La festividad de la Anunciación de 2020 quedará en la historia como el día en el que episcopados de 26 países se unieron en Fátima para consagrar el mundo entero al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María pidiendo el final de una pandemia que está atemorizando al planeta entero.
«En esta singular hora de sufrimiento, líbranos de la pandemia que nos afecta«, proclamó el cardenal Antonio dos Santos Marto, obispo de Leiria-Fátima, una petición a la que, tras la iniciativa portuguesa secundada enseguida por los obispos españoles, se adhirieron en las últimas horas los de varios países de América (México, Colombia, Nicaragua, Bolivia, Costa Rica, Paraguay, Panamá, Perú, Cuba, República Dominicana, El Salvador y Guatemala), Europa (Polonia, Irlanda, Hungría, Albania, Eslovaquia, Moldavia y Rumanía) y África (Kenia, Tanzania y Zimbabwe) y Asia (India, Timor Oriental).
La magnitud de la convocatoria contrastaba sin embargo -a causa de las restricciones que impone el coronavirus- con la soledad y el silencio de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, donde fue llevada la imagen que habitualmente es venerada en la capilla de las Apariciones. Muy pocas personas participaron en el acto.
La iniciativa surgió por impulso de unos laicos de Portugal, que juntaron miles de firmas para renovar la consagración de la Iglesia portuguesa al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María, desde el santuario de Fátima. El pasado 20 de octubre, los obispos portugueses ya lo habían hecho, esta vez estando 37 de ellos presentes en un acto multitudinario, para la clausura del Año Misionero y la conmemoración de 175º aniversario del Apostolado de la Oración en Portugal. Una gestión muy rápida llevó al episcopado español a unirse a la convocatoria, en la persona de su flamante presidente, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona. En el momento en el que la convocatoria dejó de ser eminentemente portuguesa o ibérica, muchos países, sobre todo desde América (consagrados también por este motivo a la Virgen de Guadalupe), quisieron sumarse.
El rosario fue presentado por el padre Carlos Cabecinhas, rector del santuario, quien pidió a la Virgen su “auxilio y protección en el momento de tribulación que vivimos actualmente”. Pidió por las víctimas de la pandemia, los sanitarios, las autoridades y las familias. Recordó que hace un siglo los santos pastorcitos de Fátima, Francisco y Jacinta Marto, cuyos cuerpos descansan en la basílica, murieron víctimas de otra pandemia, la llamada «gripe española» que se extendió a finales de la Primera Guerra Mundial (se denominó así porque debido a la censura de guerra en casi todos los países, sólo la prensa española, neutral, hablaba de ella).
Tras el rezo del Rosario, el cardenal Marto leyó el texto de la consagración, que Cari Filii News había adelantado a última hora de la mañana, con partes en portugués, español e inglés. «Al consagrarse a Tu Sagrado Corazón», concluyó, «la Iglesia se entrega a la protección del Corazón Inmaculado de María, configurado por la luz de Tu pascua y aquí revelado a tres niños como refugio y camino que conduce a Tu Corazón. Sea Santa María Virgen, Nuestra Señora del Rosario de Fátima, la Salud de los Enfermos y el Refugio de tus discípulos nacidos junto a la Cruz de Tu amor. Sea el Inmaculado Corazón de María, a quien nos entregamos, quien diga con nosotros: en esta singular hora de sufrimiento, acoge a los que perecen, da aliento a los que a Ti se consagran y renueva el universo y la humanidad. Amén».
Tras la consagración, un pequeño coro cantó el Salve Regina y el «Ave María» de Fátima y después de retirarse el cardenal y de un breve descanso el rector del santuario pasó a presidir la Misa de la Anunciación en la basílica.