En el marco de su visita apostólica a Turín el 21 y 22 de junio, el Papa Francisco se reunió con los Salesianos, que celebran este año los 200 años del nacimiento de su fundador, San Juan Bosco.
La Basílica de María Auxiliadora fue el lugar en el que los hijos de Don Bosco y las Hijas de María Auxiliadora escucharon al Papa, quien, al entrar en el templo, oró frente a la tumba del santo durante unos minutos.
Tras una presentación del actual Rector Mayor de los Salesianos, el español Ángel Fernández Artime, el Papa decidió dejar a un lado el discurso que tenía previsto e improvisó sus palabras en las que precisamente habló de su cercanía con esta orden religiosa.
El Santo Padre recordó las características de la orden y de algunas anécdotas que él mismo vivió junto a ellos. Parte de su discurso lo dedicó a hablar de la situación de los jóvenes que no tienen posibilidad de trabajar ni de estudiar. Por eso solicitó una educación “en la medida de la crisis”, ofreciéndoles “alguna cosa que sea fuente de trabajo, de trabajos pequeños, de ayudar, una educación de emergencia”.
“He pensado mucho que decirles a ustedes, lo he escrito, pero es demasiado formal”, comenzó diciendo. “Se lo entrego al Rector Mayor para que se lo haga conocer”, dijo entre aplausos.
“A este Rector Mayor le he conocido en un confesionario, pero yo no fui a confesarme donde él ni él donde yo, sino que era una peregrinación a la Virgen de Luján, de los jóvenes. Él apenas había llegado a Argentina, era el mes de octubre”, comentó.
El Papa explicó que a esta peregrinación llega un millón de jóvenes en 48 horas, y en esa ocasión le presentaron al nuevo “inspector de los Salesianos”. “Yo dije: ‘Ah, ¿este es el gallego que nos viene a mandar?’”.
Francisco les indicó que “quisiera hablarles de mi experiencia con los Salesianos”.
El pequeño Bergoglio y los salesianos
“Mi familia ha estado siempre muy unida a los Salesianos. Mi padre nada más llegar a Argentina fue donde los Salesianos” y “conoció a muchos de ellos”. “Rápidamente se aficionó a un equipo de fútbol (el San Lorenzo) que había fundado un salesiano en 1908 con los chicos de la calle, que tiene los colores de la Virgen, rojo y azul”. “No sé qué opinan, pero para mí es el mejor equipo de Argentina… han sido muchas veces campeones”, dijo.
El Papa señaló que “allí conoció a mí madre, que vivía a pocos metros y se esposaron”, y contó después que les casó un sacerdote misionero salesiano de la Patagonia amigo de la familia, pero que nació en Italia.
“Yo iba a confesarme donde él de chico, me bautizó y después guió mi vocación y en el momento de pasar del seminario a la Compañía de Jesús fue él el que me guió”, por eso “tengo tanto reconocimiento hacia la familia salesiana por lo que han hecho en mi vida”.
Francisco contó que después de tener el quinto hijo, su madre se quedó paralítica, lo que provocó que enviasen a los tres hermanos mayores a colegios salesianos durante un año.
La Virgen en el colegio salesiano
“Yo allí aprendí a amar a la Virgen, los Salesianos me formaron en la belleza, en el trabajo, y esto creo que es un carisma suyo, me formaron en la afectividad y esto era una característica de Don Bosco”, aseguró.
“Con el amor formaba la afectividad, hacía natural la afectividad de los chicos, que le llevábamos flores a la Virgen”.
“Creo que Don Bosco fue capaz de educar la afectividad a los chicos porque tuvo una madre que educó la propia afectividad. Una madre buena, cariñosa, fuerte”, por eso “no se puede entender a Don Bosco sin su madre doña Margarita”.
Por otro lado, el Papa recordó que a finales del siglo XIX, “esta región de Italia estaba llena de masones, ‘come-curas’, anticlericales y demoniacos. Turín era uno de los focos demoniacos… Pero, ¡cuántos santos aparecieron!, ¡Hagan la cuenta!”, exclamó.
«El Señor dio una misión a estas familias que nacieron en este tiempo. Hoy muchas cosas se han mejorado, ahora hay ordenadores… pero la situación de la juventud es más o menos la misma” y “Don Bosco trabajó con los jóvenes que estaban sin trabajo, sin estudios, en la calle. Rescató su ministerio”.
“Hoy con una situación donde el 40 por ciento de los jóvenes de Italia a partir de los 25 años en adelante no tienen trabajo, ni estudian, ustedes Salesianos tienen el mismo desafío que tuvo Don Bosco. Tomar a estos jóvenes”.
Pero, ¿qué hacía el santo? El mismo Francisco dio la respuesta: “El deporte, porque lleva a ser social, a una competitividad sana, a la belleza de trabajar todos juntos, y después la educación. Don Bosco hizo pequeñas escuelas para educarles, donde aprendían un arte o un oficio”.
Sobre este asunto, dijo que quizás “en seis meses” se les puede “enseñar un poco a ser electricistas, o fontaneros porque siempre hay un grifo que se rompe”. Subrayó sobre todo la necesidad de una educación “en la medida de la crisis” y solicitó a darles “alguna cosa que sea fuente de trabajo, de trabajos pequeños, de ayudar, una educación de emergencia”.
“Creo que hoy los chicos de la calle necesitan una educación de emergencia: poco tiempo pero con un oficio práctico y después ya se verá”.
Además de educarles, “hay que llevarles a la alegría, la alegría salesiana, que es otra cosa que yo aprendí y de lo que no me olvido jamás”. “Todo lo que nos ha dado el Señor es precioso, aunque exista la cruz”, pero “con el estómago vacío no se puede alabar a Dios”.
No avergonzarse de Nuestra Madre
El Santo Padre señaló que Don Bosco “no tuvo vergüenza” de recordar lo que él llamó “los tres amores blancos: la Virgen, la Eucaristía y el Papa”. “Él no se avergonzaba de la Virgen porque nunca se avergonzó de su madre”.
“También hoy muchas veces encontramos a gente que no es que se avergüence de la Virgen, pero no hablan de ella con el amor con el que hablaba don Bosco. Fue su primer amor y se fiaba de Dios rezando a la Virgen”.
Sobre la Eucaristía, afirmó que “gracias a Dios, la liturgia en la familia Salesiana se hace bien y se explica bien, se hace entrar a los jóvenes en el misterio eucarístico”. Además, están las “adoraciones eucarísticas que yo veo que hacen los Salesianos, y es bueno”.
El tercer amor, el Papa, porque “Don Bosco amaba la Iglesia, amaba a la Virgen y a su madre, y a ustedes, mujeres consagradas”. “El misterio de la mujer en la Iglesia, el amor al Papa no es solo el amor a una persona, sino el amor a Pedro como cabeza de la Iglesia, como representante del esposo de la Iglesia”.
“Piensen en la relación entre la Iglesia-madre, la Virgen-madre, Margarita-madre”, dijo de nuevo en referencia a la madre del fundador de los Salesianos. “Ustedes forman chicas para ser madres, que hagan crecer a las chicas en el amor a la Virgen y a la Iglesia”.
El Papa señaló que a veces algunos le preguntan por qué no nombra a una mujer jefa de un dicasterio de la curia romana: “Yo les digo: pero ¿usted cree que eso es una decisión fuerte? Eso es un funcionalismo. La mujer en la Iglesia tiene el mismo trabajo que tenía la Virgen con los apóstoles en la mañana de Pentecostés. Los apóstoles sin María no hacían nada. Jesús lo quiso así”.
Antes de terminar, aseguró que “la Iglesia, la pobrecita, debe convertirse todos los días, desde el Papa en adelante, pero es la Santa Madre Iglesia”.
“Por toda esta experiencia con los Salesianos le doy gracias a Dios” dijo, y aseguró que “me ha ayudado a ir adelante en la alegría, en la oración y creo que esto no es algo que se haya venido abajo con el tiempo”, sino que “el carisma es de una actualidad grandísima”.
“Les doy las gracias de todo lo que hacen en la Iglesia y por la Iglesia, les agradezco por la misionariedad. Hay muchos Salesianos escondidos en África” y recordó también a los Salesianos mártires de la Patagonia, en Argentina.
“A los Salesianos que no tienen la concreción de las cosas le falta algo”, porque “Salesiano es ser ‘concreto’. Ve el problema, piensa cómo hacer y toma una decisión en mano”, aseguró.