Parece demostrado que la mayor colección de rosarios del mundo, a menos que se demuestre lo contrario, está en un pequeño museo de la ciudad norteamericana de Stevenson, en el Estado de Washington, en la esquina noroeste del país. El lugar es el Columbia Gorge Interpretive Center (www.columbiagorge.org) y exhibe unos 4.000 rosarios de lo más diverso.
Los rosarios los fue reuniendo en vida el señor Donald A. Brown de North Bonneville, que nació en 1895 y murió en 1975, con 80 años. Era un entusiasta de la historia y fue uno de los fundadores de la Sociedad Histórica del Condado de Skamania. Tenía una granja en la zona, vivía con cierta holgura y no dedicaba demasiado tiempo a supervisarla.
Donald A.Brown en 1917, con 22 años
Tampoco era un gran viajero: solo una vez, en 1961, fue a México en peregrinación, y se trajo algunos rosarios. También se trajo una estatua grande de madera de Nuestra Señora de Zapopán, datada hacia 1815.
Los rosarios los consiguió carteándose con gente del mundo entero durante 6 décadas. Solo hablaba inglés, pero unos amigos le traducían sus cartas y otras que recibía al español, el francés o el alemán. Muchos rosarios le llegaban sin que los solicitara, y él anotaba el remitente, el origen y más datos… aunque solía olvidarse de las fechas.
Muchos rosarios con Historia
Entre los 4.000 rosarios almacenados encontramos:
– Uno que le envió el Padre Flanagan, fundador de la Ciudad de los Muchachos (interpretado por Spencer Tracy en la película de 1938 «Forja de Hombres» –aquí su trailer-); el famoso sacerdote lo adquirió en Tierra Santa, con cuentas de madera de olivo; está firmado por el dorso
El padre Edward Flanagan, creador de la Ciudad de los Muchachos
– uno de cuentas de hueso blanco más bien toscas que hizo la Hermana Lucía, la mayor de los tres pastorcillos videntes de Fátima
– otro de Al Smith, el primer católico que intentó ser presidente de EEUU, en 1928 (y no lo logró)
– uno de Robert Kennedy, asesinado en 1968, hermano del presidente J.F.Kennedy, asesinado 5 años antes; este rosario lo dejó Robert Kennedy en una iglesita de Baviera (Alemania); los responsables de la iglesia lo enviaron a Donald Brown cuando supieron de su asesinato
– uno de 1960 que le envió J.F.Kennedy cuando aún no era presidente, sino solo candidato en campaña; Donald se lo pidió y el candidato católico (primero en llegar a presidente) se lo hizo llegar; al parecer, lo había usado para rezar durante la Segunda Guerra Mundial
– un rosario dedicado a la memoria de Dag Hammerskjold, Secretario General de Naciones Unidas de 1953 a 1961; él era luterano, murió al estrellarse su avión en el Congo Belga (probablemente derribado); intentaba mediar allí un acuerdo de paz
Son ejemplos de como el rosario, y su oración, va ligado a las esperanzas y pesares de los hombres a través de los años. La colección en sí la empezó en 1917.
El rosario del hábito de unas monjas le llamó
Donald no era católico en su infancia y adolescencia: se convirtió en su juventud. Estando retirado por convalecencia en el Hospital de la Misericordia de North Bend, en Oregón, postrado por la neumonía que le agobió con mala salud toda su juventud, fue donde nació «mi interés por esta hermosa devoción», escribió.
«Fue allí donde vi que llevaban el rosario en en sus hábitos las Hermanas de la Misericordia. Si bien mi amor por el arte sacro nació conmigo, el rosario siempre ejerció una fascinación especial para mí. Considero mis antiguos años de enfermedad una bendición especial, ya que el rosario fue el principio de la fe de mi adopción«, escribiría años después. Se hizo católico en 1920 y fue terciario dominico.
El museo tiene también algunos muebles eclesiásticos peculiares, como el reclinatorio para orar del padre Blanchet, primer arzobispo de Oregón, y un altar de la misión de Saint James de McMinneville de 1850.
Muebles con fe y rosarios de 6 tamaños
También se exhibe una bandera americana formada por 39 rosarios de pino blanco de las Black Hills de Dakota del Sur y una imagen de la Virgen de Fátima que fue propiedad del obispo de Leiria-Fátima, en Portugal.
Entre los 4.000 rosarios los hay de 6 tamaños: los diminutos, con cuentas como cabeza de alfiler; los rosarios de dedo, del tamaño de anillos; los de formato brazalete; el rosario clásico en forma de collar; los de gran tamaño para llevar a la cintura en un hábito religioso; y, por último, los enormes, que están pensados para colgar en lugares públicos como recordando la importancia de orar. El más grande, de 5 metros, es de bolas de plástico, para que jugasen y rezasen los niños pequeños de una escuela.
Todos ellos se despliegan como un ejemplo del abrazo de la Virgen y su Dulce Nombre, en los labios de los católicos que rezan pidiendo su intercesión a todas las edades, «ahora y en la hora de nuestra muerte».
María, Reina de las Familias, ruega por nosotros