Recién casada, Ester Moncayo es una joven malagueña de la parroquia de San Patricio a quien el rezo del rosario ha aportado «vida en lugar de muerte, alegría en lugar de tristeza y esperanza en lugar de desesperación».
El rezo de las 50 avemarías ha sido apoyo fundamental para ella y su familia en los momentos más duros, como la enfermedad de su madre
El primer contacto de Ester Moncayo con el rezo del rosario se remonta a su más tierna infancia. «Cuando era pequeña –recuerda– e iba a casa de mis abuelos, me acuerdo de verles rezándolo, junto con todos mis tíos».
En su casa también ha sido siempre costumbre rezarlo de forma puntual junto a sus padres y hermanos «en la carretera, cuando íbamos de viaje; o cuando alguno de mis hermanos o yo estábamos mal. Entonces nos reuníamos en familia en el salón, y lo rezábamos todos juntos».
Hoy ya casada, a sus 25 años, lo sigue rezando, aunque reconoce que no con tanta frecuencia como antes.
Una ayuda para la familia
«Hace unos dos años –relata Ester– empecé a rezar el rosario todos los días por unos amigos que me contaron que estaban regular en su matrimonio. Rezaba el rosario por ellos cada noche y vi cómo su matrimonio se iba arreglando».
«Después de ese motivo para rezar, encontré otro aún mayor, y fue cuando a mi madre le detectaron cáncer. Yo lo rezaba para que ni yo ni mi familia nos alejásemos de Dios en esos momentos. Fue un año entero, rezando cada noche tanto por mi madre, como por la familia en general, y nos ayudó muchísimo. Nos hizo ver que Dios estaba con nosotros aun cuando mi madre nos dejó y subió al cielo, a unas semanas de mi boda».
«No se trataba de rezarlo para que mi madre se curase, sino para que nosotros aceptásemos la voluntad de Dios, y realmente la hemos aceptado. Hemos visto cómo Dios nos ha cuidado y no nos ha abandonado. No es que no eche de menos a mi madre, pero sé que está en el cielo, y esa certeza la tengo porque he visto cómo ha actuado Dios. Tengo claro que si no hubiese sido por la oración del rosario y de muchos otros hermanos que lo han rezado por nosotros, no habría sido posible que estuviésemos así».
Fuerza para el día a día
El rezo del rosario no es sólo recomendable en los momentos de angustia, sino en el día a día, señala la joven.
«Rezarlo me aporta muchísima paz, me hace patente que no estoy sola, sino que Dios y la Virgen están conmigo, y que ellos me dan la fuerza».
Para Ester, los estereotipos sobre el rosario como una oración aburrida y para personas mayores están muy alejados de la realidad.
«A quien piense eso –contesta– le animaría a rezarlo de corazón, sabiendo que no se trata de que Dios haga nuestra voluntad, sino de pedir ayuda a la Virgen para aceptar la voluntad de Dios. A mí personalmente me ha aportado muchísimo, y la oración no es de jóvenes o viejos, es del alma. Es una oración para los que son conscientes de que necesitan que la Virgen les ayude, que esté en su casa, en su vida. Para descubrir eso no hay que tener una edad determinada, sino querer que una madre interceda y tener la certeza de que va a estar conmigo como madre mía».