El pasado 10 de junio se entregaron los Premios Cari Filii 2014, y el ganador en el apartado Letras fue José María López Ferrera, con el trabajo Trono de Gracia, magnífica exposición teológica sobre el lema de la convocatoria. Su premio, una peregrinación a Tierra Santa, con acompañante, se hizo realidad entre los días 5 y 12 de octubre.
A su regreso, López Ferrera redactó una detallada crónica del viaje, acompañada de profundas reflexiones espirituales y de atinados comentarios sobre la Historia Sagrada y las verdades de Fe que nos enseña.
Y nada más bajar del avión, entrevistado por Cari Filii, no podía ocultar su satisfacción: «Ha sido auténticamente formidable. Yo quiero, lo primero de todo, agradecer muchísimo a Cari Filii esta oportunidad que me ha dado, porque ¡he ido de la mano de la Virgen a Tierra Santa! Allí, la experiencia es de una emoción profunda: ver los sitios donde han estado el Señor, su Madre, San José, los apóstoles, los primerísimos cristianos… Es una emoción que embarga hasta aflorar las lágrimas. Hay como un trallazo en la fe, como si fuera una renovación, una nueva conversión. No quiere decir que venga uno de cero a la fe, pero desde la propia fe es un crecer».
Reproducimos a continuación los primeros párrafos de su trabajo Mis impresiones de una peregrinación a Tierra Santa.
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Mis impresiones de una peregrinación a Tierra Santa
No podía creer ni pensar que algún día me sería factible visitar los Santos Lugares; la tierra donde nació, vivió, recorrió, murió y resucitó Nuestro Señor Jesucristo; la tierra en la que Dios Padre quiso que, en un determinado momento histórico, hiciera su presencia física el Hijo, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, la luz del mundo, el Mesías, ya anunciado, desde siglos atrás por las Sagradas Escrituras en la Ley y los Profetas.
Y cada vez que oía hablar a cuantos conocidos y amigos habían hecho la peregrinación a este suelo bendito, sentía cierta sana envidia y dejaba que la ilusión volara, a ciegas, representándome un paisaje imaginario a sabiendas de que la realidad sería muy otra porque no es fácil hacer presente, por mucha capacidad de fantasía que se posea, lo que puede ser el marco verdadero donde se desarrollaron los hechos más trascendentales de la historia de la salvación de todo el género humano…
Me repetía a mí mismo que un católico que haya descubierto en su intimidad que tiene que seguir, sin ambages, el mandato imperativo del Señor “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48), tendría que plantearse en algún momento de su vida la posibilidad de acercarse a Tierra Santa para interiorizar aquellos pasos del Señor tratando de cumplir con esmerada delicadeza sus indicaciones de amor hacia los demás, que es el mandamiento nuevo promulgado por Él en la Última Cena de despedida a los suyos a quienes se dirigió con terneza, en ese momento cumbre, llamándoles “hijitos” (filioli) diciéndoles: “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13, 33)…
Estas consideraciones me rondaban la cabeza alguna que otra vez, cuando inopinadamente llegó mi oportunidad, de la mano de la Santísima Virgen, que se sirvió, como suele ocurrir en estos casos por las llamadas causas segundas, a través de la Fundación Cari Filii, creada hace unos tres años con la finalidad de difundir la devoción a la Señora mostrando a la gente sus mensajes en los distintos puntos en que se han constatado apariciones o, al menos, que se hayan producido prodigios sobrenaturales, presumiblemente fehacientes, con asistencia masiva de fieles, y se esté a la espera de la oportuna aprobación canónica porque se considere indubitable la veracidad de la presencia real de la Virgen.
Pues bien, por indicación de uno de mis ocho hijos, Rodrigo, el séptimo, quien había obtenido un segundo premio de letras, en 2013, consistente en un viaje para dos personas a Medjugorje, supe del certamen anual que promueve la Fundación Cari Filii y me animé a participar en el presente año bajo el lema prefijado María, Trono de Gracia. Estoy convencido de que fue la Santísima Virgen quien me deparó la obtención del primer premio que no era otro sino el de poder ir en peregrinación a Tierra Santa para dos personas. Hice el trabajo con mucha fe e ilusión pero lejos de pensar que resultaría ganador, lo cual supe en fecha del día 10 de junio pasado, llenándoseme el alma de alegría y agradecimiento a La Virgen y a la Fundación Cari Fili por el favor tan grande que me fue concedido…
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Tan pronto como nos ofrecieron hacia finales de junio fechas de peregrinaciones con los PP. Franciscanos, elegimos la del 1º de septiembre prevista con el padre Emérito como guía y nos pasamos los meses de julio y agosto con la angustia de si podríamos hacer realidad el desplazamiento teniendo en cuenta el conflicto israelí con la franja de Hamás, que se recrudeció por aquellos días.
Debo decir que estos tristes acontecimientos minaron considerablemente la ilusión inicial –no sólo porque peligrara el viaje, sino también por la pena del flagelo de la guerra que hace sufrir a tantos inocentes- pues no cesaban los bombardeos y en algunas ocasiones hubo misiles que obligaron a cerrar brevemente el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, e incluso se produjo alguna explosión en Jerusalén.
Así las cosas, en efecto, se suspendió la peregrinación para la indicada fecha y la agencia Halcón nos propuso otra inmediata para el 22 del mismo mes que no elegimos debido a que estábamos muy interesados en asistir a la beatificación de Álvaro del Portillo que tendría lugar el 27 del indicado septiembre. La siguiente oportunidad se concretó para el 6 de octubre, si bien se adelantó un día, y tuvimos la satisfacción de saber que sería su conductor el padre Emérito Merino del que conocíamos por referencias que se trataba de un gran experto y de reconocido prestigio en toda materia referida a los Santos Lugares. Además, por si esto fuera poco, el grupo iría presidido por el Sr. Obispo de Getafe, D. Joaquín María López De Andújar, asistido de un sacerdote de su diócesis, el padre Santiago, de manera que las perspectivas no podían ser más halagüeñas: Uno de los mejores guías conocidos y, nada menos, que un sucesor de los apóstoles haciendo cabeza de la peregrinación. Ítem más: comenzaba el mes de octubre que tradicionalmente está dedicado al santo rosario; era como si Nuestra Señora quisiera acompañarnos en el viaje.
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