Alfonso Lambe, el «revolucionario de María», un laico de la Legión de María hacia los altares

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En poco más de cinco años, el joven Alfonso Lambe inició en Sudamérica una auténtica revolución mariana. Sus países recibieron el celo apostólico de un irlandés que adelantándose al Concilio Vaticano II y encarnando como pocos el espíritu de la Legión de María (www.legiondemaria.org) hasta entonces puso a los laicos como protagonistas de la Evangelización.

Su causa de beatificación, por la que rezan desde hace tiempo los legionarios, dará en los próximos días un importante paso. El jueves 26 de marzo se celebró en Buenos Aires la Misa de clausura del proceso diocesano presidida por el Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, en la basílica de la Merced.

“‘La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan” (EG 24). Nuestro Alfie ha encarnado estas actitudes, siendo modelo para todos los jóvenes de auténtico discípulo y misionero. En su cada vez más profundo ‘vivir la Legión’, ha encarnado en todo sentido el ideal de nuestro Santo Padre de una ‘Iglesia en salida’”, explicaba en la invitación a participar de la Eucaristía la Legión de María en la Argentina.

De Irlanda a Hispanoamérica
Alfonso Lambe nació en Tullamore, Irlanda, el 24 de Junio de 1932. Durante su juventud se formó con los Hermanos Cristianos, pero por su delicada salud tuvo que abandonar la congregación.

No tardó en ingresar en la Legión de María, familia fundada por el laico Frank Duff pocos años antes.

Con poco más de 20 años, Alfie se ofreció como voluntario para su misión en Sudamérica. Durante cerca de seis años “riega su espíritu”, como una bella semblanza dice de él, en Colombia, Ecuador (su “segunda patria), Perú, Bolivia, Uruguay, Brasil, Paraguay y la Argentina.

En este último país, realizó una titánica labor. Recordaba el fundador de la Legión de María, también en vías de beatificación, que en este país “existían pequeñas fundaciones legionarias en las Diócesis de Salta y Catamarca y allí se dirigió vivificándolas con su intervención. Empezó entonces su monumental serie de visitas a todos los Obispos del país, lo que representaba una infinidad de viajes. Cada Obispo a su turno, reconoció su posibilidad y accedieron a su pedido. En un año fundó muchos praesidia en el territorio del país”.

Las anécdotas sobre cómo con palabras y obras iba convenciendo a las distintas autoridades de la Iglesia para que abran las puertas a la Legión amplificaron su nombre, y al momento de su prematura muerte, confirmaron su fama de santidad.

El 21 de enero de 1959, a causa de una corta pero intensa enfermedad, Alfie murió en Buenos Aires. Tenía apenas 26 años. Sus restos descansan en el panteón de los Hermanos Cristianos Irlandeses, en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires, convertido ya en un punto de peregrinación para los legionarios.

Su celo apostólico encarnó el espíritu de la Legión de María, que “propone a sus miembros un camino de santidad personal, a modo de ejército espiritual dedicado a Nuestra Señora y dócil al Espíritu Santo, en el servicio de Cristo Jesús, promoviendo el bien espiritual y moral de las almas” (Estatutos, artículos 2-6).

De la Legión de María dijo una vez Pablo VI: “El más grande movimiento que haya sido establecido para el bien de las almas desde la era de las órdenes religiosas”.

Clausurada la fase diocesana, la causa pasa ahora a la Congregación para la Causa de los Santos, en la Santa Sede, donde se deberá estudiar la documentación recabada para confirmar si Alfonso Lambe vivió con heroicidad las virtudes cristianas. Si bien el camino es largo, con la conclusión de la etapa diocesana la causa ha dado un importantísimo paso.

La oración difundida por la Legión de María para pedir un favor por la intercesión del siervo de Dios Alfonso Lambe, con la debida aprobación eclesiástica, dice así:

Oh Dios que por tu infinita misericordia inflamaste el corazón de tu Siervo, Alfonso Lambe con un amor ardiente por Ti y por María, Nuestra Madre; un amor que se reveló en una fe expresada en trabajo, oración y sacrificio intenso por la salvación de las almas, concédenos, si es tu voluntad, que podamos obtener, por su intercesión, lo que no podemos obtener por nuestros propios méritos. Te lo pedimos por los méritos de Jesús Cristo, Nuestro Señor. Amen

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