Gad Elmaleh, estrella del cine francés de origen judío, se confiesa «transformado» tras conocer Lourdes

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Pocas fechas antes de la festividad de la Asunción, el actor Gad Elmaleh, de 48 años, marroquí de origen judío (con nacionalidad francesa también) visitó por primera vez el santuario de Lourdes.

«Como muchas personas que creen que saben, y que no saben nada, yo creí que sabía», explicó a las cámaras de France 3 Occitanie refiriéndose gestualmente al menosprecio con el que se habla a veces del lugar de las apariciones: «Pero luego vienes aquí y esto es todo salvo aquello que te habías podido imaginar, o que te habían podido contar -es humano, siempre hay proyecciones y clichés-. A mí lo que me ha impactado y transformado verdaderamente son los jóvenes que entregan su tiempo y su corazón por los enfermos. Verdaderamente eso me ha transformado».

La película Hospitalarios, de Jesús García, muestra la labor de los voluntarios que ayudan a los enfermos en Lourdes.

Elmaleh es un humorista con una etapa en el cine francés marcada por éxitos como El juego de los idiotas, Un engaño de lujo o Coco, y que en la última década ha dado el salto a Hollywood, trabajando con Steven Spielberg (Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio), Woody Allen (Medianoche en París) y Costa Gavras (El capital).

Su notoriedad se extendió al papel couché a raíz de su relación de cuatro años con Carlota Casiraghi, hija de Carolina de Mónaco, con quien tuvo un hijo, Raphaël, en 2013, bautizado al año siguiente. Él tenía otro hijo, nacido en 2000 de su relación con la actriz Anne Rochet. Carlota y él rompieron en 2015.

Ahora, al visitar el santuario, ha descubierto «gente increíble, increíble, lejos de los clichés que uno podría imaginar… Hay que tomarse un tiempo y sentarse con ellos, hablas con ellos y entonces comprendes por qué esa persona está en Lourdes. ¡Y de muchas confesiones! Me ha impactado enormemente… Hay gente que viene a buscar cosas, y no es necesariamente lo que uno ve, eso es lo hermoso aquí».

«E insisto», continúa, «en quienes entregan su tiempo y su corazón, los jóvenes que ayudan a los enfermos (esta mañana estuve con ellos para hacer un pequeño espectáculo para los niños discapacitados)… es genial que piensen en ellos«.

«Volveré«, concluye: «Y, sobre todo, quiero decirle a mis colegas que están alejados de todo esto lo que pasa aquí. Al final, ¡es a ellos a quienes hay que traer aquí, no a quienes ya están! Es magnífico. Es una experiencia genial«.

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