Madre Ven, la película, se estrena en cines de España el 25 de noviembre. Es, sobre todo, un documental que emociona por sus testimonios y paisajes, muchos de ellos lugares sacros que el espectador español reconoce y ama.
Recogen un momento muy especial, quizá único en la historia moderna. Se filmó cuando España salía del confinamiento por el coronavirus, cuando podía empezar a reunirse en iglesias y acudió a recibir una imagen de la Virgen, con oración y alegría, tras dos años sin procesiones de Semana Santa ni devociones populares. Llegó entonces esa imagen blanca de la Inmaculada que, llegada de Éfeso a Zaragoza, partió de la Basílica del Pilar y recorrió el norte y el sur del país, santuarios, conventos, ciudades y pueblecitos durante seis meses.
La recibieron gaiteros, y tamborileros, y grupos de jóvenes con guitarras y las abuelitas de parroquia y las religiosas de clausura y los estudiantes de universidades y cofrades en procesión (la primera en tantos meses) y hasta trataron de llevarla a prisiones y hospitales. Cuando no podría entrar, presos y enfermos la saludaban desde las ventanas de sus dependencias restringidas.
Una trama de ficción, una familia que se desmantela
La película incluye una parte breve de ficción, sobre una familia herida (aunque finge que no le duele), con padres e hijos distanciados, una pareja en separación, y niños que ya no conocen al Dios de sus padres…
Hay un abuelo ya de 80 años, sus tres hijas adultas que trabajan mucho, los nietos. Pero no hay abuela. En realidad falta una Madre que los reúna a todos. Esta parte, dirigida por Pablo Moreno, está bien integrada en el film y fluye con naturalidad al recurrir a actores profesionales con los que él ya ha trabajado antes: Laura Contreras (Luz de Soledad), Antonio Reyes (Claret), Juan Lombardero, Javier Lorenzo… La pequeña Lourdes Cort queda muy simpática como la nieta cómplice del abuelo en su fuga. Ella visibiliza a los niños como víctimas ocultadas de las rupturas familiares.
En realidad, la película trabaja sobre la maternidad a tres niveles simbólicos. La niña quiere a su mamá, y quiere que esté con su papá. Los peregrinos quieren a la Virgen, y quieren que visite su casa, sus vidas, sus heridas. Por último, el espectador español, al recorrer santuarios de todo el país, ligados a sus excursiones familiares, a sus devociones locales, a sus advocaciones, a su vida, reconoce el elemento de maternidad que hay en la patria, en los lugares amados, que en España son muchos y hermosos. Queremos que nuestra Madre del cielo habite en nuestra vida en la tierra. Es la gran intuición de «Madre, Ven».
El «tour» de la Virgen: lugares, y corazones transformados
En la estructura, nos absorbe una especie de «tour» por España, con sus etapas -como si fuera la Vuelta Ciclista-, llena de testimonios de vidas tocadas por la peregrinación en el contexto de lugares siempre especiales.
Los seis meses de «gira de la Virgen» -del 1 de mayo al 12 de octubre de 2021- fueron notorios en muchos sentidos. Un detalle que hay que señalar es que no hubo un solo incidente o agresión en 6 meses. Hablamos del mismo país lleno de energúmenos que gritaban y amenazaban a niñas de 16 años en pleno centro de Madrid en las JMJ 2011. O no: ¿quizá el coronavirus cambió algo?
La idea surgió a partir del ejemplo de una ruta de peregrinación en Francia, la llamada «M de María», que enlazaba unos santuarios marianos. Los impulsores de «Madre Ven» se sintieron interpelados. «Nos pareció que la Virgen nos decía: «¿Qué esperáis?» Sentimos que teníamos que hacer algo», explica Ambrosio Arizu, padre de 9 hijos y ya con 13 nietos.
El primer paso fue pedir oración a conventos. Y de hecho la imagen contó con la oración de 200 conventos, y pudo visitar 90 de ellos. «Fue impresionante ver como se abrían puertas», recuerdan los organizadores.
El sacerdote Jaime Bertodano explica que era necesaria «una advocación que englobara a todas, y esa fue la Inmaculada«. A partir de una imagen del seminario de Toledo, se elaboró una nueva Inmaculada.
«San José, ¿no tienes nada que decirle a tu mujer?»
Había que apoyarla con música, y se le encargó a Oswaldo y Arce, un matrimonio que evangeliza con la música… pero que llevaba sin componer temas propios desde hacía 17 años. Se les acababa el plazo, tenían que entregar un tema y decidieron rezarle a San José. «San José, ¿no tienes nada que decirle a tu mujer?», exclamó Arce. «Y entonces nos salió la canción completa de Madre Ven en cinco minutos, toda seguida. Fue impresionante», recuerda Oswaldo.
Otra intuición: igual que la Virgen, viviendo en carne mortal en Éfeso con el joven San Juan, se apareció a su hermano Santiago en el Pilar de Zaragoza, también aquí la imagen de la Virgen debía llegar volando, en avión, desde su santuario en Éfeso a la Basílica del Pilar. La imagen se colocó junto a la Pilarica el 1 de mayo. Fue el primer gran acto en la Basílica tras la pandemia. «Ven con nosotros al caminar, Madre, ven», proclamó el arzobispo Escribano. Y así empezó su peregrinación hacia Santiago.
Una alegría contagiosa que arrastra hacia los sacramentos
La película recoge numerosos testimonios. Por ejemplo, habla Leonardo Vinacua, un hostelero de Sangüesa de 59 años, que no tenía interés por nada religioso y no iba a misa desde los 17. Pero acudió a ver esta peregrinación al castillo de Javier y le enganchó la alegría de la gente. Fue a misa y salió «feliz, como de vacaciones, yo alucinaba de contento». Desde entonces va a misa cada domingo.
Otro testimonio impactante es el de Andy Rodríguez, un joven nicaragüense en Pamplona. Golpeado por una depresión, estudió meticulosamente su suicidio, la dosis de pastillas que necesitaba para matarse, y las ingirió. Lo encontraron en coma. La red de voluntarios de Madre Ven en Navarra rezó por él. Al despertar días después, recuerda haber pensado: «gracias a Dios, sigo vivo». Y recuerda haberse asombrado de pensarlo. Considera su supervivencia un milagro de Dios por la intercesión de la Virgen.
En Ortigueira el reportaje encuentra a Juan Luis, un hombre que pasó 60 días ingresado por el covid, 18 de ellos entubado. En aquel estado, en el hospital, «vi como la salida de un túnel, con una luz, y allí una Virgen blanca que nunca había visto. Me quedó grabado en la mente. Al año siguiente, vi en las noticias lo de la Virgen en Zaragoza, y ¡era la que yo había visto! Y pedí que la Virgen viniera a Ortigueira«.
Hay muchas más historias: una familia con una niña discapacitada; familias que se enfrentan a duras enfermedades, una librera catalana que se convirtió en Cursos Alpha, pero en Madre Ven experimentó una curación por sorpresa; un policía alejado de la fe casado con una musulmana, unas jóvenes que componen una canción…
La imagen peregrina quedó en el Cerro de los Ángeles, un santuario del Sagrado Corazón de Jesús en el centro de España. Allí la coronó el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, uno de los obispos que hablan en el filme.
Allí confluyen las dos tramas de la película, la documental y la de ficción y culmina la película. La sensación final, para muchos espectadores, será una necesidad: «Tengo que visitar a mi madre«. A la del Cielo, y los que puedan, a la de la tierra.
Madre Ven se estrena en cines el 25 de noviembre; revisa aquí los cines y la posibilidad de pedirla para colegios, parroquias, asociaciones…