El padre Serafino Tognetti ha encontrado una enorme documentación nueva en torno a las apariciones de Laus, en las que la Virgen Santísima modeló el alma de la vidente, Benita Rencurel, para encaminarla a la santidad y enseñarnos a nosotros a seguir el mismo camino. Lo cuenta Marco Lepore en La Nuova Bussola Quotidiana, y que ha traducido Cari Filii:
Laus, las apariciones más largas de la historia
«Es uno de los tesoros más ocultos y poderosos de la historia de Europa», argumentó Jean Guitton. Por eso es singular que lo que ocurrió en Laus (Francia) a partir de 1664, sea tan poco conocido. Sin embargo, es una de las pocas apariciones reconocidas oficialmente por la Iglesia: solo 15, mientras que más de 250 son aún objeto de estudio. Y además fueron las apariciones más largas de la historia, ¡ya que se prolongaron durante 54 años consecutivos!
Todo el mundo conoce las apariciones de la Virgen María en Lourdes, Fátima, La Salette, Guadalupe, etc., por citar algunas de las más famosas, mientras que las de Laus han caído misteriosamente en el olvido para la mayoría de la gente, a pesar de que se trata de un acontecimiento hermoso, convincente, conmovedor, absolutamente edificante, una mirada al Cielo que sería realmente una pena no poder contemplar.
Debemos, pues, estar infinitamente agradecidos al padre Serafino Tognetti, que ha escrito y publicado La Madonna di Laus, fruto del descubrimiento in situ de una amplia documentación en francés, constituida también por manuscritos escritos en vida de la vidente por personas que fueron testigos presenciales del acontecimiento y que, de distintas maneras, participaron en él.
El libro relata, con todo lujo de detalles, la «increíble» aventura de Benita (Benoîte) Rencurel. Un texto que se lee de un tirón (aunque en verdad debe saborearse y meditarse lentamente) porque está escrito con la sencillez y el brío estilístico que caracterizan el modo de comunicación típico del padre Serafino Tognetti, hijo espiritual de un gran místico como Divo Barsotti, cuyo pensamiento y profundas enseñanzas es capaz como pocos de «traducir» de forma comprensible, y no pocas veces con gran simpatía.
Es cierto que en Laus no se dieron mensajes para toda la humanidad, ni profecías, ni fenómenos llamativos como el sol que giraba en Fátima, o la imagen milagrosa del manto en Guadalupe, y tal vez por eso las apariciones no han «pasado a la historia», aunque se produjeron hechos extraordinarios en cuanto a su alcance y número, como se puede descubrir leyendo el libro.
Pero lo más relevante, además de ser de gran actualidad e interés para nosotros hoy en día, es que la Virgen, que se apareció durante 54 años consecutivos a la misma persona, la humilde e ignorante pastora Benita Rencurel (que era analfabeta y lo siguió siendo durante toda su vida), nos hizo conocer «en directo», paso a paso, su admirable pedagogía, modelando a esta sencilla criatura para que se convirtiera en una perfecta cristiana. Es decir, una santa. «La verdadera obra de María Santísima en Laus fue la formación espiritual de Benita, para que quedara claro para todos lo que hay que hacer y cómo hay que vivir para estar siempre en gracia de Dios y santificarse en la gracia» (pág. 89).
Del mismo modo, también es posible que cada uno de nosotros recorra con seguridad el camino de la santidad a través de las enseñanzas sencillas, maternales, tiernas pero infalibles de la Virgen. María Puerta del Cielo, Madre del Buen Consejo, Refugio de los Pecadores… Por eso es absolutamente necesario conocer las apariciones de Laus.
Podría decirse que la vida de Benita transcurrió «codo con codo» con la Santísima Virgen, a la que quizás ya había visto varias veces cuando todavía era una niña, pero que se le presentó más explícitamente cuando ni siquiera tenía diecisiete años. A partir de ese momento, la dulce presencia de María nunca se desvanecerá, acompañándola en su camino y guiándola hacia la santidad hasta su muerte a los 71 años.
Además de las apariciones marianas, Benita también vio ángeles (estaba en contacto constante con su Ángel de la Guarda), varios santos y tuvo experiencias místicas particulares. Entre 1669 y 1684, tuvo cuatro veces una visión de Cristo crucificado, que le habló desde la cruz en el camino de Avançon, un pueblo cerca de Laus. En comunión con Él, experimentó una crucifixión mística «cada viernes» durante varios años. También sufrió frecuentes ataques espirituales y físicos por parte del demonio, que estaba furioso por el gran número de almas que se convertían peregrinando a ese lugar.
En efecto, Benita había recibido el don de leer los corazones y discernir los espíritus: «La pastorcilla conocía a la perfección el alma de sus visitantes y los conocía mejor que ellos mismos, hasta el punto de que a menudo era ella quien recordaba a los pecadores los episodios que habían olvidado» (pág. 104). Lejos de ser motivo de vergüenza, fue precisamente por esta razón por la que cada vez más personas acudían a ella, porque se sentían ayudadas a retomar seriamente el camino de la conversión, primero gracias a una confesión sacramental bien hecha y, después, acercándose a la Eucaristía.
Una característica particular de las apariciones de Laus es que la Iglesia local, mientras realizaba las necesarias y minuciosas investigaciones que siempre se tienen que llevar a cabo en estos casos, se vio prácticamente obligada a reconocer muy pronto la credibilidad de lo que estaba ocurriendo. No pasó mucho tiempo, por tanto, antes de que se pusieran a disposición dos sacerdotes para organizar la acogida de los peregrinos, cada vez más numerosos, y que pronto se convirtieron en un río impetuoso e imparable, atraídos ciertamente por la noticia de las apariciones, pero también por la posibilidad de encontrarse con Benita.
He aquí, pues, el mensaje de Laus: «La propia vidente, su vida. Se convirtió en una penitente, una mística, una maestra de ascética, enseñando a los demás el secreto de la santidad«. El dulce perfume que caracterizó las apariciones desde su inicio y que se extendió por todas partes -un perfume que, aún hoy, los peregrinos tienen a veces la ocasión de oler en Laus-, no es otra cosa que el perfume de la santidad (sobre todo la de María) a la que todos estamos llamados. También hoy; es más, hoy más que nunca…
Nuestra Señora de Laus, el santuario de la reconciliación.
Y probablemente por eso, después de tres siglos de silencio, Laus reaparece y se vuelve repentinamente visible en 2008, cuando las apariciones son reconocidas oficialmente por la Iglesia. «Con un salto funambulesco de trescientos años, Laus se catapulta al presente y se presenta ante nosotros con un llamamiento urgente. ¿Qué quiere decirnos? Que las cosas que se daban por sentadas entonces, hoy ya no lo son. Pero son necesarias, vitales» (pág. 199).
Pero también hay otro aspecto, que se aplica a todos los tiempos, tal como explica el autor en la presentación del libro: «El mensaje es de hoy y para hoy, porque en Dios hay contemporaneidad. La historia, escribe Léon Bloy, es el despliegue de una trama de eternidad bajo la mirada temporal y transitoria. Seguimos estando en el siglo XV, como en el siglo X, como en el momento central de la Inmolación en el Calvario, como antes de la venida de Cristo. Los acontecimientos se desarrollan ante nuestros ojos como un inmenso cuadro. Solo nuestra visión es posterior. La Virgen en Laus nos habla, especialmente hoy«.
Intentemos escucharla.
Traducido por Elena Faccia Serrano.
María, Salud de los Enfermos, ruega por nosotros.