Belén Perales cuenta su conversión y cómo surgió El Rosario de las 11

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La revista Misión, de suscripción gratuita (aquí), la más leída por las familias católicas en España, ha entrevistado (aquí) a Belén Perales, la impulsora de El Rosario de las 11, un exitoso canal de YouTube donde se reza el rosario cada noche (a las once, hora peninsular de España).

Belén Perales es conversa o, más exactamente, una retornada a la fe ya de adulta y su testimonio de retorno a la fe incluye una experiencia mística inesperada junto a la tumba de Juan Pablo II.

Adolescente atea y rebotada

«Vengo de una familia muy religiosa. Íbamos a misa, a colegio católico… Pero en mi casa todo era cumplimiento, nunca se hablaba de Dios. De adolescente comencé a separarme de la Iglesia. Pero, a la vez, tenía necesidad de cariño. He tenido una relación poco afectiva con mi madre», explica.

En su adolescencia, con malas notas, «me dijeron en el colegio que era poco inteligente, a lo que respondí entregando exámenes en blanco y con una actitud de mucho rebote. Empecé a pensar que realmente era tonta. Tenía la autoestima muy baja. Me convertí en una adolescente atea y con una rabia interna terrible«.

Dinero y parejas que iban y venían

En Formación Profesional sacó buenas notas y a los 22 años ya tenía su propia empresa. «Yo estaba obsesionada con ligar, con que me quisieran, y también con el dinero. Quería llegar arriba y reírme de todos. Pero el dinero duró poco: me casé en Argentina con un novio que terminó llevándose todo mi dinero. Me arruiné por segunda vez por otra pareja con quien tuve una hija que ahora tiene 28 años. En aquella relación estaba atrapada: él me pegaba, era alcohólico… Ahora veo que Dios me ayudó a salir de ahí. Así que me encontré sola con mi hija empezando de cero otra vez».

Para sus hijas, quería las ventajas prácticas del cristianismo

«Al mejorar mi economía, llevé a mi hija a un colegio de monjas. Mi hija recibió la comunión… Por entonces me casé de nuevo por la Iglesia, porque a él le hacía ilusión y yo, que tenía 39 años, tenía ese deseo de “hacer las cosas bien”. Nacieron mis otras dos hijas y vi todas las ventajas prácticas del catolicismo: mi hija mayor, en vez de ir de botellón, estaba en grupos cristianos, así que opté por la vida de cole católico: apuntadas a religión, y yo mimetizada con el resto, pero atea«.

Después se separó de su marido. «Entonces mis hijas pequeñas comenzaron a rezar a todas horas. ¡Lo último que me podía imaginar! Yo enfadadísima, porque querían más a la Virgen que a mí… Mientras tanto, yo seguía con mi vida materialista, mis novios, montaba fiestas singles…»

Una experiencia especial en la tumba de Juan Pablo II

En verano de 2012 estaba de crucero en Roma con sus hijas.

«Mis hijas querían ver al Papa, lo último que a mí me interesaba, pero accedí. Tengo un recuerdo horrible de ese día en el Vaticano: colas, calor, mis hijas todo el rato pidiendo que les hiciera fotos, posando con las manitas juntas… Yo estaba cabreadísima. Pensaba sacarlas del colegio a la vuelta», recuerda.

Entonces, experimentó algo insólito y completamente inesperado.

«De pronto, estaba haciendo una foto y sentí algo que no sé cómo explicar, algo que me inundó. Me caían lágrimas sin parar y lo primero que pensé es que seguía estando casada y vivía en pecado. Sucedió todo muy rápido y dije a mis hijas: “Vamos a rezar”, y vi que estábamos justo junto a la tumba de san Juan Pablo II. Caí de rodillas y recuerdo estar ahí mientras mi hija Paula me secaba las lágrimas. El pensamiento que tenía era el de ‘he destrozado mi vida, esto no tiene arreglo, me voy al infierno'».

El retorno a la fe

Una madre del colegio le recomendó una psicóloga católica para hablar. La psicóloga dijo a Belén: “Tú eres tan hija de Dios como yo”. «Fue como si se abrieran las puertas», recuerda Belén.

«Una de mis hijas iba a hacer la comunión y una tarde me encontré con su catequista, quien me invitó a ir ese domingo a misa. Y allí que fui. Me pasé toda la misa llorando. Pasó el tiempo y sentía la necesidad de confesarme, y por más que iba a la parroquia de mi barrio, no lo hacía. Hasta que una mañana escuché dentro de mí: ‘¿A qué estás esperando? Hoy es el día'».

«Nada más llegar le dije al sacerdote: “He hecho de todo menos robar y matar”, y me respondió: “¡Gloria a Dios, hoy es fiesta en el cielo!”. Le contesté que no se había enterado. Y él me dijo: “La que no se ha enterado eres tú”. Y me empezó a hablar de la misericordia. Hasta entonces yo no había oído hablar más que de un Dios que me iba a castigar. Ese día comulgué y desde entonces no he faltado a misa ningún domingo».

La vida cristiana

Durante un tiempo le costó hacer amistades cristianas porque, dice, «veía que la gente no se acercaba mucho, hay quienes no aceptan a los pecadores». Más adelante fue conociendo más gente y haciendo amigos cristianos. Sobre su experiencia especial en Roma, comenta algo. «La gente me dice: “¡Qué suerte, qué experiencia de Dios”. Y yo lo que admiro es a todos los que permanecen fieles sin necesidad del ‘subidón'». Sospecha que fue fruto de «las oraciones de los fieles y de los religiosos».

Del rosario en casa al rosario «sin límites»

«Tuve un grupo de oración del rosario en mi casa y dejé de hacerlo porque con mis hijas me parecía un lío. Y desde que lo dejé, no sabía muy bien cómo retomarlo. En Medjugorje, en 2018, le pregunté a la Virgen: “¿Qué hago con el rosario?”. Un día me dijo una amiga: “Con lo graciosa que eres, tendrías que tener un canal de YouTube”. Así que una mañana que había nevado, me grabé un vídeo y, por probar, lo subí al canal. Luego otro. Ya en el cuarto vídeo empecé a hablar de Dios, y en el siguiente, decidí rezar un rosario».

Después, una amiga que había visto su rezo del rosario en YouTube la telefoneó y le dijo: “Belén, tienes que hacerlo de nuevo. El rosario me ha dado mucha paz”.

«Así que continué, y comenzó a apuntarse la gente… Pero yo no terminaba de verlo claro. Seguía con el pensamiento de lo presencial. Hasta que un día me dijo una suscriptora: “Querías un rosario en tu casa, pero la Virgen quiere que venga tanta gente que no cabrían en tu salón”. Y la cabeza me hizo clic», comenta con alegría.

El canal de YouTube de El Rosario de las 11 cuenta declara tener 240.000 suscriptores. Sus rosarios en directo suelen alcanzar los 2.000 visionados. El rezo de la coronilla de la Divina Misericordia, unos 4.000 visionados. Los vídeos de curiosidades o de testimonios también tienen éxito de visitas. Recientemente, por ejemplo, un encuentro online con el padre Esteban Castell, desde Roma, se centró en la devoción a la Virgen María y la fuerza del Rosario para interceder ante Dios.

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