Cautivada por Fátima dio una charla improvisada y acabó dedicando toda su vida: 250.000 niños la han escuchado

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Natalie Martha Loya ha dedicado su vida a difundir el mensaje de Fátima

El 13 de mayo se cumplen 100 años de la primera aparición de la Virgen María en Fátima. Una fecha muy especial, motivo por el cual el Papa Francisco visitará el santuario ese día. Pero si hay también una persona que espera con ilusión poder conmemorar esta jornada histórica esa es Natalie Martha Loya, una mujer de 91 años que sin pretenderlo ha dedicado su vida a llevar el mensaje de Fátima por todo Estados Unidos haciendo crecer esta devoción a cientos de miles de personas.

Y aunque ahora necesite un andador para llegar a la catedral de San Juan Bautista en Ohio, perteneciente al Eparquía Católica de rito bizantino, durante décadas fue un auténtico ciclón compartiendo a tiempo y a destiempo la importancia del mensaje de Fátima. Ahora, sirve a la Virgen de otra manera, desde la oración, aunque no con menos ímpetu que en su juventud.

Charlas a más de 250.000 niños

Echando la vista atrás, Natalie no puede contar el ingente número de personas a las que ha podido hablar de la Virgen pero “debo de haber hablado con al menos 250.000 niños de edad escolar”, confiesa. Y a eso habría que sumar un número mucho mayor tras sus conferencias en parroquias, residencias o bibliotecas…

Incluso recuerda con emoción cuando pudo entrar en la cárcel de máxima seguridad de Ossining (Nueva York) en 1977 donde habló a asesinos y violadores sobre la conversión, el Rosario y el resto de mensajes que dejó María en Fátima.

Pero este apostolado mariano surgió sin pretenderlo. Su padre era sacerdote católico de rito oriental, motivo por el cual estaba casado, por lo que se mudó varias veces dependiendo de la parroquia que tuviera que atender por su condición de religioso.

Tenía un futuro laboral prometedor

Natalie tenía un futuro prometedor pues era una avanzada para su época. En 1948 se había licenciado en Química, un campo dominado entonces casi exclusivamente por hombres, y empezó a trabajar en industrias de este sector.

Sin embargo, dejó su trabajo para seguir a su familia, destinada a una parroquia en Indiana, para así ayudar en casa puesto que su madre estaba enferma. Tres meses después fallecía y para que su padre se pudiera dedicar por completo a su ministerio sacerdotal Natalie dejó definitivamente el mundo laboral. Así fue como llegó a Nueva York en 1953. “Fue allí donde toda mi vida cambió”, recuerda esta mujer.

La peregrinación que cambió su vida

Aún recuerda como si fuera ayer cómo le llamó la atención una revista del Ejército Azul de Fátima que le había llegado a su padre así como un anuncio de una peregrinación por distintos santuarios marianos de Europa para conmemorar el centenario del dogma de la Inmaculada Concepción que se cumplía en 1954.

Ella y su padre realizaron esa peregrinación que duró seis semanas y así fue como pudo visitar Fátima por primera vez. En ese viaje llevaba una pequeña cámara fotográfica por lo que pudo hacer algunas fotos en el santuario portugués.

Al regresar y revelar las fotos, de manera espontánea surgió la posibilidad de dar una pequeña conferencia sobre Fátima y su mensaje en la parroquia de su padre y en otras de rito bizantino de la zona. El mensaje de María era entonces muy poco conocido y el boca a boca provocó que la fueran llamando de una parroquia a otra para que les hablará de la Virgen, especialmente de lo que dijo en Fátima.

Miles y mies de rosarios y escapularios

A los 28 años empezó un apostolado que mantuvo durante décadas y que abrió camino a María en Estados Unidos. “Yo iba donde quiera que alguien me llamara y pudiera incluir en mi calendario y eso incluía parroquias, residencias, escuelas…”, cuenta Natalie, tal y como recoge The Catholic Register.

Parte de su apostolado era promover también la oración así que “yo distribuía rosarios y escapularios en cada charla. Los mandaba hacer por miles”. Y asegura que “algunas veces alguien me daba un billete de 20 dólares y eso cubría todos mis gastos y mis viajes. Nunca me preocupé por eso. Tenía un techo sobre mi cabeza y mi padre cuidaba de mí y no tenía que preocuparme por comidas o cualquier cosa”.

«Todos somos pecadores»

En sus conferencias siempre hablaba de la necesidad de la conversión personal y la consagración al Inmaculado Corazón de María, así como las peticiones de la Virgen para obtener la promesa de la paz en el mundo.

Y lo hacía igual tanto en la escuela como en la cárcel de máxima seguridad. En la prisión, recuerda que no sabía cómo empezar y para ello recurrió a unas palabras pronunciadas por el obispo Fulton Sheen, ahora en proceso de beatificación y dijo a los presos para empezar: “Todos somos pecadores”. Cuando acabó los presos le pidieron volver y todos los escapularios y rosarios se los habían llevado los reclusos a sus celdas.

Además, Natalie y su padre iniciaron la rama bizantina del Ejército Azul tras recibir la aprobación del obispo del exarcado católico bizantino de Estados Unidos.  Y así fue como sin pretenderlo dedicó todo su tiempo y su energía a llevar Fátima a los hogares de miles de estadounidenses. Ahora que las fuerzas físicas flaquean lo hace siguiendo las enseñanzas de María a través del Rosario.

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