Madrid, principios del siglo XVI. Dos religiosos de la orden de San Juan de Dios pasean por las calles de la villa, adonde han llegado con la idea de levantar un hospital para pobres. De repente, al pasar por la calle San Jerónimo, oyen música proveniente de uno de los balcones. Alzan la mirada y ven un muñeco que canta.
Son cuatro palos envueltos en telas, con una cabeza y, a los lados, brazos articulados que sostienen una vihuela. En realidad, detrás del muñeco se esconde el verdadero cantante, dueño de una casa de citas, que lo utiliza para atraer clientela. Los religiosos se fijan en la cara. La conocen. Era la de una Virgen que había sido robada en Toledo. Parece que el dueño del lupanar fue el ladrón.
La única sacada en procesión
Los hermanos de San Juan de Dios reclaman la Virgen para colocarla en la capilla del hospital que van a construir, en Antón Martín. No saben cómo llamarla, si Virgen de los Pobres, Virgen de los Enfermos o Virgen de la Misericordia. Finalmente, Nuestra Señora de Madrid, por el lugar en el que se encontró. El portal del Arzobispado de Madrid cuenta su historia.
La imagen pasó al Hospital General Provincial, actual Museo Reina Sofía, y de ahí a la capilla del hospital Gregorio Marañón, que hoy en día es la parroquia San Vicente Ferrer, en la calle Ibiza. Pero, hay otra versión acerca de esta imagen.
Una de las meretrices del burdel le confiesa a un caballero muy principal de Madrid el origen del muñeco que canta. Este lo denuncia al corregidor Luis Gaytán de Ayala, comendador de la Orden de Santiago, que manda a galeras al dueño del local y a la vez ladrón de la Virgen, y pide al Ayuntamiento que la declare patrona de la Villa, «y que la Villa le hiciese cada año la fiesta de la Candelaria».
Este 2025, la fiesta de Nuestra Señora de Madrid se adelantará del 2 de febrero al domingo 26 de enero. Se trata de una Virgen que es una «gran desconocida» en la ciudad, a pesar de haber sido patrona y la única talla que en sus tiempos se sacaba en procesión. En aquellos tiempos en los que Nuestra Señora de Madrid procesionaba por las calles para la Candelaria, se repartía, además, pan a los pobres.
Este gesto se mantiene a día de hoy cuando, en la Misa de niños el día de la festividad de su patrona, se bendicen y reparten panecillos a los pequeños y sus familias. Ese día se hace una «gran fiesta y se le presenta nuestra vida y la de nuestras familias a la Virgen, y le pedimos que nos siga acompañando», añade el párroco, porque «fundamentalmente es una Virgen de familias».
Nuestra Señora de Madrid lleva corona y rostrillo, y su cuerpo de madera maciza está policromado mediante la técnica del estofado. Todo es originario del siglo XVI. El Niño Jesús que porta a la altura de su vientre se añadió en el siglo XIX y en Cuaresma se sustituye por una corona de espinas. Para vestirla se necesita un andamio; la talla pesa en torno a los 300 kilos.
La talla de Nuestra Señora de Madrid está colocada en lugar sobresaliente del templo, del que el párroco destaca varias singularidades. La primera, la vidriera de la fachada, que se ve en su máximo esplendor desde el presbiterio. Una paloma, el Espíritu Santo, rodeada de espigas y uvas, el pan y el vino, y cuyo corazón es la Eucaristía. Pero además, la forma de la iglesia por fuera es de paloma, con lo que «la propia iglesia es el Espíritu Santo y su centro es el sagrario». Asimismo, dos esculturas de Juan de Avalos se destacan junto a la Virgen: un Pantocrátor y un Crucificado, ambos con el vientre hacia adentro. «Es Jesús, que se vacía de sí mismo para acoger la voluntad del Padre»