La imposición de la comunión en la mano por razón del virus es abusiva ante el Derecho de la Iglesia, según afirma el jesuita Ángel María Rojas, S.I., sacerdote desde 1969, especializado en la predicación de ejercicios espirituales y fundador de los Grupos de Oración del Corazón de Jesús.
En un estudio, titulado ¿Cómo comulgar en época de pandemia?, el padre Rojas lamenta que «algunos de los que obligan a comulgar en la mano lo motivan ‘por obediencia a la Iglesia’. Algunos dicen que los que no lo aceptan así son desobedientes y fanáticos. Se dan incluso casos de un autoritarismo despótico: ‘El párroco soy yo, y se hace lo que yo digo’”.
«¡Evidentemente, todos tenemos que obedecer a la Iglesia!», exhorta el jesuita, por lo cual aborda dos cuestiones: cuál es la autoridad a la que hay que obedecer, y qué ha ordenado sobre cómo comulgar.
A qué autoridad obedecer en esta cuestión
Respecto a la primera, citando el Concilio Vaticano II y el Código de Derecho Canónico, recuerda que «la palabra última» no la pueden tener ni un párroco, ni un obispo, ni una conferencia episcopal, ni un cardenal: «Es evidente que no, pues es claro que entre ellos hay actitudes diversas e incluso contrapuestas; sin ir más lejos, en este tema de la Comunión. De otro modo, habría múltiples iglesias: tantas cuantas opiniones de las distintas autoridades».
Es el Papa quien tiene la autoridad última: «Todo párroco, obispo o conferencia episcopal deben obediencia al Papa, y ellos mismos tienen autoridad en cuanto están unidos al Sumo Pontífice. Esto es doctrina común».
Qué ha dicho esa autoridad
Pues bien, y esto es lo segundo que plantea el padre Rojas: «¿Qué han dicho los Papas sobre cómo dar la comunión? Es muy importante conocerlo, porque a eso debemos atenernos todos, tanto los fieles como los sacerdotes y obispos».
Haciendo un poco de historia, explica que la comunión de rodillas y en la boca se utilizaba ya en el siglo IV, siendo impulsada por San Cirilo de Jerusalén y por San Juan Crisóstomo.
Por su parte, los arrianos promovían la comunión en la mano «como signo de su rechazo a reconocer la divinidad de Jesucristo». Tras ser vencida esa herejía, en torno al siglo IX la comunión en la mano «había desaparecido totalmente».
Cuando en los años 60 del siglo XX empezó a practicarse de nuevo contra las reglas que la prohibían, la Santa Sede reaccionó dejando claro cuál era la norma (en la boca) y cuál el abuso (en la mano), que legalizaba mediante un permiso, pero solo como norma subsidiaria y tolerada.
La instrucción Memoriale Domini del 29 de mayo de 1969 exhortaba «calurosamente» a obispos, sacerdotes y fieles a conformarse «a la ley vigente y nuevamente confirmada [de la Comunión en la boca], tomando en consideración el juicio dado por la mayor parte del Episcopado católico, la forma empleada por el rito actual de la sagrada liturgia y también el bien común de la misma Iglesia».
«La nueva manera de comulgar», añadía, «no deberá ser impuesta de modo que excluya el uso tradicional. Lo importante es que cada fiel tenga la posibilidad de recibir la Comunión sobre la lengua, al modo tradicional, y al mismo tiempo otras personas puedan recibir la Hostia en la mano».
Una carta de la Congregación para el Culto Divino del 3 de abril de 1985 fue aún más tajante: “No se obligará jamás a los fieles a adoptar la práctica de la comunión en la mano, dejando a cada persona la necesaria libertad para recibir la comunión o en la mano o en la boca” (n. 7).
¿Vale la pandemia como excepción?
«Por tanto», concluye el padre Rojas, «la Comunión en la mano no se puede imponer. Es una dispensa, y no puede suplir al darla en la boca, que debe seguir siendo el modo tradicional en la Iglesia católica, según su magisterio supremo».
Tras citar una larga y prolija serie de documentos de la Iglesia universal y de la Iglesia española, el religioso jesuita concluye que «es evidente que, según la legislación actual de la Iglesia, todo fiel puede comulgar en la boca, siempre que lo desee, y que los ministros ordenados no pueden obligarle a comulgar en la mano».
Pero lo cierto es que «algunas autoridades locales exigen que se dé la Comunión en la mano, dada la actual situación de pandemia». Pues bien, «esto es lo que condena el Papa Francisco como ‘clericalismo‘».
Y no se puede argüir que se trata de una medida «provisional», porque «la única Autoridad eclesiástica que podría tomar esta decisión es el Papa, que no ha cambiado lo legislado«.
No se puede desobedecer “provisionalmente”, dice, y menos tratándose de la Eucaristía.
En efecto, «la legislación de la Iglesia dice que los obispos tienen la grave obligación de velar por una correcta celebración eucarística, y que no tienen autoridad para cambiar las normas dadas por la Santa Sede… Según la legislación eclesiástica actualmente vigente, si un párroco, obispo, cardenal o conferencia episcopal impusiera la Comunión en la mano, no actuaría conforme al Derecho positivo de la Iglesia ni, por tanto, podría a su vez exigir ser obedecido por los fieles en este tema».
Me ha parecido un documento muy interesante.
Este jesuita lo expone muy claramente.
¿No se podría difundir más?
¡Necesitarían conocerlo muchos sacerdotes!
Buenas noches. Comulgo totalmente con lo que dice este artículo la comunión no se debe dar en la mano. La estructura jerárquica de la iglesia católica asi es y también debe respetarse. Sin embargo, hay curas qué no les importa y hacen lo que quieren. Ek sacerdote es amo y señor de su parroquia y hace lo que quiere y cuando quiere. Es la realidad. En mi parroquia asi actua ek sacerdote
Que triste que el Papa Francisco no a hablado públicamente para dar valentía a su pueblo.. y que nosotros podamos tener esa gracia de comulgar de acuerdo a lo que se promulga.. y a la voluntad De Dios !!
Jesús nunca hizo lo políticamente correcto.
Yo comulgo en la boca y me he negado hacerlo de otra forma,, siempre he pensado que quien soy yo para tocar a Cristo.
Hay sacerdotes que me han dicho que en la boca NO, pero si estarían seguros que Cristo está ahí cambiarían?.triste que el Papa no hable, se equivoca
Los discípulos de la primera hora de la Iglesia comulgaban en la mano y NO ES PECADO
y hay cosas peores que están sucediendo como por ejemplo que no se ora más por la santificación y conversión de los pecadores dentro de la iglesia
Yo no entiendo por qué los mismos sacerdotes están tan divididos en está cuestión. Unos te lo niegan y otros no.
Jesús nunca contagió a nadie, al contrario, Jesús sana. No me imagino a los apóstoles diciendo al Señor, » Maestro, cuando te acerques a un leproso, piensa en nosotros, que puedes contagiarnos».
Creo que es una cuestión de fe, no se cree que Jesús está tan presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad como lo estaba en Galilea.
Recemos mucho por los sacerdotes, la Virgen nos lo pide.