El emir Mirat había jurado a Alá que jamás se rendiría a ningún hombre. Cuando Carlomagno le derrotó, en la región donde hoy se alza el santuario, le ofreció la posibilidad de ser fiel a su palabra rindiéndose a Nuestra Señora de Le Puy. Ésta es la historia de la peculiar relación entre esa advocación de la Virgen Santísima y la región de Lourdes.