La celebración de la festividad de Nuestra Señora del Rosario, que se celebra cada 7 de octubre para conmemorar la victoria de Lepanto, es una buena ocasión para «engancharse» a la costumbre de rezar el Rosario todos los días. No solo lo ha pedido la misma Virgen María en varias apariciones y lo recomiendan vivamente todos los Papas, sino que puede ganarse una indulgencia plenaria al día, si se reza con atención meditando los Misterios correspondientes y se cumplen las condiciones ordinarias de Confesión, Comunión y oración por las intenciones del Papa.
Sin embargo, a los cristianos suele costarles la fidelidad a esta costumbre, ya sea por sobrecarga de otras ocupaciones o porque flaquea la voluntad ante las previsibles distracciones o tentaciones de dejarse caer en el tedio. Para superar esos obstáculos, pueden extraerse algunos consejos prácticos del libro del libro El Rosario. Teología de rodillas, escrito por el sacerdote Florian Kolfhaus, oficial de la Secretaría de Estado vaticana y colaborador de la edición alemana de Catholic News Agency. Él mismo los ha seleccionado en dos artículos (aquí y aquí), traducidos y adaptados por Diego López Marina para Aciprensa y con algún añadido de Cari Filii News.
1. Tener el Rosario en el bolsillo
Todo católico debe tener siempre un Rosario en su bolsillo. Existe también la decena con sólo diez cuentas y que se puede llevar fácilmente encima. Siempre que cojas un pañuelo o una llave antes de salir de casa, recuerda también llevar el Rosario de Jesús y María.
2. Aprovechar el tiempo libre también para rezar
En la vida cotidiana siempre hay un «tiempo libre» que podemos aprovechar para rezar el Rosario: cuando esperamos en la consulta del médico, en el autobús, o una llamada importante, entre otros. Y si por alguna razón una persona no desea mostrarse en una “sala de espera” como católico practicante, también puede utilizar sus manos: tenemos diez dedos para contar las Avemarías.
3. Rezar mientras se realizan otras tareas o se hace deporte
Muchas actividades no requieren pensar mucho, porque las hacemos mecánicamente. Cuando se pica la cebolla, se tiende la ropa o se lava el auto también se puede rezar el Rosario. Así como cuando las personas que se aman piensan en el otro sin importar la actividad que realicen, el Rosario ayuda a permanecer en sintonía con el corazón de Jesús y María. Esto también funciona mientras haces deporte: correr, andar en bicicleta o nadar son actividades en las que se puede rezar el Rosario al ritmo de la propia respiración (ya sea de forma interna o en voz alta si estás solo en un campo abierto).
4. Las imágenes y la música ayuda
El Rosario es una oración contemplativa. Más importante que las palabras que usemos, es la predisposición de nuestro corazón para contemplar cada uno de los misterios. Para este propósito se puede buscar en Internet cinco imágenes que nos ayuden a contemplar cada pasaje de la vida Cristo y María. Por otro lado, la música también puede ser útil si se escucha en un segundo plano para encontrar paz.
5. Canalizar nuestras distracciones para rezar
Es difícil una oración en la que no surjan distracciones. Una y otra vez los pensamientos vienen a nuestra mente: la lista de compras, el cumpleaños de un amigo, una enfermedad o una preocupación. Si luchamos contra ellas en la oración, a menudo es peor. Es mejor reunir estas «distracciones» y rezar un Avemaría por las personas, por los amigos y familiares, por uno mismo y los propios problemas. De este modo la oración se hace sincera y personal.
6. Rezar por los demás mientras nos desplazamos
En el camino al trabajo o a la escuela, ya sea en auto o en bus, en tren o caminando, es posible rezar el Rosario sin bajar la cabeza y cerrar los ojos. Rezar mientras nos desplazamos significa dedicar los Avemarías a las personas con las que hemos establecido contacto o visto durante el día; también por las empresas e instituciones que están en mi camino. Por ejemplo, si veo a un médico en mi camino puedo rezar por las personas que atenderán sus enfermedades con él.
7. Orar de rodillas o peregrinando
El Rosario puede rezarse siempre y en todo lugar. A veces, cuando se reza de rodillas o se peregrina se puede llegar a sentir como un «reto físico». Sin embargo, no se trata de “torturarse” o aguantar el mayor tiempo posible, sino de tener en cuenta que tenemos un cuerpo y alma para adorar a Dios. Por lo tanto, el rosario es también una oración de peregrinación.
8. Rezar con las Sagradas Escrituras
El Rosario es «el Evangelio en una cadena de perlas». Es bueno, y hay muchos libros y escritos útiles para ello, vincular cada Misterio a la lectura de un pasaje de las Sagradas Escrituras. La Palabra de Dios es poderosa. Y esto nos sirve también para aprender de memoria muchas citas de la Biblia.
9. Rezar con muchos Rosarios distintos
La mayoría de los católicos tenemos muchos Rosarios distintos, y cada uno de ellos nos deja una impresión distinta al rezarlo por su color, forma, tamaño, peso… y también por los recuerdos vinculados al momento en el que lo recibimos o la persona que nos lo dio. En particular, rezar con un Rosario viejo y desgastado por el uso de padres o abuelos nos une espiritual y afectivamente a ellos.
10. Vincular cada misterio a una intención
No siempre se tiene que rezar el Rosario de corrido. A menudo puede ser útil vincular cada misterio con una preocupación particular: mi madre, un amigo, el Papa, los cristianos perseguidos. Cuanto más específico sea, mejor. La alabanza y dar gracias a Dios no deben tampoco estar ausentes.
11. Rezarlo en momentos de sequía espiritual
Los cristianos no somos “yoguis” que debemos cumplir con prácticas ascéticas para “vaciar” nuestra mente. Si bien nuestra relación con Dios está por encima de cualquier actividad, hay también momentos de sequía y aflicción en los que no se puede orar. En estos momentos difíciles, tenemos que recogernos con el Rosario y simplemente recitar las oraciones. Esto no es una charla pagana, sino que aquella pequeña chispa de buena voluntad que ofrecemos a Dios, puede fomentar que el Espíritu Santo avive la llama de nuestro espíritu. En tiempos difíciles, incluso puede ser suficiente sostener el Rosario sin pronunciar una palabra. Este estado desdichado ante Dios y su madre se convierte en una buena oración y ciertamente no se queda sin respuesta.
12. Dormirse rezando el Rosario
El Rosario no debe estar solo es nuestro bolsillos, sino en cada mesita de noche. Cuando se intenta conciliar el sueño también se pueden rezar Avemarías y es mejor que contar ovejas. En ocasiones solo las personas mayores y enfermas se “aferran” al Rosario por la noche, buscando seguridad, fortaleza y consuelo. Pero también en los buenos tiempos se debe recurrir a esta oración y pedir especialmente por aquellos que sufren.
13. Dedicarle el tiempo que se merece
Nuestras agendas están llenss de citas. Sin embargo, es bueno reservar entre 20 y 30 minutos al día para el rezo del Santo Rosario. Este encuentro con Jesús y María es verdaderamente más importante que las demás actividades agendadas. Este tiempo de oración se reserva finalmente para uno mismo porque es un tiempo en el que debemos dedicarnos solo a amar. También se puede reservar dos o tres días de la semana para el rezo del Rosario, y de esta forma se hará cada vez más fácil hacer esta oración, hasta finalmente practicarla todos los días.
14. Saber que rezas para Alguien
Una buena oración se basa en orientar completamente la voluntad en complacer a nuestro querido amigo, Cristo, y no a uno mismo.
15. Hacer pausas para concentrarnos
San Ignacio de Loyola recomienda la llamada «tercera forma de rezar», adaptando las palabras al ritmo de la propia respiración. A menudo es suficiente interrumpir un misterio del Rosario para volver a ser conscientes de que Jesús y María nos miran llenos de alegría y amor. Para esto puede ser útil respirar dos o tres veces, antes de volver a retomar la oración.
16. Dirigir nuestros pensamientos a los misterios
Se puede y se debe «desviar» los pensamientos para encontrar el misterio que debemos visualizar en nuestra mente antes de cada decena del rosario. Es poco probable que la repetición sea útil si no se encamina reiteradamente hacia lo esencial, que es la vida de Jesús y María.
17. Hacer de la oración un momento para compartir con Cristo
Uno de los primeros y más importantes pasos hacia la oración interior es no solo dedicarnos a pensar y meditar, sino mirar a quién va dirigida nuestra plegaria. Saber que Aquel a quien nos dirigimos nos ama infinitamente despertará en nosotros diversos y espontáneos sentimientos, al igual que cuando disfrutamos y nos alegramos con una persona que nos importa mucho.
18. Cerrar los ojos o simplemente fijarlos en un solo lugar
Algunas personas cierran los ojos con el fin de concentrarse y rezar mejor. Eso puede ser una ayuda, pero a menudo es suficiente fijar la vista en un solo lugar y evitar mirar alrededor. En cualquier caso, es importante que los ojos del corazón estén siempre abiertos. El Rosario es como ir al cine. Se trata de ver imágenes. Algunas preguntas básicas pueden ser de utilidad: ¿Qué, quién, cómo, cuándo, dónde? Cómo veo el nacimiento de Jesús, su crucifixión, su ascensión… A veces puedo –como si tuviera una cámara– acercar elementos o detalles y buscar un primer plano: la mano de Cristo traspasada por los clavos, las lágrimas en los ojos del apóstol Juan mientras el Señor asciende al cielo, etc.
19. Que la intención de rezar siempre sea el amor
Las palabras acompañan, nuestra mente se dispone, pero es nuestro corazón el que debe dominar la oración. Todos los grandes escritores espirituales concuerdan en que la oración interior afecta principalmente nuestros sentimientos y emociones. Santa Teresa de Ávila lo explica de manera simple: «¡No pienses mucho, ama mucho!». En una ocasión, una anciana me contó que no podía pensar en rezar el Rosario todos los días, pero lo único que le alcanzaba era decir interiormente: ‘¡Jesús, María, os amo!’. Felicito a esa mujer. A tal resultado es adonde el rezo del Rosario debe llevar.
El Rosario para mí es muy importante lo ofrezco desde el principio por la Iglesia y por la patria por las intenciones del Papa por todos los que espiritual o temporalmente nos gobiernan las necesidades de nuestras parroquias y por todos aquellos por quiénes he hecho especial intención de pedir
El rezo del Santo Rosario cambio mi vida.