Medio milenio de las apariciones de Nuestra Señora de las Gracias en Cotignac, donde se anunció el nacimiento del Rey Sol

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Al principio de cada verano, miles de padres y de madres de familia acuden en peregrinación a Nuestra Señora de las Gracias en Cotignac.

El santuario de Nuestra Señora de las Gracias de Cotignac (Var), en la Provenza francesa, celebrará cuatrocientos días de jubileo con ocasión de su quinto centenario. El año jubilar comenzará el fin de semana del 1 y 2 de diciembre con una misa que celebrará el obispo de Fréjus-Toulon, Dominique Rey, y se cerrará el 5 de enero de 2020.

Del 10 al 16 de agosto tendrá lugar también allí un Festival para familias y jóvenes que contará con la presencia del cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon. Además, como todos los años, a principios del verano (finales del mes de junio) tendrán lugar las tradicionales peregrinaciones de miles de padres y madres, que hacen de este lugar un enclave privilegiado para la evangelización de las familias: más de 150.000 personas lo visitan cada año.

“¿Qué es un jubileo? Una ocasión de festejar los dones de Dios”, explica el hermano Hubert-Marie, de la Congregación de San Juan, rector del santuario, a Famille Chrétienne: “Este jubileo no es una culminación, sino que nos va a servir para proyectarnos hacia el futuro”.

El hermano Hubert-Marie, rector del santuario.

Está en marcha un proyecto para financiar una reforma a fondo del lugar, con el encargo de nuevas obras de arte y una mejora en la acogida a los peregrinos: nuevas salas, un ensanchamiento del atrio de la iglesia, acondicionamiento de celebración al aire libre… “Siempre conservando el carácter familiar e íntimo de este lugar de oración”, precisa el hermano Hubert-Marie.

Una iglesia y un Rey

El origen de la devoción a Nuestra Señora de las gracias se remonta al 10 de agosto de 1519, cuando Jean de la Baume, un leñador que había subido al monte Verdaille a cortar unos árboles, se arrodilló para rezar antes de comenzar su tarea. Al concluir, se levantó y vio en una nube a la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, flanqueada por el arcángel San Miguel y San Bernardo de Claraval.

Yo soy la Virgen María”, le anunció Nuestra Señora: “Ve y dile a los sacerdotes y a los cónsules de Cotignac que construyan aquí una iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora de las Gracias, y que se acuda en procesión para recibir los dones que quiero distribuir”.

Jean pensó que se trataba de una alucinación veraniega y no dijo nada de lo que le había ordenado la Virgen. Pero al día siguiente, cuando regresó al mismo lugar para trabajar, la aparición se repitió, y entonces sí transmitió el mensaje a las autoridades de Cotignac.

Poco más de un mes después, el 14 de septiembre, se puso la primera piedra del santuario, donde efectivamente la Madre de Dios ha concedido en el último medio milenio toda clase de favores y milagros.

Una de sus intervenciones más conocidas tiene que ver con el Rey Sol, Luis XIV, el monarca que gobernó Francia durante un larguísimo periodo (72 años, entre 1643 y 1715) coincidente con su mayor grandeza. Sus padres, Luis XIII y la española Ana de Austria, hija de Felipe III, que había tenido un embarazo fallido, no conseguían dar un heredero al reino desde su matrimonio en 1615.

El 3 de noviembre de 1637, la Virgen se apareció al hermano Fiacre, un religioso agustino, a quien mostró un niño y anunció: “No tengas miedo, soy la Madre de Dios, y el niño al que ves es el Delfín [heredero] que Dios quiere dar a Francia. Para que quede claro, que quiero que se avise a la Reina de que haga tres novenas en mi honor, he aquí la misma imagen que está en Nuestra Señora de las Gracias, en Provencia, y la fachada de la iglesia”.

El hermano Fiacre hizo las novenas en nombre de la Reina, una a Nuestra Señora de las Gracias, otra a Notre Dame de parís y la última a Nuestra Señora de las Victorias. El 5 de septiembre de 1638 nació Luis XIV, quien veintidós años más tarde, el 21 de febrero de 1660, acudió a Cotignac acompañado de su madre a dar las gracias por su nacimiento.

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