«El rosario como escala celestial», la obra de un converso mariano sobre esta devoción, sus misterios y curiosidades

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Dionisio Romero.

Entre su amplia experiencia en el mundo de la comunicación, Dionisio Romero Gutiérrez es profesor de cine, realizador de documentales -entre ellos Mantel Sagrado de Coria– fundador de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, exdirector de  la revista Agenda Viva y ganador del premio nacional de poesía José Hierro por uno de sus siete libros publicados, “Kaligandaki” un viaje andando por el Tibet.

Conforme pasaron los años en sus múltiples proyectos culturales, Gutiérrez no solo fue consciente de las grandes aportaciones de la tradición católica en el arte y la cultura, sino que también asimiló intelectualmente la deriva y crisis de la Civilización Occidental causada por el abandono de la cosmovisión católica. Tras un primer acercamiento a la fe, una tumbativa conversión mariana -«María me hizo fascinarme por su hijo«,  dirá Gutiérrez- le llevó a dedicar los siguientes años de su vida a profundizar en la figura de la Virgen y especialmente en el rosario como «escudo» frente a la crisis de Occidente.

Hoy, el que es su séptimo libro publicado, El rosario como escala celestial, ve la luz de manos de la editorial Shoreless Lake Press con tres grandes objetivos: proponer un método alternativo en el rezo del rosario, exponer por qué es «síntesis de la doctrina católica» y «algo más que una práctica piadosa» y, especialmente, demostrar que «todo en el rosario responde a un fin de santificación», acompañando su discurso con sorprendentes anécdotas y curiosidades de esta devoción poco conocidas para el gran público.

-¿Cómo nace y se desarrolla la publicación de El rosario como escala celestial?

Me lo solicitaron unos amigos, después de unas conversaciones sobre el rosario, donde les mostré lo que había ido aprendiendo sobre esta práctica. En principio iba a ser unas pocas páginas –pero estas crecieron hasta formar un pequeño libro- donde mostraría como el rosario es un método de oración que compendia la doctrina católica en su integridad y que es como una escala donde abismarse en la contemplación. En definitiva, que propone un método que va más allá del uso convencional y a veces exclusivamente piadoso con que se practica. Todo en él, desde sus meditaciones, su forma y simbolismo inherente, esconde y desvela los misterios quintaesenciales de nuestra fe.

-En su estudio, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención?

-Cuando mis amigos me animaron a escribir este libro, su razonamiento era que no encontraban libros donde mostrasen con argumentos que el rosario es algo más que una práctica piadosa y porque no tenían plena conciencia de las sutiles y fundadas correlaciones que existen en su método. Todo resuena en todo, esta es la maravilla de este aparente modesto objeto que está además llamado a ser la “liturgia” de los laicos, en estas horas donde el día se oscurece y la Iglesia camina a su propio calvario.

-A lo largo del libro hace varias metáforas del papel militante de esta devoción. ¿A qué se debe?

-El rosario como “arma poderosa” en palabras de la Virgen María a santo Domingo, está presente desde su irrupción devocional, en el siglo XII. Este aspecto combativo lo señalaron distintos Papas como Pio V o Gregorio III, entre otros muchos. Es importante recordar que el rosario es la “liturgia” de los laicos, una cuerda de salvación para asirnos en las tormentas existenciales, un refugio donde todos los días podemos recogernos y recordar quién somos, un escudo para acometer la investida del mundo, en esta batalla casi cósmica en que el hombre lucha contra fuerzas visibles e invisibles. La Virgen María, ahora que constantemente nos está apremiando y “hablando” por sus videntes reconocidos, insiste también en la constancia del rezo del rosario como arma para la conversión y como esfuerzo para frenar los males que nos acechan.

-En lo referente al Avemaría, menciona que en la «elaboración» de esta oración se incluyó su segunda parte porque sin ella «el rosario podría caer en la autosuficiencia». ¿Qué quiere decir?  

-El Ave María tiene una primera parte que son palabras reveladas y que están en el Evangelio y una segunda parte, añadida prudencialmente después, que nos ponen en relación con nuestros pecados y el aspecto disolvente de la muerte, donde solicitamos a nuestra Madre en el Cielo intercesión y protección. Así una parte repitiendo lo que el ángel anunció a María y santa Isabel señaló, nos eleva a esa epifanía del Amor, que se encarna en nosotros por medio de la fe y una segunda parte, donde descendemos a la conciencia de nuestra fragilidad y mortandad. Ascenso y descenso que están presentes en el simbolismo de la cruz.

-¿Por eso ha escogido este título, El rosario como escala celestial?

-El título tiene el sentido de mostrar que el rosario son quince etapas o estaciones que empiezan en la anunciación –a efectos personales la fe que se nos dona- y culmina en la coronación – el misterio de la unión o intimidad con Dios-. Es por tanto un ascenso, una escala de luces que suben y bajan, como en la escala visionaria de Jacob. Es también un viaje y como decía el padre Alfonso Gálvez un viaje para valientes. No es fácil el intento de seguir a nuestro Maestro.

El rosario como escala celestial, de Dionisio Romero Gutiérrez.

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-Tras leer el libro, parece que cada palabra y parte del rosario está contada y tiene su sentido…

-Precisamente un propósito central del libro es mostrar que todo en el rosario responde a un fin de santificación y de transformación. Nada falta, ni es prescindible. Algo que es común a todo objeto de función sacral, pero que nuestra mentalidad moderna no capta en su profundidad, dado que hemos perdido la relación íntima que existe entre lo formal y lo sobrenatural. Es común oír decir a un católico “que tal práctica o liturgia es una cuestión solo formal” y esto me deja pasmado, dado que todo en la vida, hasta las criaturas biológicas viven en una congruencia plena entre función y forma. Por eso debemos comprender que cada elemento del rosario está ahí manifestando su propia sabiduría.

-Es especialmente llamativo en este aspecto la cuestión del número en el rosario. ¿Podría explicar alguna de las curiosas relaciones numéricas que se dan en esta devoción?

-Los números están presentes en toda la Biblia y se trasladan a los objetos de función sagrada o a los distintos rituales y liturgias. Por ejemplo, un dato que poca gente sabe, si juntamos las 50 avemarías de cada una de las tres coronillas del rosario –hablo del rosario tradicional- y le sumamos las tres avemarías del tallo, nos sale que, al recitar por completo un rosario, hemos dicho 153 avemarías y que este número misterioso, coincide con el número de peces de la pesca milagrosa narrado por san Juan en el Evangelio. Pero, además, la propia Virgen María, que en Fátima se llamó a sí misma como Virgen del Rosario, quiere que tomemos conciencia de este aspecto, dado que sus apariciones del 13 de mayo al 13 de octubre de 1917 duraron 153 días.

-¿Cree que es una simple casualidad?

-Mi respuesta es no, dado que justamente los actos que brotan de lo sobrenatural, son todos intencionados y sabios, aunque no los comprendamos del todo. Los números son otra forma de expresión de la revelación, es muy fascinante encontrar correlaciones, resonancias, repeticiones tipológicas en el complejo entramado de la Biblia, como si esta fuese un velo tejido por la Providencia que nos sorprende con las revelaciones que muestra y al mismo tiempo las oculta, como si la verdad no se pudiera separar del pudor. En el libro muestro distintas relaciones numéricas como partes que se integran en la oración, por eso es problemático alterar su forma y su recitado.

-Al exponer el esquema del rosario, menciona que con esta oración «se purifica el entendimiento, se perfecciona la memoria y se transfigura la voluntad». ¿En qué consisten, o como se aprecian, estos cambios en las potencias humanas?

-Es difícil responder sin extenderse a esta pregunta. Pero brevemente podemos decir que las potencias clásicas del alma, que son entendimiento, voluntad y memoria –entender, recordar y desear como actividades centrales de hombre-, se activan en la oración y especialmente en la oración del rosario. ¿Por qué o cómo? Porque si queremos abismarnos en su recita y en su repetición incesante, lo hacemos con la imaginación para visualizar los misterios de la vida de la Virgen que se nos muestran en cada corona, debemos fortalecer la voluntad y el deseo, para practicar con paciencia y constancia y debemos abrirnos al conocimiento que se esconde en cada misterio.

Pero esto no es suficiente, dado que esta sería la parte activa o si se prefiere voluntarista de esta oración. Lo más sustantivo, transformador y sorprendente es lo que sucede en la pasividad del alma por influencia del Espíritu Santo. Los que llevamos rezando todos los días con este maravilloso tesoro de vida interior, podemos dar testimonio que hay momentos en que algo prende dentro, que algo se ilumina, que algo se amansa y purifica. Que el entendimiento -sin mérito personal- se agudiza, aunque sea un poco y por poco tiempo, que la voluntad se expande, que la memoria, recuerda lo que habíamos olvidado y que aviva ese viaje íntimo de la Madre al Hijo.

-También menciona que «la repetición constante del rosario nos saca de la linealidad del tiempo y nos da la consistencia necesaria para romper el hechizo del pecado». ¿Por qué rezando el rosario disminuye el pecado de quien lo reza?

-La oración, toda oración, es la experiencia más fecunda –la santa Misa sería su plenitud- que podemos tener de un tiempo transcendente, de un tiempo que nos rescata de la erosión de los días y su entropía. Parar, entrar dentro, cerrar la puerta, estarse a oscuras, respirar, nombrar, amar, todo ello nos da fortaleza, inteligencia y lo que es más importante, consistencia interior, para el combate diario. Obviamente no disminuye el pecado, para esa misericordia contamos con el sacramento de la penitencia, pero nos ayuda a estar despiertos y nos facilita el contar con el apoyo sobrenatural de nuestra Madre celestial.

-¿Influye el idioma en que se reza el rosario? ¿Es preferible rezarlo en idioma vernáculo para una mejor comprensión del orante o en latín para una mayor concreción?

-Yo personalmente lo rezo en latín, solo o con mi esposa. Debemos conservar el idioma universal de la iglesia. Además, el latín es más exacto en sus sentidos, dado que algunas oraciones se han traducido a las lenguas vernáculas de maneras poco precisas, más apelando a la mentalidad actual que a la doctrina. Aunque es cierto que, para muchos, su propia lengua materna los acercará mejor a esta oración con la Madre.

-Según su experiencia, ¿qué aspecto cree que puede serle de ayuda al lector a la hora de rezar el rosario?

-¿Quién conoce al llamado lector? O dicho de otra manera ¿quién conoce el alma humana? Una querida amiga monja siempre me dice que después de la Santísima Trinidad el siguiente gran misterio es el corazón humano. Por eso lo que a unos ayuda a otros no. Yo les diría que recen con temblor y en estado de escucha, como quien espera una importante noticia, porque cada misterio que se nos ofrece, está surgiendo en tiempo presente delante de nosotros y germinado aquí y ahora dentro de nuestro corazón y de nuestra inteligencia. Comprender esto es ya una revelación.

Tráiler del «Mantel sagrado de Coria», documental realizado por Dionisio Romero Gutiérrez.

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