La Virgen de la Cueva Santa, santuario donde María se apareció a un pastor y hoy es visitado por cientos de miles de peregrinos

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El santuario atrae cada año a cientos de miles de peregrinos

El santuario de la Cueva Santa de Altura atrajo en 2019 a más de 620.000 peregrinos de miles, especialmente de la diócesis de Segorbe-Castellón, de la que es patrona debido a la historia que la une con esta tierra.

Hay que remontarse varios siglos atrás para conocer la curiosa historia de la Virgen de la Cueva Santa, cuya fiesta se celebró el pasado viernes 11 de septiembre. Situada  a 811 metros de altura, la cueva en la que se encuentra el santuario es una oquedad de veinte metros de profundidad. Era un lugar al que acudían los pastores para refugiarse.

La tradición se remonta al siglo XVI. Según esta historia, uno de los pastores que se refugiaba en la cueva dejó en ella una imagen de la Virgen, atribuida a Fray Bonifacio Ferrer, prior de la cercana cartuja del Vall de Cristo y hermano de San Vicente Ferrer.

Un siglo más tarde la Virgen María se apareció a otro pastor que pasaba la noche en la cueva y le indicó donde se encontraba aquella imagen. De 20 centímetros de alto y 10 de ancho, la talla es un bajorrelieve de yeso que muestra a una Virgen ya anciana vestida de viuda. De ella destaca que a pesar de la humedad existente en la sima la imagen no se haya deteriorado mientras que otros elementos de hierro o madera depositados a su lado sí que lo hayan hecho.

La devoción hacia la Cueva Santa tuvo un impulso enorme durante el reinado de Felipe II, debido a los prodigios que se atribuían a sus aguas y a otros hechos milagrosos, lo que atrajo a una gran cantidad de personas.

La Virgen de la Cueva Santa es desde 1955 patrona de los espeleólogos españoles, y desde 1961 patrona de la diócesis de Segorbe-Castellón juntamente con San Pascual Bailón.

El actual rector del santuario es el sacerdote Juan Manuel Gallent, que en una entrevista en la web de la diócesis profundiza sobre esta devoción mariana, que no sólo se da en Castellón sino también en otras localidades españolas y de otros países como Costa Rica, Venezuela o Colombia.

“La Virgen de la Cueva Santa, desde su santuario ha ido irradiando a lo largo de su historia, durante seis siglos, su amor a cada uno de los peregrinos que se acercan a este lugar santo. Esto ha provocado que no solamente la lleven en su corazón sino que también la lleven a los lugares donde viven habitualmente, otros países, otras provincias, otros pueblos. La relación que tienen todos estos lugares es el Santuario de la Cueva Santa como lugar sagrado, como espacio de encuentro entre María y sus hijos e hijas”, explica el sacerdote.

De este modo, el padre Gallent señala que el “santuario de la Cueva Santa es un lugar de encuentro, y se dan por tanto varios aspectos: peregrinar desde mi hogar al hogar de la Madre, mirarla y contemplarla desde el silencio de cada uno de los corazones, contarle cada una de las alegrías y desgarros que acontecen en la vida de los hombres y mujeres que peregrinan en el día a día. Escuchar la Palabra consoladora que acaricia mi vida, devuelve luz a los corazones y a cada una de los pasos que damos en nuestra vida. Alimentarme del pan de la Eucaristía que hace levantarme, devolverme el ánimo y poder comprometerme en el día a día de mi vida y de mi historia para ser yo también una palabra de consuelo, una caricia para aquellos que sufren y una sonrisa de Dios para aquellos con los que comparto la vida. Peregrinar, mirar, contar, escuchar, alimentarme, para ser testigo del Amor. Y todo ello se vive desde el camino que cada uno realiza, la oración personal y comunitaria en la Cueva, la Eucaristía celebrada, la confesión, la unción de enfermos entre tantos otros”.

El rector no se sorprende de que cada año acudan al santuario 620.000 personas ya que considera que “la hondura de la fe sencilla de las gentes que se allegan desde kilómetros de distancia te hablan del tesoro escondido en las grutas de la Tierra y el valor sagrado que le dan a la Virgen de la Cueva Santa. Se han acercado peregrinando a pie, en coches, autobuses, carros de caballos, bicicletas. Grupos muy diversos de colegios, parroquias, universidades, poblaciones, cofradías, hombres y mujeres de diversos lugares y edades. Campos de trabajo, encuentros, romerías, celebraciones, fiestas, espiritualidad, unción, intimidad y fe sencilla”.

Por último, preguntado sobre qué le pide a la Virgen, él lo tiene claro: “una Iglesia que no es servidora de los hombres y mujeres con los que compartimos la vida, no sirve para nada. Estamos llamados a vivir en una Iglesia Samaritana y cada una de estas personas tienen necesidad urgente de encontrar un verdadero oasis de acogida, respeto y ternura en nuestros espacios parroquiales, colegios, santuarios y como no también en las encrucijadas de nuestras calles y plazas. ¿Consentiremos ser una sonrisa de Dios, como María, en nuestro mundo?, ¿seremos la mano tendida que acaricia la herida y devuelve la esperanza a las personas con las que nos encontramos cada día?, ¿comprenderemos y viviremos en nuestras vidas que cualquier cosa que hagamos a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hacéis? A la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, le pido que toque nuestro corazón y lo convierta al Señor para que seamos de Él y que Él sea para nosotros la Única Suficiencia y Entera Bienaventuranza”.

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