La visita de la Virgen de Fátima a una cárcel y la amorosa acogida de los presos dejan imágenes impresionantes y virales

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Las imágenes de los presos con la Virgen están dando la vuelta al mundo

La Virgen de Fátima se mostró de manera muy clara como “consoladora de los afligidos” el pasado 1 de noviembre durante la visita que la imagen peregrina realizó a una cárcel de Buenos Aires, concretamente la Unidad Penal número 48. Y lo hizo dejando imágenes impresionantes de los presos rezando con gran devoción que han acabado viralizándose.

Tal y como recoge la Agencia AICA, Damián Donnelly, uno de los fundadores de la organización Espartanos, grupo de exconvictos que juega al rugby y reza el rosario con los presos, la visita fue “una fiesta para la Virgen”.

“La Virgen de Fátima llegó en un momento ‘malo’. Esa semana, dentro del penal habían ocurrido hechos de violencia muy serios, en un enfrentamiento entre dos pabellones”, comenzó relatando Donnelly. Las autoridades tuvieron que intervenir para restablecer el orden. Por este motivo, el Pabellón 10 no se podía visitar.

Pero la Virgen visitó todos los pabellones”, aclaró el exconvicto. “Cada uno la recibió de distinta manera, acorde al carisma y a la espontaneidad de cada momento o pabellón. En cada pabellón se rezaba por los muchachos ‘engomados’ (castigados y encerrados dentro de la celda por varios días) del pabellón 10”.

En el pabellón 7, “la Virgen fue recibida con aplausos y cantos, enorme admiración y respeto, y cada uno de los presos pudo acercarse, tocar, mirarla a los ojos y rezar interiormente”, continuó el relato. Luego, en conjunto, los internos rezaron una decena del rosario, momento que fue grabado y se viralizó en las redes sociales.

Una vez en el pabellón 8, “más cantos, más devoción, más admiración por esa fe que despierta la presencia de una imagen tan linda. Rezamos otra decena. Fue el turno del pabellón 9, y si bien cada pabellón es distinto, la Virgen hace nuevas todas las cosas”, expresó Donnelly.

“Cuando salimos del 9, pasamos por la puerta del pabellón 10, cerrado. Y se escuchaba a los muchachos ‘engomados’, que rezaban el rosario desde sus celdas”, contó el fundador de los Espartanos.

En el pabellón 11, “rezamos una decena, estuvimos un buen rato, y tocó el turno de ir al 12, que siempre recibe con enorme efusividad, cantos, aplausos”. Donnelly definió el momento como “una fiesta para la Virgen”. Pero expresó: “Estaba incompleta, por los muchachos del 10”. Después de pedir por favor el ingreso de la Virgen, el Servicio Penitenciario accedió a abrir las puertas a unos pocos: “La Virgen había actuado. Fue impresionante”, aseguró.

“Cada celda, que es para 2 personas, estaba ocupada por cuatro o cinco, y cerrada con candado. La Virgen se paseó por el pasillo, y se detuvo en cada puerta para que los muchachos tuvieran un tiempo con ella para tocarla, pedirle y rezarle. De las mirillas y de la ventilación de la puerta solo podían salir manos o brazos que tocaban la Virgen con gran respeto, afecto y cariño. Era una escena del Dante. Las almas del purgatorio pidiendo, aunque sea, tocar la Virgen. Esos brazos tatuados que salían buscaban consuelo, libertad y amor. Y lo encontraban por ese instante. Rezamos los cinco misterios del rosario y la atmósfera en ese pabellón era algo que no he vivido antes. Había consuelo, alegría, paz, amor. Todos los frutos del rosario caían abundantemente en ese pabellón. Las oraciones de los otros pabellones, la enorme gracia derramada desde el santuario de Fátima, todo, todo se conjugaba en una atmósfera de cariño maternal”.

El fundador de los Espartanos continuó diciendo: “Ahí, donde más dolor hay, donde más violencia hay, donde más desesperación y abandono hay, ahí es donde más gracia se derrama. Y nosotros fuimos testigos de eso. Nos quedamos todos mudos. ¿De cuántas formas más nos puede demostrar la Virgen que el rosario es la oración de paz? Nosotros lo hemos evidenciado infinidad de veces. Pero nunca como esta. Nunca”, dijo el exconvicto que reza cada semana el rosario con los presos.

Damián Donnelly concluyó su testimonio: “Nuevamente, la Virgen había transformado ‘una cueva de animales’ en una casa de Jesús, con una montaña de ternura y unos pocos trapos, como dijo alguna vez el papa Francisco. Nosotros estamos agradecidos de haber podido disfrutar de ese momento en primera fila”.

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