Este 12 de abril de 2021 se celebra la Virgen de la Revelación justo cuando se cumplen 74 años de que la Virgen se habría aparecido al anticatólico Bruno Cornacchiola en una gruta en Tre Fontane (Tres Fuentes), en Roma. Y a día de hoy uno de los frutos más visibles de aquel momento son las misioneras de la Divina Revelación, conocidas como las monjas verdes debido al color de su hábito.
Durante los últimos años, estas religiosas se han convertido en figuras emblemáticas de muchos monumentos religiosos de Roma, pues esta pequeña comunidad romana se dio a conocer rápidamente a través de su original apostolado: la difusión de la fe católica a través del arte.
Esta joven comunidad religiosa nació a finales del siglo XX bajo el impulso de la Madre Prisca y recibió la aprobación diocesana el 11 de febrero de 2001. El verde de su hábito recuerda el manto de la Virgen de la Divina Revelación que se apareció a Cornacchiola.
Una de estas religiosas es la británica Emanuela Edwards, que nunca habría imaginado que acabaría dejando su isla para acabar en Roma como religiosa de esta comunidad. En estos momentos las religiosas ejercen como guías oficiales de la basílica de San Pedro y de los Museos Vaticanos y ella concretamente es la responsable de los grupos de habla inglesa.
En una reciente entrevista con CARF, esta religiosa hablaba de cómo conoció la Virgen de la Revelación y cómo tocó su alma cuando tenía un importante cargo en una empresa haciendo que dejara todo para partir a Roma.
Aunque era católica de toda la vida no quería oír ni hablar de la palabra monja ni misionera, puesto que lo asociaba con ir a África. “No escuché en seguida la llamada del Señor y me fui a estudiar Economía a la Universidad de Manchester. Después trabajé primero en el sector bancario y luego como consultora de un proveedor de servicios informáticos. El pensamiento de que Dios me llamaba siempre estaba presente. Detrás de mí tenía una hermana que siempre me preguntaba si quería ser monja. Mi respuesta inicial, continuamente era: ¡De ninguna manera!”, relata en la entrevista.
Pero todo dio un vuelco cuando “en 1988 un amigo me contó la historia de la Virgen de la Revelación, quien se apareció en Roma en 1947 a un protestante, Bruno Cornacchiola, y le llamó de regreso a la verdadera fuente del Evangelio. Esta historia me conmovió profundamente y por eso participé y luego dirigí el primer grupo de oración en Inglaterra dedicado a la Virgen de la Revelación”.
Emanuela cuenta además que en aquel grupo “rezábamos el Rosario juntos y en cada encuentro profundizábamos la fe a través de la enseñanza de la Iglesia en el Catecismo y las Sagradas Escrituras. Al mismo tiempo, mi carrera seguía y hasta florecía: en el momento en que respondí a la llamada del Señor, fui nombrada Directora de Operaciones de la Junta de una empresa en crecimiento”.
Con el paso del tiempo, la ahora religiosa asegura que notaba que aunque disfrutaba de su trabajo, “cuando enseñaba la fe, me sentía más realizada. Tuve una experiencia parecida a la de los discípulos del camino a Emaús que dijeron: ‘¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino?’”.
Así que finalmente en 2005 durante unas vacaciones en Roma, fue a la gruta de “Tre Fontane” (Tres Fuentes) donde apareció la Virgen de la Revelación. “Una vez allí le pregunté al Señor qué quería que hiciera con mi vida. En ese momento, vi a dos Hermanas de las Misioneras de la Divina Revelación y supe que estaba destinada a ser como ellas”.
Emanuela confiesa que “fue algo muy fuerte” aunque al principio creyó que era un pensamiento un poco “loco”. Sin embargo, señala que “la Divina Providencia comenzó a liderar el camino. La madre Rebecca visitó Inglaterra para hablar con el grupo y finalmente le hice la pregunta que había enterrado durante mucho tiempo… ‘¿Cómo sabes si el Señor realmente te está llamando?’. Ella respondió con palabras que resonaron en mi corazón: ‘El amor por Él sobrepasa todos los demás amores’”.
Esta respuesta la desmontó y tras un periodo de discernimiento y de oración ante el Santísimo “estuve totalmente convencida de la llamada del Señor, así que dejé Inglaterra y me vine a Roma, donde entré en la comunidad de las Misioneras de la Divina Revelación”.
María, Salud de los enfermos, ruega por nosotros