¿Desde cuándo consagra la Iglesia de forma tan especial el mes de mayo a la Virgen María?
Vittorina Marini, religiosa de las Hermanas de la Santísima Madre de los Dolores, contesta a esa pregunta desde su conocimiento como marióloga de renombre. Licenciada en Cristología y doctora en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Lateranense, ha sido profesora en el Instituto Pontificio Juan Pablo II sobre el Matrimonio y la Familia y directora de la Sección Italiana del Instituto Pontificio Regina Mundi, vinculado a la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
A preguntas de Aciprensa, la hermana Marini explica que ya la Iglesia primitiva celebraba cada 15 de mayo una fiesta solemne en honor de Nuestra Señora.
Desde la Contrarreforma
Sin embargo, es en tiempos de la Contrarreforma cuando empieza a vincularse con ella el mes completo. En concreto, San Felipe Neri (1515-1595) enseñaba a los jóvenes de su oratorio romano a adornar con flores las imágenes de la Virgen de manera especial durante mayo y a honrarla y cantar sus alabanzas.
‘Venid y vamos todos’, uno de los cantos característicos del mes de mayo mariano.
Posteriormente, en 1677, el padre Angelo Domenico Guinigi, en el noviciado dominico de Fiesole (Florencia), fundó la que llamó Comunella, «una especie de cofradía que comenzó a dedicar el mes de mayo a la Virgen con ejercicios de devoción», explica la religiosa: «Todavía no era el mes de mayo tal y como lo conocemos hoy, pero tenía en común algunos elementos que todavía encontramos a veces: el canto de las letanías lauretanas o la coronación de María con una corona de rosas”. Y así, en la crónica del archivo de la orden de Santo Domingo se dice: “Llegada la fiesta de mayo y oyendo la víspera que muchos seglares empezaban a cantar las letanías y a festejar a las criaturas que aman, decidimos que también nosotros queríamos cantárselas a la Santísima Virgen María».
El mes de mayo actual
El mes de mayo dedicado a María tal y como lo conocemos hoy ya tenía, pues, el terreno preparado en los siglos XVI y XVII cuando, en el XVIII, en concreto en 1725, el jesuita Annibale Dionisi hizo un libro ya titulado Mes de María. Según cuenta Sor Vittorina, la devoción se intensificaría en décadas posteriores al extenderse al mes de mayo la insistencia en el rezo del Rosario, que ya era habitual en octubre.
A mediados del siglo XIX, la devoción del mes de mayo se había extendido por la Europa y la América católicas, y se iba implantando en otras regiones del mundo por la labor de los misioneros.
“El dogma de la Inmaculada Concepción consolidó en 1854 esta tradición, debido al deseo de los pontífices y del pueblo cristiano de dar el mayor honor a la Madre del Señor. Los Papas Pío VII, Gregorio XVI y Pío IX se entregaron a ello y mayo se convirtió en el mes mariano por excelencia y llegó a competir con los momentos álgidos del año litúrgico«, apunta la hermana Marini: “Desde León XIII hasta Pío XII, el Magisterio se interesó por el mes de mayo y lo señaló a los fieles en encíclicas, y a estas recomendaciones se sumaron las cartas pastorales de muchos obispos”.
Así se ha llegado a los tiempos contemporáneos, donde los Papas no han hecho sino intensificar y poner en valor estas devociones, que el pueblo cristiano comparte en estas semanas mediante rosarios, procesiones o peregrinaciones para «reconocer y honrar el lugar de la Santísima Virgen en la historia de la salvación y destacar su vínculo maternal con Cristo y con los fieles”.