En octubre de 1859 la Virgen María se apareció en el bosque de Champion (Wisconsin, EEUU) a la joven emigrante belga Adele Brise y le dijo: “Enseña el Catecismo a los niños de este país salvaje”.
Esta aparición se recordó de generación en generación y desde el inicio contó con una capillita en el lugar por devoción de los lugareños (aunque la Virgen no pidió construir nada).
En 2008 el obispo local, David L. Ricken, de la diócesis de Green Bay, inició una investigación sobre las apariciones y su mensaje y el 8 de diciembre de 2010 aprobó oficialmente la aparición: es el único caso de aparición mariana oficialmente aprobada por un obispo en suelo norteamericano.
Ahora, desde el 15 de agosto de 2016, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos ha declarado que el santuario, dedicado a Nuestra Señora del Buen Consejo, pasa a tener la categoría de santuario nacional.
Su web es www.shrineofourladyofgoodhelp.com.
Adele Brise y otras mujeres tomaron hábitos para acoger y educar niños, aunque su comunidad no perduró tras la muerte de la vidente
Hay unos 70 santuarios con la categoría de "nacional" en EEUU: son iglesias con clero al cargo, capaces de acoger peregrinos, con un mensaje o devoción aprobados, al menos 10 años recibiendo peregrinaciones y unos estatutos supervisados por el obispo local. No son parroquias, por lo que normalmente no acogen bodas, bautizos y funerales (con excepciones).
Desde julio de 2011, el obispo Ricken encomendó el santuario a la congregación de Padres de la Misericordia (fathersofmercy.com).
La Virgen no pidió ningún edificio: pidió "enseñar el Catecismo a los niños de este país salvaje"
Agradecimiento a las generaciones pasadas
En la misa anual que se celebra con más de mil peregrinos en Nuestra Señora del Buen Consejo en Champion, el obispo expresó su agradecimiento a las generaciones de devotos de la aparición y su mensaje desde 1859.
“Su espíritu generoso de calidez, hospitalidad, reverencia y simplicidad está muy vivo en este lugar”, dijo. “Llevaron el mensaje en su corazón, pasándolo de generación a generación, compartiéndolo con todos los que llegaban buscando y orando”, predicó el obispo Ricken.