El Papa entrega 2024 a María, Madre de Dios: gota a gota, los siglos conducen a ella, dice

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Misa de Santa María Madre Dios en el Vaticano al iniciarse 2024
Misa de Santa María Madre Dios en el Vaticano al iniciarse 2024

El Papa Francisco presidió este lunes la misa de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, con la que se inicia el año 2024, encomendando el nuevo año a «la ternura materna de María, la Santa Madre de Dios».

El Papa quiso explorar la expresión de la Carta de San Pablo a los Gálatas que habla de que «cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer».

Gota a gota, la plenitud del tiempo lleva a María

Ante unos 7.000 fieles reunidos en la Basílica de San Pedro, el Papa comentó que antiguamente una forma de medir el tiempo era vaciando y llenando ánforas con agua. «Esa es la plenitud del tiempo: cuando el ánfora de la historia está colmada, la gracia divina desborda; así pues, Dios se hace hombre y lo hace en el signo de una mujer, María», explicó el Pontífice.

Misa de Santa María Madre de Dios en la basílica vaticana con el Papa
Misa de Santa María Madre de Dios en la basílica vaticana con el Papa

«Ella es el camino elegido por Dios, ella es el punto de llegada de tantas personas y generaciones que, ‘gota a gota’ han preparado la venida del Señor al mundo. De este modo, la Madre está en el centro del tiempo. Dios se ha complacido de dar un giro a la historia por medio de María, la mujer. Con esta palabra la Escritura nos remite a los orígenes, al Génesis, y nos sugiere que la Madre con el Niño marca una nueva creación, un nuevo comienzo. Por tanto, al principio del tiempo de la salvación está la Madre de Dios, la Santa Madre de Dios, nuestra Madre santa”.

En María, Dios se une a nuestra humanidad

El Papa también recordó a los cristianos que en el Concilio de Éfeso, en el año 431, proclamaban, con razón, en las calles a María como Madre de Dios, y no sólo como madre de Jesús o de Cristo.

«Es hermoso que el Pueblo fiel, como antaño en Éfeso –eran valientes aquellos cristianos-, proclame con alegría a la Santa Madre de Dios. Las palabras Madre de Dios expresan, en efecto, la alegre certeza de que el Señor, tierno Niño en brazos de su mamá, se ha unido para siempre a nuestra humanidad, hasta el punto de que esta ya no es sólo nuestra, sino también suya. Madre de Dios: son pocas palabras para confesar la alianza eterna del Señor con nosotros. Madre de Dios: es un dogma de fe, pero es también un “dogma de esperanza”; Dios en el hombre y el hombre en Dios, para siempre”.

La Carta a los Gálatas añade: «Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre!» (Ga 4,6).

Francisco relaciona entonces la acción del Espíritu Santo con María. «También en el envío del Espíritu la Madre es protagonista: el Espíritu Santo desciende sobre ella en la Anunciación (cf. Lc 1,35), después en los inicios de la Iglesia desciende sobre los Apóstoles reunidos en oración con «María, la madre» (Hch 1,14). De esta manera, la acogida de María nos ha traído los dones más grandes; ella ha «hecho hermano nuestro al Señor de la majestad» (Tomás de Celano, Vida segunda, CL, 198: FF 786) y ha permitido que el Espíritu clame en nuestros corazones: ‘¡Abba!, ¡Papá!'».

De la maternidad de María a la ternura del Padre Dios

Así, el Papa asegura que «la maternidad de María es el camino para encontrar la ternura paterna de Dios, el camino más cercano, más directo, más fácil».

Después de estas palabras, el Papa dejó a un lado su texto preparado para improvisar un mensaje.

«No lo olvidemos: la maternidad de María es el camino para encontrar la ternura paterna de Dios, el camino más cercano, más directo, más fácil, con esto que es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura», aseguró sin leer sus papeles.

«La Madre, en efecto, nos conduce al principio y al corazón de la fe, que no se trata de una teoría o de un compromiso, sino de un don inmenso, que nos hace hijos amados, moradas del amor del Padre», continuó.

Luego volvió a su texto previsto, recordando que «acoger a la Madre en la propia vida no es una elección devota, sino una exigencia de la fe: «Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos», es decir, hijos de María (dijo citando a San Pablo VI, su Homilía en Cagliari, 24 abril 1970)».

Bergoglio insistió que “la Iglesia necesita de María para redescubrir su propio rostro femenino, para asemejarse más a ella que, como mujer, Virgen y Madre, representa su modelo y su figura perfecta (cf. Lumen gentium, 63); para dar espacio a las mujeres y para ser generativa a través de una pastoral hecha de cuidado y solicitud, de paciencia y valentía materna”.

Aprender de las madres y las mujeres

El Santo Padre propuso «mirar a las madres y a las mujeres para encontrar la paz, para escapar de las espirales de violencia y odio, y volver a tener miradas humanas y corazones que ven». Animó a las sociedades a «acoger el don de la mujer, de cada mujer: respetarla, cuidarla, valorarla, sabiendo que quien lastima a una mujer profana a Dios, nacido de mujer».

En su sermón, Francisco puntualizó que “María, la mujer, así como fue decisiva en la plenitud del tiempo, también es determinante en la vida de cada uno; porque nadie mejor que la Madre conoce los tiempos y las urgencias de sus hijos”.

“Nos lo nuestra una vez más con otro “comienzo”, el primer signo realizado por Jesús en las bodas de Caná. Allí es precisamente María quien se da cuenta que falta el vino y se dirige a Él (cf. Jn 2,3). Son las necesidades de los hijos las que la mueven a ella, a la Madre, a pedirle a Jesús que intervenga. Y en Caná Jesús dice: «“Llenen de agua estas tinajas”.

Explayándose sobre el pasaje evangélico, declaró que “María, que conoce nuestras necesidades, apresura también para nosotros el desbordamiento de la gracia y lleva nuestras vidas hacia la plenitud”. Reconoció que “todos nosotros tenemos carencias, soledades, vacíos que necesitan ser colmados”.

“¿Quién puede hacerlo sino María, Madre de la plenitud? Cuando estamos tentados de encerrarnos en nosotros mismos, acudimos a ella; cuando no logramos desenredarnos de los nudos de la vida, buscamos refugio en ella. Nuestro tiempo, vacío de paz, necesita de una Madre que vuelva a reunir a la familia humana”.

Ser constructores de unidad con su creatividad maternal

Luego, llamó a mirar a María “para ser constructores de unidad, y hagámoslo con su creatividad de Madre, que cuida de sus hijos, los congrega y los consuela, escucha sus penas y enjuga sus lágrimas”.

La Virgo Lactans, icono medieval, en la misa de inicio de año 2024 en la basílica vaticana
La Virgo Lactans, icono medieval, en la misa de inicio de año 2024 en la basílica vaticana

En este primer día de 2024, el Papa invitó a contemplar un icono («tan tierno») procedente de la Abadía de Montevergine, al sur de Italia, que temporalmente se ofrece a la veneración de los fieles en la basílica vaticana del 31 de diciembre de 2023 al 1 de enero de 2024. Es la Virgo Lactans, la Doncella que ofrece su leche. «¡Con qué ternura nos cuida y está cerca de nosotros! Ella nos cuida y está cerca de nosotros», exhortó el Papa Francisco.

«Ella, con ternura, sabrá revelar su plenitud; porque nos conducirá a Jesús, y Jesús es la plenitud del tiempo, de todo tiempo, de nuestro tiempo. En efecto, como se ha escrito, “no ha sido la plenitud del tiempo lo que hizo que fuera enviado el Hijo de Dios, sino al contrario, el envío del Hijo dio lugar a la plenitud del tiempo” (esta última cita es de Martín Lutero, el fundador del luteranismo, de su predicación sobre Gálatas de 1516 y 1517).

Finalizó el Papa su predicación animando a todos a proclamar tres veces en voz alta: «¡Santa María, Madre de Dios!»

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