El sacerdote Manuel Guerra Gómez, nacido en 1931, es doctor en Filología Clásica y en Teología Patrística y ha sido catedrático y director de la Facultad de Teología del Norte de España y profesor en la Universidad de Navarra y en el Estudio Teológico de San Ildefonso (Navarra).
Pero, junto a ese currículum académico que incluye abundancia de publicaciones, es conocido sobre todo por sus obras sobre la masonería, cuya ideología (y sus conexiones, por ejemplo, con la New Age) ha desmontado en varios libros, al tiempo que ofrecía datos sobre su organización secreta y su influencia política: es el caso de Masonería, Religión y Política (Sekotia) o El árbol masónico (Digital Reasons). El padre Guerra es también uno de los fundadores de la RIES (Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas).
Recientemente, la editorial Homo Legens ha publicado un libro-entrevista con el padre Guerra, titulado La guerra de Don Manuel, donde hace un repaso completo a su vida y a sus convicciones. «La presencia de la Madre no puede faltar en la vocación de los hijos, los miembros de la Iglesia», responde cuando le preguntan por el papel de la Virgen María en su llamamiento al sacerdocio. Y recuerda lo que le dijo un día un monje de la Cartuja de Miraflores, cuando le interrogó por la abundancia de imágenes marianas en el monasterio: «Sin ella es imposible la perseverancia en la vocación«. «Reafirmo que esto es verdad respecto a la mía», asegura Don Manuel, confirmando la huella mariana en su vida sacerdotal.
Garabandal: charlas con Conchita
En este sentido, revisten especial valor las opiniones que ofrece sobre Garabandal, una posible aparición mariana de 1961-1965 que se ha convertido a lo largo de 2018 en foco de atención mundial a raíz de la película Garabandal, solo Dios lo sabe.
«Tengo como norma mantenerme al margen de lo de Garabandal. Supongo que lo comprenderá y aceptará», responde al entrevistador: «No obstante, se dice que no hay norma general sin su excepción. Esta entrevista va a ser la excepción«.
El padre Guerra cuenta que conoció a Conchita (la mayor de las cuatro videntes) y habló con ella «dos o tres veces» cuando estaba en el colegio de las Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, en Burgos, en 1966 y 1967, del que era capellán. Y describe sus ratos de oración y adoración ante el sagrario, en la soledad de la noche.
Don Manuel afirma que en Garabandal «hay constancia de la presencia prácticamente de todos los llamados ‘fenómenos físicos y psíquicos de la mística’«. Y aunque recuerda que «la declaración oficial de su naturaleza sobrenatural compete a la Santa Sede, que todavía no se ha pronunciado de modo definitivo», no duda en calificar como «comportamiento chapucero» el de la comisión a la que el obispo de la época encargó investigar el asunto: «Es la responsable de que se carezca de un informe oficial, objetivo, detallado y completo de los acontecimientos de Garabandal. Ya no podrá hacerse jamás».
El fin de los tiempos, «tres Papas después»
El padre Guerra destaca algunos de los mensajes de la Virgen y su significación. «Llegará un momento en el que la Iglesia dará la impresión de estar a punto de perecer» es uno de los más dramáticos, como aquel en el que Conchita escuchó que «muchos sacerdotes, obispos y cardenales van por el camino de la perdición y con ellos arrastran a muchas almas». En torno a 1962, justo cuando arranca el Concilio Vaticano II, aquello parecía «imposible» y parecía una prueba de que las apariciones no eran auténticas. Pero en 2018 estalló la bomba retardada de los casos de abusos, que serpenteaba desde hacía tres lustros, y un cardenal, Theodore McCarrick, antiguo obispo de Washington, tuvo que ser destituido por ello.
Comentando el anuncio a Conchita de «el fin de los tiempos» en un momento «tres Papas después» del entonces reinante, Juan XXIII (para el que no contaría el breve pontificado de Juan Pablo I), Don Manuel precisa que el fin de los tiempos «no es el fin del mundo». ¿Qué es, entonces? Conchita le dijo que ella no lo sabía, pero que «la Virgen lo dijo».
Este capítulo de la entrevista en La guerra de Don Manuel concluye con un resumen del mensaje clave de Garabandal: «La santidad gozosa, aunque con cruces, en las actividades y circunstancias de la vida ordinaria«. Y una manifestación gestual de ese mensaje: «Nunca la vimos dejar de sonreír», confesó Conchita.
Puerta del Cielo, ruega por nosotros.
Hola,
Las Sagradas Escrituras son sagradas precisamente porque son palabra de Dios que siempre se cumplen. Nada divino puede ser falso o protético sin cumplirse. Se sabía con exactitud del nacimiento de Cristo. Incluso se sabía dónde iba a nacer – en Belén. Sin embargo Joey murió sin recuperar la vista. Así que la profesía de Garabandal no se cumplió. Por lo tanto todo aquello no fueran apariciones relacionadas con Dios. Los sacerdotes exorcistas describen fenónimos muy parecidos con los de Garabandal provocados por las fuerzas oscuras. Es para confundir y engañar. Las niñas de Garabandal no recordaban nada al salir del éxtasis, igual como personas poseídas durante las sesiones cuando las fuerzas oscuras se apoderan de sus cuerpos. Tienen una total amnesia al despertar o al «regresar al cuerpo». No se ama menos a la Virgen Maria por no creer en apariciones. Debemos de tomar muchísimo cuidado con estas cosas.
Un cordial saludo,
Serafina Gracias