La vida del padre Morales va unida a su gran devoción a la Virgen María, y especialmente en su advocación de Fátima, la cual marcó los momentos más importantes de su trayectoria. Y es que ahora que se cumplen los cien años de la primera aparición de María a los pastorcitos en Portugal, la revista Hágase estar cuenta la especial relación que tuvo el fundador de las Cruzadas de Santa María con Fátima.
Este sacerdote (1908-1994) ha sido un personaje de gran importancia en la evangelización del siglo XX. Casi recién ordenado se entregó a la animación de los laicos, prestando especial atención a los trabajadores, los jóvenes y las familias. Y fruto de esta experiencia surgieron obras eclesiales importantes como los Cruzados y Cruzadas de Santa María, la asociación pública de fieles Hogares de Santa María y la Milicia de Santa María.
13 de mayo, una fecha especial para el padre Morales
El padre Tomás Morales estuvo muy vinculado en su niñez y juventud con Lourdes pero Fátima tuvo un papel esencial en su vida sacerdotal. Precisamente, el 13 de mayo de 1942 se cumplían los 25 años de la primera aparición de la Virgen a Lucía, Francisco y Jacinta y muchos sacerdotes se ordenaron ese día por petición del Papa Pio XII, que también ese día celebraba sus bodas de plata episcopales.
Entre ellos estaba el joven jesuita Tomás Morales que empezó su ministerio sacerdotal en la fiesta de la Virgen de Fátima. Desde entonces esta advocación mariana irá tomando cuerpo en su vida.
Los Cruzados y su vinculación a Fátima
El propio padre Morales no ocultaba que de todas las advocaciones, Fátima se llevó sus principales oraciones y predilecciones. Y por ello peregrinó en numerosas ocasiones a este santuario e irremediablemente marcó también los inicios de los Cruzados de Santa María.
Como por ejemplo el 1 de mayo de 1955, estando en la misma capilla de las apariciones comunicó a los primeros cruzados la aprobación verbal de los Cruzados de Santa María como Pía Unión por parte del entonces obispo de Madrid-Alcalá, monseñor Eijo y Garay.
Ante estos primeros cruzados y en el lugar de la aparición les dijo a los presentes, unos doce: “La Virgen ha querido que sea aquí, en el mismo sitio en que Ella apareció sobre una carrasca hace unos años, donde os comunique la alegre nueva del nacimiento en la Iglesia de un movimiento de perfección evangélica sin salir del mundo, para la conquista para Cristo de todos los trabajadores del mundo. No podía ser de otra manera: la Virgen está poniendo en marcha esta Cruzada suya para hacer realidad el mensaje que aquí mismo nos anunció”.
«Madre, hágase»
Años más tarde, en la semblanza que escribió en 1978 y se publicó en Epacta decía que “la Cruzada de la Virgen es el mensaje de Fátima y Lourdes”.
El padre Morales tenía especial devoción a Fátima y por ello hizo que en la Navidad de 1968 fueran a visitar el santuario todos los Cruzados. Dio la casualidad de que venían en Navidad los que estaban en América por lo que en aquel lugar estaban reunidos todos. Y uno a uno pasaron delante de la Virgen diciendo: “Madre, hágase. Madre, estar”.
La imagen de la Virgen peregrina
Después, durante muchos años el padre Morales también tuvo una especial vinculación con la imagen peregrina de Fátima que recorre España. El 1 de enero de 1975 iniciaba el año santo de la redención recibiendo a la imagen peregrina. Y a partir de 1978, y hasta 1993, consiguió que esta imagen le acompañara durante todo el verano.
Otro hecho que vincula al padre Morales, a los Cruzados y a esta advocación, se produjo el 13 de mayo de 1967, cincuenta años después de las apariciones y veinticinco de él como sacerdote. Ese día se ordenaron los dos primeros cruzados.
Pero es que además los Cruzados presentaron sus constituciones en Roma en 1988 pero fueron aprobadas por el Vaticano el 13 de mayo de 1989, día de la muy querida por el padre Morales Virgen de Fátima.
El día que estuvo a punto de morir ahogado
Para este sacerdote, María fue una tabla de salvación desde un punto de vista espiritual pero también físico. Y es que la Virgen también tuvo que interceder por él, como cuando estando en Comillas un 13 de mayo de 1956 se fue a bañar al mar Cantábrico. En una homilía recordaba qué ocurrió aquel día: “El mar ese día estaba un poco agitado. Y de repente las olas empiezan a jugar conmigo. Estaba en la orilla, pero como si estuviera en el fondo del mar, porque no me dejaba levantar la fuerza de las olas. Allí volví a invocar a la Virgen y no sé cómo ni de qué manera, pero lo cierto es que volví a salir a la orilla”.