El cardenal Sarah, sobre el secreto de Fátima: «Es el Evangelio, sin compromisos con el mundo»

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Con ocasión del centenario de las apariciones también el Papa Francisco irá en peregrinación a Fátima, del 12 al 13 de mayo de 2017. Será el cuarto pontífice que visite el santuario portugués desde que, en 1930, la Iglesia reconociese oficialmente el carácter sobrenatural de las apariciones.

Para conmemorar este extraordinario acontecimiento la editorial francesa Traditions Monastiques ha publicado un hermoso libro ilustrado destinado a los niños y titulado Fátima. María te confía el secreto de su corazón. El objetivo de esta publicación es contar a los pequeños de hoy en día la historia de Fátima y transmitirles los mensajes que la Virgen confió a los pequeños pastores hace cien años.

Se trata de mensajes que siguen siendo actuales porque hablan de salvación, de conversión y de confianza en Dios en un mundo «aparentemente alegre», pero «infinitamente triste», «lleno de relativismo y hedonismo», un mundo envuelto en la violencia y «contaminado por el pecado»; hablan de la fuerza de la oración (de manera particular del Santo Rosario), de la penitencia, de la entrega de uno mismo por la salvación de los pecadores y de la devoción al Corazón Inmaculado de María: estos son los puntos fundamentales del mensaje de la Virgen de Fátima. Palabras que, como afirma el cardenal Sarah en el prólogo, «más o menos hemos borrado -o prohibido-, de nuestro lenguaje», pero que «corresponden a realidades espirituales que son esenciales» e «ineluctables» para un católico.

La Nuova Bussola Quotidiana publicó el prólogo del cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, que traducimos para Cari Filii News:

Prólogo del cardenal Robert Sarah a Fátima. María te confía el secreto de su corazón

«¡Si sólo pudiera meter en el corazón de todos el fuego que tengo en el mío, que me hace amar tanto el Corazón de María!»: esto exclamaba la beata Jacinta.

En 2017 se celebra el centenario de las apariciones de la Bienaventurada Virgen María en Fátima. Se nos ofrece la ocasión de hacer balance y ver cómo hemos acogido el mensaje que Dios quiso entregarnos en medio de la tempestad que sacudió a Europa a inicios del siglo XX: una guerra mundial cuyas atrocidades superan nuestra capacidad de comprensión (¡tanto que en la sola jornada del 22 de agosto de 1914 se contaron 27.000 soldados franceses muertos, convirtiéndose así en el día más sangriento de la historia de Francia!), la revolución comunista en Rusia con su miríada de masacres… De 1914 a 1918 Europa se cubrió con los cadáveres de millones de soldados y civiles inocentes: hombres, mujeres y niños…

Hablamos justamente de niños: Nuestra Señora decidió hablar a tres de ellos desde mayo a octubre de 1917, tres niños pobres de un pueblo perdido en un país situado en el extremo del continente europeo y que se quedó al margen de estas masacres: Fátima en Portugal.

¿Qué dijo la Virgen María a los beatos Francisco y Jacinta Martos y a su prima Lucia Dos Santos, la futura religiosa carmelita de Coimbra? El libro que tengo la alegría de presentar lo explica a los niños de este nuevo milenio mostrando una notable capacidad pedagógica: cada capítulo presenta un aspecto del mensaje de Fátima («Escucha»), seguido por la actuación del mismo llevada a cabo por los niños («Entiendo») y decisiones personales («También yo…»).

La lectura de este hermoso libro, bien ilustrado, nos hace entender que nuestros contemporáneos, cuya mentalidad está impregna de relativismo y hedonismo, necesitan convertir su corazón si quieren entender el significado más profundo del mensaje de Fátima. Sin embargo, los autores apuestan sobre el hecho de que los niños, sin duda de manera más fácil que los adultos, son capaces de adherirse espontáneamente a los aspectos que pueden parecer más duros o austeros del mensaje de Fátima. Y tienen razón en creerlo. Nuestra Madre celestial, en Fátima como en Lourdes, en Pontmain como en La Salette -por citar sólo algunas de las apariciones marianas más conocidas- ¿acaso no eligió a niños, y a niños pobres, para revelarnos el secreto de su Corazón Inmaculado? ¿Y cuál es este secreto? Nada más que el Evangelio, pero el Evangelio sin oropeles, sin acomodarse ni comprometerse con el espíritu de un mundo que se abre a todas las corrientes, tolerante, irreligioso y amoral, porque esta Buena Nueva del Evangelio es el anuncio de la salvación. Y nosotros sabemos que los beatos Francisco y Jacinta se tomaron tan en serio la salvación de las almas que cada día ofrecían sacrificios, a menudo difíciles para niños tan pequeños, «por la conversión de los pecadores», hasta entregar totalmente su joven vida a la enfermedad que se los llevó con diez años de edad.

El beato Francisco, que había entendido el sentido de las palabras «sacrificio» y «entrega», ¿acaso no decía: «La Virgen María y Dios están muy tristes. Debemos ser nosotros quienes les consolemos»? También este mundo, aparentemente feliz, inundado de luces de todos los colores, borracho de felicidad, es un mundo infinitamente triste porque está contaminado por el pecado y la violencia ciega. Sólo la pureza y los sacrificios de los niños pueden devolver al mundo la verdadera alegría, la que viene del Cielo. Lucía, como Bernadette Soubirous, se retirará al silencio y a la oración de un convento hasta su muerte, en 2005. De hecho, la Virgen María le dijo que viviría mucho tiempo para difundir, a través de una vida ofrecida en holocausto de amor, la devoción a su Corazón Inmaculado.

Sacrificio, penitencia, reparación por las ofensas, consagración de uno mismo: ¿estamos preparados para acoger estas palabras que, más o menos, hemos borrado -o prohibido-, de nuestro lenguaje? Y, sin embargo, estas palabras corresponden a realidades espirituales que son esenciales, porque están todas ellas presentes y asumidas en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Soy muy sensible a la preocupación de todos esos padres que desean que la educación de sus hijos esté impregnada de estas realidades ineluctables, signo de alegría en esta tierra y de felicidad eterna en la patria definitiva hacia la que nos encaminamos todos.

Estos son los caminos de santificación que las autoras, Élisabeth Tollet y Jeanne-Marie Storez, nos ofrecen con este libro, son los medios del cristiano que es consciente del hecho que, como dijo el Señor a la Beata Angela de Foligno (gran mística italiana que vivió en el siglo XIII): «No te he amado en broma». Sí, lo que puede salvar a los pecadores de la desesperación y, por lo tanto, del infierno -que los tres niños de Fátima pudieron ver- es sólo Jesús, y Jesús crucificado.

Como los pastorcillos de Fátima nos han mostrado con su vida, se trata de dejarse transformar por el Amor de Dios, por su Misericordia, que nos ha sido plenamente revelada en la Cruz de Cristo. Contemplando las llagas del Señor Jesús, y de manera particular la de su corazón traspasado, al que está íntimamente unido el Corazón Inmaculado y doloroso de María, estamos llamados a dejarnos plasmar por Aquel que es el Cordero sin mancha, hasta convertirnos en una sola cosa con Él.

Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares). Texto del prólogo tomado de La Nuova Bussola Quotidiana.

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