Desde que comenzó la pandemia de coronavirus, la práctica totalidad de los obispos del mundo impusieron «de iure» o «de facto» la comunión en la mano, a pesar de que: a) las disposiciones canónicas y litúrgicas vigentes establecen que es un derecho de todo católico recibirla en la boca, y b) no existía, ni se ha aportado después, ningún criterio científico que avale como más segura una forma sobre otra, existiendo, por el contrario, pareceres contrapuestos en la profesión médica.
En un vídeo oficial, la basílica de Guadalupe advierte a los fieles (minuto 2:34) de que se les negará la comunión en la boca, invitándoles incluso gestualmente a irse del lugar si lo pretenden.
El hecho de que miles de fieles, allí donde no es posible encontrar un sacerdote que aplique la ley, lleven año y medio privados del sacramento de la Eucaristía por ese motivo no ha implicado cambio alguno por parte de los pastores, a pesar del progresivo relajamiento en los templos de todas las medidas anti-covid, hasta el punto de que en algunas diócesis solo esa permanece en pie.
En un reciente artículo, José María Simón Castellví, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas, se refería a esta situación y pedía ponerle fin: «Es cierto que nosotros, los médicos católicos organizados, recomendamos la comunión en la mano, a pesar de que la comunión en la boca y de rodillas es segura y siempre se pueden higienizar las manos del ministro de la eucaristía en caso de contacto con los labios del comulgante. Quizá fue exceso de prudencia«.
Asimismo, lamenta que «uno de los efectos secundarios de la pandemia de covid-19 ha sido el de la casi completa eliminación del uso del agua bendita en la Iglesia«. Pero ahora, «con la epidemia de covid ya remitiendo en Europa, no se ve el más mínimo indicio de la reinstauración de este elemento tan importante en la vida del cristiano… Parece que nos hemos instalado en la mínima expresión de la vida de piedad».
El doctor Simón recuerda que «el uso del agua bendita no transmite el covid». Desde hace meses es conocido que la transmisión por superficies es ínfima (una probabilidad de 1 entre 10.000, según los Centros de Control y Prevención de la Enfermedad [CDC] de Estados Unidos). José Luis Jiménez Palacios, catedrático en Química y Ciencias Medioambientales en la Universidad de Colorado y uno de los investigadores más reconocidos del mundo en el campo de estudio de los aerosoles, apunta incluso que «hasta el día de hoy se han demostrado cero casos de contagio de covid-19 por superficie«.
«Hace ya muchos meses», concluye el doctor Simón Castellví, «que tenemos claro cómo se transmite el virus y se pueden recuperar con seguridad las buenas costumbres«.