El pasado 9 de agosto se cumplieron 72 años del lanzamiento de la bomba atómica de Nagasaki, tres días después de que otra destruyera Hiroshima. Como cada año se recuerda esta tragedia que dejó más de 200.000 muertos y decenas de miles de heridos.
Precisamente, estas dos ciudades japonesas eran las más católicas de todo el país. Sólo en Nagasaki, la comunidad católica perdió a dos tercios de sus miembros. Esta urbe fue desde el siglo XVI centro importante del catolicismo en Japón, impulsado por los misioneros jesuitas y franciscanos aunque luego fue también un importante foco de persecución.
Procesión con la Virgen que sobrevivió al ataque nuclear
Entre los tradicionales actos de recuerdo del sufrimiento que generó este ataque nuclear, los pocos católicos que quedan quisieron hacer su particular ceremonia y lo hicieron como cada año con una procesión encabezada por los restos de la Virgen que se salvaron de la destrucción nuclear de Nagasaki.
Cientos de católicos participaron con antorchas encendidas en esta procesión que ya tiene una gran devoción entre los fieles. Esta historia está íntimamente relacionada con el padre Keamon Noguchi, un monje trapense que se había criado junto a la catedral y que solía rezar ante esa imagen de la Virgen cuando era niño.
El padre Noguchi ingresó en un monasterio en el norte de Japón y fue ordenado sacerdote en 1939, pero fue movilizado en 1943. Regresó a Nagasaki cuando la ciudad ya había sido arrasada y fue directamente al lugar en el que antes estaba la catedral. Quería encontrar algo que pudiese llevar de vuelta al monasterio pero no halló nada.
Entonces rezó a la Virgen y a continuación apareció “la santa faz de la Virgen ennegrecida por el fuego, mirándole con aire sombrio”. El sacerdote se llevó la cabeza de la Virgen al monasterio y sólo en 1975 la devolvió a la catedral.
Desde entonces, esta imagen de María que sobrevivió a la explosión nuclear es venerada por los católicos nipones y sacada en procesión en el aniversario de la tragedia. Este año no ha sido una excepción y más si cabe con la inestabilidad política mundial y la amenaza de una posible guerra nuclear en la que aparecen involucrados entre otros Corea del Norte y Estados Unidos.
Una situación política internacional compleja
La procesión fue el cierre de los actos de la jornada, iniciada en la mañana con una ceremonia que tuvo su culmen a las 11.02, hora en que fue liberada la bomba, con un minuto de silencio, mientras se escuchaba el toque de campanas. La bomba destruyó la ciudad y la misma catedral católica de la Inmaculada, también conocida como la iglesia de Urakami, lugar donde se levantaba.
En la ceremonia, el intendente de Nagasaki, Tomihisa Taue, dijo que “la situación internacional en relación a las armas nucleares se está tornando cada vez más tensa” y “una fuerte sensación de ansiedad se está propagando por el globo porque en un futuro no lejano estas armas podrían seguir siendo utilizadas”.
“La amenaza nuclear –agregó Taue- no terminará en tanto las naciones continúen diciendo que las armas nucleares son esenciales para su seguridad nacional”, agregó, tal y como recoge la agencia Aica.