Según el lema: “Alrededor de María y con María”, acuñado por el presidente de la Comisión Justicia y Paz de la Asamblea de Patriarcas y Obispos de Líbano, Chukrallah Nabil Hage, los representantes de los diversos credos se reunieron para una oración común interreligiosa por la paz. El evento se realizó el 20 de septiembre pasado, en el gran santuario mariano de Harissa, en el norte de Beirut.
Se reunieron respondiendo al pedido del papa Francisco, que había invitado a todas las diócesis del mundo a organizar momentos de oración, en organización simultánea con la Jornada de Asís, ciudad de san Francisco, para un evento que trajo a personalidades de primer plano de la fe y de la cultura.
Dos semanas antes del evento, durante el Ángelus dominical, el Papa había invitado a “las parroquias, a las asociaciones eclesiales y a los fieles de todo el mundo a rezar por la paz, en particular en estos días. La guerra está por todas partes, nosotros debemos rezar juntos por la paz”. Un pedido recibido con entusiasmo y grandes aplausos por los fieles reunidos en la plaza de san Pedro para escuchar al pontífice argentino.
En Líbano, este pedido del último minuto tomó de sorpresa a la local sección de la Comisión Justicia y Paz. Aceptaron con coraje el desafío y organizaron una ceremonia en tiempo record, a los pies de la estatua de la Virgen, en el patio de ingreso del santuario de Harissa.
La Virgen Blanca de Harisa es Nuestra Señora del Líbano, el país con mayor porcentaje de cristianos de Oriente
Esta elección es significativa por el valor que asumió la Virgen María en Líbano, en particular después de la creación de una fiesta nacional común islámico-cristiana, que se celebra el 25 de marzo (fiesta de la Anunciación para los cristianos).
La Virgen es amada también por los musulmanes, sin reservas, que en ella ven un punto de fuerza y de comunión entre islam y cristianismo en Líbano.
En la ceremonia que se desarrolló entre los tenues colores del crepúsculo y las primeras estrellas de la noche, han participado todas las comunidades libaneses. Breves oraciones y las invocaciones a la paz se alternaron con cantos e himnos dedicados a la Virgen; y además se recitaron poemas y cantos bizantinos.
Un coro musulmán sorprendió a todos los presentes interpretando un cántico a la Virgen, sacado del repertorio popular maronita.
Durante la ceremonia fue también observado un minuto de silencio, para recordar a las innumerables víctimas del terrorismo y de las guerras en Líbano y en Oriente Medio.
El padre Iván Santus, secretario de la nunciatura apostólica, leyó además un mensaje del Papa Francisco como final de la celebración; en concreto, los líderes de las varias religiones han leído un pedido común en favor de la paz, firmándolo con alegría de puño y letra.
Reconciliación: prioridad
Como es obvio, las intervenciones de los dignatarios y de los jefes religiosos se concentraron sobre los conflictos armados que trastornan a Oriente Medio, sobre la intolerancia de naturaleza confesional, la sangre derramada en nombre de Dios y sobre el cargo presidencial en Líbano, vacante de hace más de dos años. El Patriarca maronita tocó este argumento en la conclusión de su intervención, reclamando una vez más a los diputados a desarrollar su tarea sagrada. “La reconciliación es la más alta manifestación de la paz”, insistió el Card. Bechara Rai, primero en tomar la palabra; ella va aplicada a las relaciones personales, a la vida familiar, a las relaciones sociales y políticos, también en la vida del país.
El líder suní, contra el yihadismo
Luego intervino el jeque, Mohammad Nokkari, director de Dar el-Fatwa y exponente de la comunidad sunita, caracterizado por menciones escatológicas en el contexto de una crítica durísima. Él habló de una “edad del fin” que, según él coincide con aquella “de la discordia y de la guerra”.
Con voz apasionada, el dignatario sunita denunció el terrorismo practicado en nombre del islam, un “signo de los tiempos” que-según él- testimonia la proximidad del día del juicio.
Una observación que ha moderado recordando el valor común de la “esperanza” que une a cristianos y musulmanes. Citando a Mahoma, afirmó: “Si os decimos que el juicio está cerca, poned una planta”.
El líder chií y la ineficacia política
El tercero tomó la palabra el muftí Jaafari, Ahmad Abdel Amir Kabalan, que empezó afirmando que se avergonzaba que “otros me hayan precedido en el invocar la paz”. El líder religioso chií deploró el hecho que los libaneses estén todavía como “rehén de los políticos”, mientras centenares de miles de personas han ya pagado con su vida el partido más grande y cínica, que se juega a nivel regional”.
El terrorismo es satánico, dice el alauí
Con un mismo ardor el jeque Mohammad Dayeh, representante de la comunidad alauí, definió “satánicas” las redes de la discordia diseminadas por el terrorismo bajo el manto del islam. “Estas personas no tienen ni patria, ni identidad alguna” afirmó, agregando que “su vocación es la de derramar sangre y destruir la civilización".
Volviendo al Líbano, él renovó el pedido para la elección de un presidente de la República [hace más de un año que el país no tiene presidente] y por la defensa del vivir común.
La elocuencia de las Iglesias armenias
Llegado su turno, los representantes de las Iglesias apostólicas y católicas armenias debían hablar- aprovechando la elocuencia de ellos- el primero de paz y el segundo del arrepentimiento personal y colectivo.
El p. Hossip Mardirossian recordó que el Evangelio inicia con el canto de paz de los ángeles por el nacimiento del Salvador; este se concluye luego con la paz que Cristo dona a sus apóstoles, mientras se prepara para dejarlos.
Por su parte, el p. Georges Yeghayan usó una palabra poco utilizada, en momentos como estos de lamentos: la del coraje. Un coraje que necesita tomar con las dos manos para asumirse las responsabilidades por los errores cometidos, sobre el modelo trazado por el Antiguo Testamento cuando el pueblo, en la miseria, se humillaba delante de Dios e imploraba misericordia.
El delegado del nuncio papal
Último en tomar la palabra fue el p. Ivan Santus, secretario de la nunciatura apostólica, el cual comunicó las palabras del Papa Francisco, resumidas en una frase: “La paz es un don, es un don artesanal que debemos trabajar, todos los días, en las pequeñas cosas: en las pequeñeces cotidianas. No bastan los grandes manifiestos por la paz, los grandes encuentros internacionales si luego no se hace, esta paz, en lo pequeño”.