Muchos peregrinos de la JMJ celebrada en julio en Cracovia han tenido primera noticia de una aparición sin embargo muy arraigada en el país, hasta el punto que la llaman "la Lourdes polaca". Fue en Gietrzwald, una aldea cercana a la ciudad de Olsztyn, en la región de Warmia, el cuadrante noreste de la actual Polonia. Y tuvo lugar en 1877, cuando la nación se encontraba bajo dominio prusiano que, en cuanto protestante, procuraba dificultar la provisión de sacerdotes para las parroquias, con objeto de debilitar al arraigado catolicismo del pueblo. El canciller Otto von Bismarck aplicaba con mano de hierro la Kulturkampf [lucha cultural] anticatólica y muchas congregaciones religiosas habían sido suprimidas.
"Rezad el rosario todos los días"
El 27 de junio de 1877, la niño Justina Szafrinski, de 13 años, venía de examinarse de catecismo con vistas a su Primera Comunión cuando, junto a un árbol cercano a la iglesia del pueblo, vio a la Virgen María.
Desconfiando de lo que había sucedido, al día siguiente regresó al lugar junto con su amiga Bárbara Samulowska, de 12 años. Empezaron a rezar el Rosario, y entonces recibieron de nuevo la sobrenatural visita, con quien mantuvieron un breve diálogo:
-¿Quién sois?
-Soy la Inmaculada Concepción.
-¿Y qué desea la Madre de Dios?
–Que recéis el rosario todos los días.
Desde ese día y hasta el 16 de septiembre, las niñas, hijas de campesinos, vieron a Nuestra Señora numerosas veces, y de formas muy distintas: sentada en un trono rodeada de ángeles, o sobre una nube con el rostro radiante, o con una corona sobre la cabeza y el Niño Jesús en los brazos.
Se conoce poco sobre lo que les dijo la Virgen. Las niñas fueron apoyadas por el párroco, Agustín Weichsel, que comprendió la sobrenaturalidad de lo que las pequeñas le contaban y autorizó una peregrinación. En sucesivas visiones, Justina y Bárbara le pidieron la curación de alguna persona enferma y le preguntaron cuándo cesarían los impedimentos administrativos que mantenían muchas iglesias de la zona sin sacerdote. La Virgen siempre respondió que había que rezar el rosario "con devoción" pidiendo esos favores, y que entonces tendrían lugar las curaciones (lo que sucedió el 8 de septiembre) y llegaría el final de la opresión religiosa, lo que tuvo lugar en breve, cuando varias parroquias pudieron finalmente recibir su párroco.
Una devoción imparable
En las semanas posteriores, el obispo de Warmia y futuro cardenal, Filip Krementz, ordenó una investigación que incluyó el interrogatorio de las niñas, y que concluyó que no parecía haber fraude ni obtenían las niñas o sus familias beneficio alguno del relato de los hechos y de las peregrinaciones, cada vez más numerosas, que llegaban hasta Gietrzwald.
Y que tendrían en el fraile capuchino Honorato de Biala (en el siglo, Wenceslao Kozminski, 1829-1916), beatificado por San Juan Pablo II en 1988, uno de sus grandes propagadores.
Aun sin recibir aún una aprobación oficial, la aldea y el santuario que se construyó allí para las celebraciones se convirtieron en un gran centro mariano de Polonia, a donde llegaban fieles incluso de Lituania y Rusia.
En toda la región de Warmia la devoción a la Virgen de Czestochowa ya era muy intensa, y de hecho había en la iglesia del pueblo una reproducción suya que desde un siglo antes ya atraía peregrinos.
En 1967, el cardenal Stefan Wyszynski honró allí a Nuestra Señora, y finalmente el 11 de septiembre de 1977 el obispo de Warmia, Josef Drzazga, otorgó reconocimiento canónico a las apariciones en presencia del cardenal arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla. Quien ya como Papa, en 2002, con motivo del 125º anivesario de las apariciones, envió una carta al santuario agradeciendo a la Virgen su protección maternal sobre los cristianos.
Discreción y vida religiosa activa
En cuanto a las videntes, pasados unos años y alcanzada la edad apropiada ingresaron como Hijas de la Caridad, iniciando su noviciado en 1884 en la casa madre de París. Justina dejó una honda huella espiritual en la casa de formación. En cuanto a Bárbara, adoptó el hombre de Hermana Stanislava y tras once años en la capital francesa fue destinada a la misión en Guatemala, donde murió en 1950.
A pesar de ser una aparición y una devoción muy conocidas en Polonia, fuera no lo son tanto… hasta ahora. Será un fruto más de la JMJ de Cracovia. Sobre todo, con su mensaje único, casi unívoco, insistente, coincidente con Lourdes y Fátima pero como si fuese su lema específico: "Rezad el rosario todos los días".