Era anticlerical y miembro del Partido Comunista y ahora es fraile franciscano: una insólita visita a Medjugorje tumbó todos sus referentes

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Cristoforo Amanzi ingresó en la orden franciscana en 1990

En pleno Valle de Rieti, en el centro de Italia, se encuentra el convento de Fontecolombo, habitado por una pequeña comunidad de frailes franciscanos. Entre ellos se encuentra el padre Cristoforo Amanzi.

Este religioso de 66 años tiene tras de sí una historia de conversión y vocación muy peculiar. Miembro del Partido Comunista Italiano desde su juventud era un ferviente anticlerical. Con 32 años tenía una novia, una mujer separada y madre de dos hijos, que se acaba de convertir y peregrinó a Medjugorje.

Ercole Amanzi, pues este era su nombre antes de cambiarlo tras su profesión religiosa, fue hasta Bosnia para convencer a su pareja para que se fuera de Medjugorje y así ir juntos a pasar unos días en la cercana costa dálmata. Pero en esta aldea donde la Virgen se ha aparecido experimentó una conversión tumbativa que acabaría transformando totalmente la vida que llevaba para acabar incluso abrazando la vida religiosa.

Desde su llegada a Medjugorje nada salió como Ercole preveía. No sólo no consiguió convencer a la novia para abandonar este lugar mariano e ir a la playa de vacaciones, sino que esta mujer había decidido cortar esta relación con él. Tras su conversión ella había sido consciente de que ya estaba casada y no procedía una relación de este tipo.

Pero la que hasta entonces era su pareja fue a más e intentó ayudar espiritualmente a Ercole para que con la colaboración de los otros peregrinos de aquella peregrinación se pudiera encontrar con ese Dios contra el que luchaba.

Según contaba a La Nuova Bussola Quotidiana, Ercole (ahora Cristoforo) tuvo una conversación con una monja en la que asegura que tuvo una experiencia mística: “Cuando le di la mano no vi más que una palabra de cuatro letras, amarilla como el sol que formaba la palabra Iesu (Jesús en italiano) y que aparecía sobre un fondo negro”.

Desconcertado por todo lo que estaba viviendo decidió subir al monte Krizevac o de la Cruz, en Medjugorje e intentó recitar el Avemaría, la única oración de la que recordaba algún fragmento.

“Después de un rato fue como perder la cabeza. Durante la subida vi fluir por mi mente los episodios más importantes de mi vida. Reconocí claramente lo que había sucedido: los errores, la traición a mí mismo, los pecados… Fue una iluminación, un examen de conciencia del que me di cuenta plenamente sólo más tarde. Durante el último tramo del camino, cerca de la cruz, escuché una voz masculina y paternal que me decía: ‘esto es lo que hiciste, yo te propongo otra vida’. En un momento entendí todo: Dios existe, ha tenido paciencia conmigo, siempre me ha amado y me da la posibilidad de amar y empezar de nuevo”.

Así se había alejado de Dios

El alejamiento total de todo lo relacionado con la fe se había producido 16 años antes, en plena adolescencia. “Comencé a distanciarme progresivamente de Dios alrededor de a los 16 años”, afirma. Creía que el cristianismo se había vuelto incompatible con la necesidad de defenderme del acoso que sufría. Por ello, confiesa que quería ser “más agresivo y comportarme como los demás».

Así fue como acabaría afiliándose al Partido Comunista. “En ese momento todo empujaba en esa dirección. El objetivo de una sociedad más justa parecía al alcance, en el comunismo también vi una respuesta”, asegura.

A su vez el anticlericalismo caló en él profundamente. Ercole asegura que entonces sólo su madre siguió siendo católica. “Mi padre no era practicante por motivos laborales, mientras que fui yo quien apartó a mi hermana de la fe. Sólo mi madre seguía rezando, y siempre que intentaba proponer argumentos de fe no encontraba correspondencia”.

Por tanto, el ahora fraile afirma que al no tener un referente en Dios sintió “la importancia de tener referentes terrenales: trabajo, política, deporte, amistades, relaciones afectivas. Más tarde, experimentando a Dios, me di cuenta de lo frágiles que eran esos puntos de referencia”.

La vocación religiosa

Tras esta conversión en Medjugorje, Ercole Amanzi ingresó en la Orden de los Frailes Menores en 1990 eligiendo Cristoforo (Cristóbal) como nombre religioso. Leyendo la historia de este santo descubrió que su memoria litúrgica coincidía con la fecha de su conversión, el 25 de julio, fiesta también de Santiago Apóstol, patrón curiosamente de la iglesia de Medjugorje.

Cristoforo Amanzi en Medjugorje, con un grupo de religiosas

Además, descubrió una coincidencia aún más significativa. En los albores del cristianismo, el culto a San Cristóbal había reemplazado al culto pagano del semidiós Hércules (Ercole) y este nuevo conocimiento fue decisivo para que adoptara el nombre religioso de Cristoforo.

Si ahora es franciscano en Fontecolombo, también en Medjugorje hay una presencia fundamental de esta orden religiosa, responsable de la iglesia de este lugar mariano. Hasta allí viaja a menudo como guía para los peregrinos y junto a los miembros de la fraternidad “Madre de la Reconciliación y la Paz” que él mismo ha fundado.

“No debemos descuidar lo sucedido en Medjugorje. El contenido de los mensajes está en consonancia con la sana doctrina que la Iglesia viene transmitiendo desde hace 2000 años. Si hubiera habido problemas desde un punto de vista doctrinal y moral, la Iglesia ya habría cerrado Medjugorje. Tanto es así que los mensajes se pueden resumir en cinco puntos conforme a la tradición católica: Oración, Palabra de Dios, Confesión, Eucaristía y Ayuno”.

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