José Antonio Sánchez, reparador de electrodomésticos, y Flor Álvarez, profesora, llegaron poco después de las diez de la mañana a Guadalupe (Extremadura). Fueron directos al puesto de socorro que las Damas de la Virgen atienden junto al monasterio para curar las heridas que los peregrinos arrastran durante el camino. Son de Navezuelas y todos los años procuran realizar a pie los 22 kilómetros que separan su pueblo de Guadalupe.
Este lunes tocó madrugar. Iniciaron el recorrido a las cuatro de la mañana. Fe y tradición, dicen, les impulsan cada 8 de septiembre a acudir a ver a la ´Morenita´.
Como ellos, muchos otros peregrinos pusieron ayer rumbo a Guadalupe para arropar a la patrona de Extremadura en su día grande. No obstante, las visitas a la basílica se han sucedido durante todo el fin de semana.
«Lo fuerte fue el domingo por la mañana. Hoy -por ayer- solo es festivo en Extremadura. Y los que viven fuera tienen que trabajar. De ahí que muchos hayan venido antes», cuenta María Paredes, una de las voluntarias del puesto.
La multitudinaria jornada vivida ayer en Guadalupe transcurrió ajena a la petición que el presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, ha realizado al Papa Francisco. Tal y como señaló en su discurso institucional pronunciado el domingo por la noche, ha enviado una carta al Santo Padre en la que le pide que Guadalupe pase a depender de una de las tres diócesis extremeñas.
En la actualidad, tanto Guadalupe como otros 31 pueblos de la región dependen eclesiásticamente de Toledo. Además, Monago ha invitado al Papa Francisco a visitar Extremadura y el monasterio.
El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, presidió la misa de peregrinos. Durante su homilía no hizo ninguna referencia a la extremeñidad de Guadalupe.
Posteriormente, preguntado por este diario, declinó hacer declaraciones sobre el tema.
Durante su intervención, el arzobispo de Toledo pidió a las autoridades presentes -entre las que estaba Monago- un espíritu de servicio hacia los demás. Y también hizo un alegato contra la guerra.
A la ceremonia religiosa asistieron los tres obispos extremeños: Francisco Cerro (Coria-Cáceres), Santiago García Aracil (Mérida-Badajoz) y Amadeo Rodríguez (Plasencia).
La imagen de la patrona lució para la ocasión un manto muy especial al tratarse de uno de los más antiguos. Su manto data del siglo XV. Ha permanecido en proceso de restauración durante dos años y medio. De su recuperación se han encargado un grupo de mujeres capitaneadas por Josefa Rubio, sacristana del monasterio, bajo las instrucciones de Fray Javier. Como es habitual cada 8 de septiembre, la Virgen también llevó la corona rica, con la que fue coronada en 1928 como reina de la Hispanidad.
Tras la ceremonia religiosa llegó uno de los momentos más esperados: la procesión de la imagen por el Claustro de los Milagros.
Cada año acompañan a la patrona durante el recorrido aquellos fieles que han hecho una promesa. Caminan descalzos delante de la imagen. Unos lo hacen de rodillas; otros de pie. Y la mayoría, con lágrimas en los ojos de emoción.
A Josefa, la sacristana, también se le empaña la mirada cuando recuerda la única visita que un papa electo ha realizado, hasta la fecha, a la localidad. Fue Juan Pablo II, en 1982.
Peregrinos que han llegado caminando se lavan los pies doloridos
Y Antonio Ramiro Chico, presidente en funciones de los Caballeros de Guadalupe, conserva detalles de aquella fecha histórica. «Fue algo inolvidable. Los tejados estaban rebosantes, no de tejas sino de personas», evoca.
Ante una hipotética visita del Papa Francisco a España en 2015, con motivo de los actos conmemorativos del 500 aniversario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, los Caballeros de Guadalupe ya han movido ficha para invitar al Santo Padre a Guadalupe. «Estamos haciendo todo lo posible para que venga», agrega Ramiro Chico.
Sobre la extremeñidad de Guadalupe, los Caballeros prefieren mantenerse al margen. «Es a la Iglesia a la que le corresponde dar ese paso. Nosotros estaremos donde nos indiquen y en el momento que nos indiquen», asegura Ramiro Chico.
La petición de Monago al Papa no es nueva. En Roma ya conocen la reivindicación extremeña. El asunto se puso sobre la mesa el pasado mes de marzo, durante la visita que hicieron todos los obispos españoles al Vaticano.
«Lo que nos dijeron es que los obispos extremeños ya hemos hecho todo lo que teníamos que hacer y que hay que esperar a que la Iglesia dé una solución de conjunto a otros muchos temas que hay a nivel de España», explicó a su regreso de Roma Francisco Cerro, el obispo de Coria-Cáceres. «Todo sigue igual», dijo ayer el prelado.
Fray Paulino, uno de los franciscanos que habitan en el monasterio, lo tiene bastante claro. «No se debe hacer precipitadamente. Hay que estudiar los pros y contras, despacio. Pero yo creo que Guadalupe sí debería ser de una diócesis extremeña», ilustra.
De la misma opinión es Jerónima Tena, que trabaja como camarera en el Parador de Turismo. «Somos extremeños y deberíamos pertenecer a una diócesis de Extremadura, a nuestra tierra. Pero tengo vecinos que piensan lo contrario y dicen que no nos ha ido mal con Toledo», apostilla.
De vuelta al puesto de atención de peregrinos de las Damas de Guadalupe, María Paredes también opina sobre el tema. «A mí, personalmente, me da igual. Siempre hemos sido de Toledo; es una cosa de toda la vida», relata.
«Cambiar una diócesis no creo que sea tan fácil. Toledo tiene más sacerdotes y en Alía, mi pueblo, que también depende de Toledo, tenemos la gran suerte de tener un sacerdote para nosotros solos. Nosotros no queremos cambiar de diócesis», zanja Adela Álvarez. Palabra de feligresa.
(Fotos de Lorenzo Cordero, de Hoy.es)