Un camino a Santiago, pero en esta ocasión a la parroquia de Santiago de Medjugorje, la aldea bosnia que se ha convertido en un enorme lugar de peregrinación ante las supuestas apariciones de la Virgen. Esto es lo que ha ideado y llevado a la práctica un grupo de guardias civiles católicos y sus familias durante este pasado verano. Un camino espiritual que une Dubrovnik con Medjugorje, con el objetivo de “cerrar heridas de la guerra”.
Este grupo de guardias civiles junto con sus familias lleva varios años peregrinando a Santiago de Compostela, pero esta vez quisieron ir un paso más allá. Y con la ayuda de Google Maps fueron estudiando rutas e itinerarios para ir en Agosto a esta aldea bosnia.
El teniente Isidro Martínez explicaba a Alfa y Omega que quisieron evitar las carreteras transitadas y por eso el camino discurre por rutas locales casi sin tráfico y por caminos de tierra.
Un camino para curar heridas
“Creemos que este camino es de la Virgen, porque a la gente de aquí le va a venir muy bien peregrinar para poder cerrar las heridas de la guerra», afirma el agente de la Benemérita, que explica que “lo normal es que desde Dubrovnik la gente coja un autobús o un coche, pero nosotros queríamos abrir lo que pensamos es un nuevo camino a Santiago, para que otros puedan seguirlo, sobre todo la gente de esta zona tan castigada por la guerra de los Balcanes”, añade.
La peregrinación duró cinco días y el grupo estuvo asistido durante el camino por un sacerdote. Los guardias civiles pudieron disfrutar de la hospitalidad de los pueblos croata y bosnio. “Se volcaron con nosotros, nos paraban y nos daban frutos de sus huertos. Fueron muy hospitalarios. Al ver las banderas españolas que llevábamos, nos coreaban casi más que si estuviéramos en España”, contaba el teniente Martínez.
Uno de los grandes momentos del viaje se produjo durante el segundo día. Se encontraron con un croata llamado Luko, que años antes había realizado su propia peregrinación a Santiago de Compostela. Impactado por todo lo que vivió en la ruta jacobea, al volver a su pueblo se puso a edificar un albergue en una casa destrozada por la guerra, por si algún día pasaban por allí peregrinos.
Este guardia aseguraba que «la gente de allí le tenía por loco, y cuando nos lo encontramos de manera providencial en el camino no sé quién se sorprendió más. Nos llevó a su casa y nos contó su historia y la visión que tenía de hacer allí un albergue. Nos contó que la guerra hizo perder la fe a muchos, y la gente se preguntaba dónde estaba Dios en medio de tanto sufrimiento”.
Por eso, abrir un camino a Medjugorje “es una manera de devolver la fe a este pueblo que ha sufrido tanto”, contaba Martínez.