El servicio de prensa de la Santa Sede ha anunciado este martes 15 de marzo que «el viernes 25 de marzo, durante la Celebración de la Penitencia que presidirá a las 17 horas en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco consagrará a Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María. El mismo acto, el mismo día, será realizado en Fátima por el cardenal Konrad Krajewski, limosnero pontificio, como enviado del Santo Padre».
Así lo ha difundido el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, y se hace eco el digital de noticias de la web del Vaticano, VaticanNews.
La fecha tiene su significación mariana: el 25 de marzo, nueve meses antes de Navidad, se celebra la fiesta mariana de la Encarnación o la Anunciación del Señor.
La Virgen de Fátima y los errores de Rusia
En la aparición de la Virgen María de Fátima del 13 de julio de 1917, la Virgen -según los niños videntes- pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, afirmando que, si no se concedía esta petición, Rusia extendería «sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia«.
«Los buenos -añadía el mensaje- serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir y varias naciones serán destruidas».
Este mensaje se proclamó después de que el zar fuera derrocado en febrero, pero antes de la revolución bolchevique de octubre, cuando el comunismo soviético se hizo con el control de las principales ciudades. Las cruentas persecuciones contra católicos y ortodoxos en Rusia empezaron en octubre o inmediatamente después y con distintos grados de intensidad se mantuvieron hasta la caída de la URSS en 1991.
La consagración de Pío XII en plena Guerra Mundial
El 31 de octubre de 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, mientras los norteamericanos frenaban a los japoneses en Guadalcanal y los británicos vencían a los alemanes e italianos en el Norte de África, el Papa Pío XII, consagraba el mundo entero al Inmaculado Corazón de María.
Pasados 10 años, ya en plena guerra fría, Pío XII, con 76 años, seis años antes de morir, el 7 de julio de 1952 consagró los pueblos de Rusia al Corazón Inmaculado de María en la Carta Apostólica Sacro vergente anno: «Así como hace unos años consagramos el mundo entero al Corazón Inmaculado de la Virgen Madre de Dios, ahora, de manera muy especial, consagramos todos los pueblos de Rusia al mismo Corazón Inmaculado».
Pablo VI renovó la consagración
El 21 de noviembre de 1964, Pablo VI renovó la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María en presencia de los Padres del Concilio Vaticano II.
Casi dos décadas después, el Papa Juan Pablo II compuso una oración para lo que llamó un «Acto de Encomienda» que se celebraría en la Basílica de Santa María la Mayor el 7 de junio de 1981, solemnidad de Pentecostés. Este es el texto:
«Madre de los hombres y de los pueblos, Tú conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que sacuden al mundo, acoge nuestro grito dirigido en el Espíritu Santo directamente a tu Corazón y abraza con el amor de la Madre y de la Esclava del Señor a los que más esperan este abrazo, y, al mismo tiempo, a aquellos cuya entrega Tú esperas de modo especial. Toma bajo tu protección materna a toda la familia humana a la que, con todo afecto a ti, Madre, confiamos. Que se acerque para todos el tiempo de la paz y de la libertad, el tiempo de la verdad, de la justicia y de la esperanza».
Más adelante, durante el Año Santo de la Redención de 1981, repitió este acto de entrega del 7 de junio de 1981, y lo hizo de nuevo en el santuario de Fátima el 13 de mayo de 1982.
El 25 de marzo de 1984 en la Plaza de San Pedro, en unión espiritual con todos los obispos del mundo, previamente «convocados», Juan Pablo II de nuevo confió todos los pueblos al Corazón Inmaculado de María:
«Y por eso, oh Madre de los hombres y de los pueblos, Tú que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas, Tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, que sacuden hoy al mundo, acoge nuestro grito que, movidos por el Espíritu Santo, dirigimos directamente a Tu Corazón: abraza con el amor de la Madre y Sierva del Señor, este nuestro mundo humano, que te confiamos y consagramos, llenos de inquietud por el destino terrenal y eterno de los hombres y de los pueblos. De manera especial, te encomendamos y consagramos a aquellos hombres y naciones que tienen especial necesidad de esta encomienda y consagración».
Sor Lucía, según Bertone, dio por bueno el acto de 1984
En junio de 2000, la Santa Sede reveló la tercera parte del secreto de Fátima, y el entonces arzobispo Tarcisio Bertone, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, señaló que Sor Lucía de Fátima, la mayor de las videntes y la única que llegó a edad adulta, en una carta de 1989, había confirmado personalmente que ese acto solemne y universal de consagración correspondía a lo que quería la Virgen: «Sí, se hizo -dijo la vidente- tal como Nuestra Señora había pedido, el 25 de marzo de 1984″.