Los cristianos de Tierra Santa confían en la oración y ayuno de este martes y en la ayuda de los católicos del mundo

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El cardenal Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, durante una entrevista tras la incursión terrorista de Hamás en Israel.
El cardenal Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, durante una entrevista tras la incursión terrorista de Hamás en Israel.

Hay cristianos en Gaza, cristianos en Israel, cristianos en los territorios cisjordanos bajo la Autoridad Nacional Palestina: todos ellos preparan con particular intensidad la jornada «de ayuno, abstinencia y oración» que ha convocado, «por la paz y la reconciliación», el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, para este martes 17 de octubre.

Los actos que se convoquen «deben organizarse, explicó, con la adoración eucarística y con el rosario a la Santísima Virgen». Donde no pueda hacerse en «grandes asambleas», bastarán «momentos de oración sencillos y sobrios«.

Adhesión mundial

Católicos de todo el mundo va a asociarse a esta petición, que intenta evitar un enconamiento del conflicto suscitado tras el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, que causó más de mil muertos, en su mayoría civiles, y casi doscientas personas secuestradas por el grupo terrorista que gobierna la franja. El propio Pizzaballa ha declarado que «no habría ningún problema» en ofrecerse él a cambio de los numerosos niños en poder de los islamistas.

La conferencia episcopal española, en línea con otras, se ha adherido a la iniciativa del recién nombrado cardenal, pidiendo a las instituciones internacionales que prosigan «con mayor empeño los esfuerzos hacia una paz duradera y sostenible en la región de Oriente Medio», paz «basada en el derecho internacional, la justicia y la igualdad de derechos para todos… respetando el Status Quo histórico y jurídico de los santuarios y lugares santos«.

Golpe a las peregrinaciones

Pero a las propias miserias de la guerra a la que parece estar de nuevo abocada la región, se suma una en particular para los cristianos de Tierra Santa, como es el estrangulamiento de la principal forma de vida para muchos de ellos: las peregrinaciones internacionales. Cuando empezaban a recuperarse, tras prácticamente dos años de parón por los confinamientos y restricciones de movilidad impuestos por casi todos los gobiernos, el lógico temor de los turistas y peregrinos ante la nueva situación puede provocar otra contracción de los viajes.

La incursión criminal de Hamás y la declaración del estado de guerra por el gobierno judío  llegaron cuando había 90.000 turistas en el país. Provocó la extracción de nacionales por parte de aviones militares de varios países de Europa y América y la cancelación de numerosos vuelos por parte de las compañías aéreas que operan con los aeropuertos internacionales israelíes. Algunas de ellas los reanudaron después y otras han anunciado que la cancelación es temporal, hasta el 22 de octubre, a la espera de acontecimientos. Pero hay operadores turísticos que han dado por finalizada la temporada hasta final de año.

Si la guerra se prolonga, todo ello configura un panorama negro para las peregrinaciones en las próximas semanas. Ciudades como Belén, que hace dos semanas se encontraban a tope de turistas y peregrinos, hoy están vacías. «Los negocios están paralizados desde que empezó la guerra», declaró a Euronews un guía turístico de la ciudad: «Las carreteras están cortadas, no viene nadie«.

La situación supone un duro golpe para la economía israelí, pues el sector turístico supone un 2,8% del PIB y genera un 3,5% de los puestos de trabajo. Y esto afecta particularmente a la población cristiana de ciudades como Jerusalén o Belén: «Dependemos del turismo para vivir. Tuvimos la crisis del covid y aún estábamos recuperándonos y esperando poco a poco a que volvieran los turistas», explica Khader Hussein, de 30 años, vendedor de recuerdos en Belén.

El momento es ahora

Todo ello hace de nuevo necesario un esfuerzo de solidaridad por parte de los católicos de todo el mundo hacia sus hermanos que viven en la tierra donde nació Jesucristo y se verificaron los acontecimientos de nuestra salvación.

Como se ha insistido tantas veces desde el Patriarcado Latino de Jerusalén y desde la Custodia de Tierra Santa, o desde cualesquiera otras realidades de la Iglesia presentes allí, esos cristianos nativos son las «piedras vivas» que impiden que los Santos Lugares se conviertan en un simple museo. Son el lazo genealógico de todos los cristianos con la época de Jesús y de la Virgen María.

Como sucedió cuando los confinamientos, el motivo de ayudarles es su supervivencia, y el momento es ahora.

Ayuda a Tierra Santa: pincha aquí.

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Texto completo de la carta del cardenal Pizzabala convocando a la jornada de oración y ayuno: pincha aquí.

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