El santuario de Fátima recibe unos 5 millones de peregrinos al año, con una gran concentración el 12 y 13 mayo (normalmente unos 300.000 peregrinos ese día) y con grandes peregrinaciones internacionales en agosto y octubre. En el espacio cubierto de la Basílica de la Santísima Trinidad hay espacio para 9.000 personas con asientos. Y las grandes concentraciones con decenas o cientos de miles de personas tienen lugar en la enorme explanada. Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron el satuario (Juan Pablo II lo hizo tres veces) y lo acabaron de popularizar.
Pero las carreteras que conducen a Fátima no son buenas y recientes accidentes con víctimas mortales han llevado a la Iglesia a insistir en una vieja reivindicación: hay que mejorar los acceso y caminos, especialmente para los peregrinos a pie, aunque también para los vehículos, y los municipios de la zona no tienen capacidad para ello.
Esta misma semana de peregrinaciones de mayo el obispo de Leiria-Fátima, António Marto, instó a la construcción de carreteras más seguras en la presentación de la peregrinación internacional.
"Hemos tenido reuniones con las autoridades locales para encontrar rutas seguras y reitero un llamamiento a las autoridades competentes para que se den prisa en este trabajo", dijo el prelado. Recordó que cinco peregrinos murieron el 2 de mayo atropellados en un accdiente de tráfico y pidió oración por ellos y otros cuatro heridos graves.
"Nos sentimos avergonzados por no haber sido capaz de encontrar alternativas hasta ahora, pero ha sido una preocupación del santuario, en colaboración con las autoridades locales, encontrar vías más seguras que desvíen a los peregrinos de los caminos más transitados", dijo, por su parte, el rector del Santuario de Fátima, el padre Carlos Cabecinhas.
Según el sacerdote, "hay una enorme dificultad para que los peregrinos acepten caminos alternativos si implican más kilómetros porque ellos siempre buscan el camino más corto ".
En un editorial de la revista Fatima Missionaria, ligada a los Misioneros de la Consolata, que tienen un seminario en Fátima, se pide más mano dura con los que cometen infracciones de tráfico, y consideran que la ley portuguesa es "excesivamente benevolente; a un golpe mortal rara vez se le castiga con una pena de más de tres años incluso si hay varias víctimas".
El editorial recuerda que muchos de los peregrinos que van a Fátima son portugueses que lo hacen a pie en condiciones bastante peligrosas.
La revista reconoce que con los años ha mejorado el apoyo de "los Bomberos Voluntarios, los voluntarios de la Orden de Malta, Cruz Roja, Caritas y el Movimiento del Mensaje de Fátima".
También explica que "ya hay asociaciones que de forma voluntaria forman guías para acompañar a los peregrinos; otras están abriendo nuevas rutas, más alejadas de las carreteras principales, con el fin de facilitar un viaje saludable y seguro".
Lo que falta, aseguran, es el papel de los gobiernos y la protección civil. "La peregrinación a Fátima caminando es algo que exige mucho y a veces va más allá de los límites normales de la resistencia física e incluso psíquica", recuerdan. Sólo se basa en la devoción a la Virgen.
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