego del infierno.
9. Siéntate ante una imagen o escultura de María para sentirte más cerca de ella. Contempla que mientras el mundo nos dice que no nos preocupemos por las cosas pequeñas, ella nos pide que se las demos. El primer milagro de nuestro Señor en la Biblia se produjo porque María quería salvar a alguien de la vergüenza de quedarse sin vino. La Virgen siempre nos cuida.
10. ¿Sabías que Lutero dijo que se debía rezar a María? Poco saben que el padre del protestantismo y del cisma en la Iglesia era devoto de la Virgen. A muchos les sorprenderá saber que apreciaba las doctrinas marianas católicas tradicionales.
Fuente del artículo: Patti Armstrong, National Catholic Register.