Jorge Palacios, hoy con 42 años, sufrió un grave accidente laboral cuando tenía 30 años, en 2008, trabajando en una imprenta en el barrio Jara, en la ciudad de Asunción (Paraguay).
Según explicó en un reportaje del diario paraguayo La Nación, un disco salió despedido de una pulidora de metales y golpeó rozando su cuello y chocando luego con la pared.
El disco golpeó su arteria carótida, la que traslada el torrente sanguíneo hasta el cerebro. Se llevó la mano al cuello y sintió emanar su sangre a borbotones.
“No sabía qué hacer, solo quería salir corriendo para algún lugar y solo presionaba mi cuello pero era imposible detener la hemorragia, me estaba desangrando y estaba desesperado”, recuerda Jorge.
Sus compañeros lo tumbaron en el suelo mientras uno salía a buscar ayuda a un sanatorio de la avenida Venezuela. Jorge empezó a sentir que perdía la conciencia. “Decile a mi esposa y a mis hijas que las amo, que las quiero mucho”, empezó a decir a su compañero, como despedida. Pero, escuchando su propia voz, adquirió fuerza y lucidez, de un salto se puso de pie y recordó que a tan solo dos calles estaba el entonces Hospital Francés, en la avenida Brasilia.
Intentó correr hacia allí, pero se tambaleó y tropezó por la escalera, sangrando más. Quedó medio inconsciente, esperando la ambulancia.
Una mujer de extraños ropajes
En ese momento, entre los rostros masculinos de sus compañeros, apareció una mujer de bello rostro, vestida con ropajes que a él le recordaron al hábito de una religiosa. La mujer llevaba una Biblia en la mano.
“Entrégate al Señor, él te va a proteger”, le dijo la mujer. Ella lo acarició en la cabeza y sintió que ganaba fuerzas. “De repente me reanimé y de nuevo me puse de pie, seguía sangrando y entré al vehículo y me llevaron al Hospital Francés”, explica Jorge.
Una operación milagrosamente eficaz
Por fortuna o providencia, justo ese día se encontraba un cirujano especializado en otorrinolaringología, el doctor Arias, que tenía otra operación prevista. Dejó a su paciente, que no tenía prisa, y acudió de inmediato a ayudar a Jorge. Fue el doctor quien habló de milagro cuando lo vio despertar 3 días después de la operación.
Jorge da detalles de lo sucedido: «La arteria carótida tiene tres capas y una de ellas fue cortada, solo faltó medio milímetro para que la cortara toda, eso fue un verdadero milagro”, recuerda. Quedaron afectados uno de sus pulmones, una parte del brazo y, en parte, las cuerdas vocales, pero se considera afortunado.
El joven padre de familia, lleno de alegría, pudo ver de nuevo a su esposa Mariela y a sus hijas, en ese entonces de 5 y 1 año de edad.
Unos días después, cuando vinieron a visitarle sus compañeros de trabajo, les preguntó:
– ¿Quién era la mujer que se metió entre ustedes y con la Biblia en mano me tocó la cabeza y me dijo, entrégate al Señor, él te ayudará?
Sus compañeros no entendían a qué se refería.
– No había ninguna mujer, Jorge, éramos solo nosotros, nadie más.
Jorge y su familia atribuyen su protección asombrosa a la Virgen de los Milagros de Caacupé, venerada en el barrio Ysatí de Lambaré. La familia desde entonces -y ya antes lo hacía- suele ir en peregrinación a la Virgen de Caacupé.
Jorge mantiene el contacto con el doctor Arias y con la hija de él (que tiene la misma especialidad). Poco después de la recuperación, lo llevaron a la Facultad de Medicina para que los estudiantes puedan aprender de su caso. “Soy como un trofeo”, comenta con humor.
“Cada vez que doy este testimonio, parece que que me renuevo. Seguramente tenía algo para mí aún en el camino, tenía alguna misión en esta vida y esa mujer de rostro tan bello me dio la oportunidad”, concluye Jorge.