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Triste y lejos de Dios, con el rosario, una sanación de la Virgen y una confesión en Medjugorje su vida cambió

Lourdes Pérez, de Sevilla, ha contado cómo se educó en una familia sin práctica religiosa y vivió en una tristeza mundana y sin Dios. El Camino de Santiago, el rezo del rosario y una curación asombrosa por intercesión de la Virgen cambiarían su vida y la sacarían de la tristeza. Lo ha explicado en «Cambio de Agujas«, el programa de testimonios de HM Televisión.

Una familia que ni rezaba ni iba a misa

Se formó en «una familia sencilla, trabajadora». La familia no iba a misa ni a ella le enseñaron a rezar en casa. Recibió el bautizo y celebró la Primera Comunión, pero en casa no hubo más relación con la fe.

De niña fue a un colegio religioso donde le enseñaron el Padrenuestro y el Avemaría. Por esa influencia del colegio, de niña adquirió el hábito de rezar el Padrenuestro en casa al acostarse. «Y siempre le pedía al Señor que yo quería ser feliz, siempre. Y pedía también por un abuelo difunto que yo quería muchísimo. Pedía esas dos cosas», recuerda.

Adolescencia, alternar fiesta y tristeza profunda

En la adolescencia, pasó a una escuela secundaria que no tenía nada religioso, y ella se volcó en salir con las amistades, llegar tarde a casa, incluso pasar toda la noche fuera y llegar solo de madrugada. Su padre le preguntó, con calma: «¿Te pasa algo, tienes problemas?» Notó que era una llamada de atención.

empezó a combinar periodos de depresión con abundancia de salidas y fiesta. «Era una tristeza muy profunda. Mi madre me llevó al psicólogo y no me sirvió. El segundo psicólogo la solución que me daba era ir al teatro, a distraer mi mente. Yo sentía que eso no era la solución«.

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Llorando en el banco de la iglesia

Lourdes no tenía vida de fe. Pero cuando estaba muy triste, daba largos paseos. Y se acostumbró a acabar los paseos en una parroquia que estaba abierta. «Me sentaba en un banco de la iglesia y allí me desahogaba, venga a llorar, y salía nueva». Hoy entiende que quien le consolaba y le sanaba era Dios, pero entonces no lo sabía, porque no sabía casi nada de Dios.

Ella seguía con su vida de fiesta, alcohol y trasnochar. Pensaba que la felicidad llegaría con un buen trabajo y independencia económica. No pensaba en casarse, «yo no quería tener un compromiso». Estuvo viviendo 5 años con un chico, hasta que cortaron. Llegó a tener dinero, coche, casa… Pero eso no le evitaba caer en sus crisis de tristeza.

Una promesa en el Camino de Santiago… y a rezar

Lourdes fue a hacer el Camino de Santiago. Un amigo suyo había perdido un objeto valioso para él y ella sintió el impulso de hablar con Dios. «Mira, Dios, si mi amigo encuentra este objeto, yo te rezaré el rosario, aunque sea un par de veces por semana», le dijo.

El objeto perdido apareció, así que Lourdes sintió que tenía que cumplir su promesa. Orar con el Rosario entró así en su vida. «Yo no sabía rezarlo, en realidad, lo rezaba con el Padrenuestro, no con los misterios del rosario«.

«Perdí dos litros de sangre»… un operación muy peligrosa

Cuando llevaba un año rezando así, vivió un momento especialmente duro. Había perdido un trabajo importante para ella, había perdido su relación de pareja y sufrió mucho en una operación médica que salió mal.

«Perdí dos litros de sangre, me tuvieron que hacer una transfusión. Y no bastaba. Había que entrar en quirófano otra vez. Mis padres estaban muy nerviosos, les habían dicho que yo podía perder la vida». Incluso le hablaron de que en la nueva operación casi seguro tendrían que quitarle el útero, cosa que a la madre de Lourdes le entristecía mucho porque quería nietos.

Lourdes se había traído el rosario al hospital. «Mi madre, al verme el Rosario en la mano, me dijo: ‘pero, hija, ¿tu sabes rezarlo?’; ‘pues, no’. Y mi hermana entró en Internet con el móvil, encontró un croquis y ese fue mi primer rosario bien rezado, como Dios manda«, recuerda.

La operación salió muy bien, no hizo falta extirpar el útero «y de hecho ahora tengo dos hijos», explica muy alegre. «Soy madre, fue un milagro de la Virgen y estoy en deuda».

Ahora quería saber sobre la Virgen

Ella siguió viviendo en clave mundana y de pecado un tiempo. Pero algo había empezado a cambiar. Ahora quería saber cosas de la Virgen. Leía algún libro sobre ella. «Mi actual marido me llevó a visitar Lourdes, a visitar al año siguiente Garabandal. Fue un proceso. Pero lo que me marcó fue el santuario de Medjugorje, en Bosnia. ¡Hasta allí tuvo que llevarme el Señor, imagínate!»

Durante un tiempo antes de Medjugorje, buscando más sobre lo espiritual, un conocido le introdujo en «el lado oscuro espiritual, lo oculto, el esoterismo». «Yo antes desconocía el mundo espiritual, pensé que sólo existía lo visible. Conocí el reiki, me echaban las cartas… todas esas técnicas, que detrás está el demonio. Entré ahí pensando que podía ser feliz. Y en medio de ese cacao la Virgen me llevó a Medjugoje. Antes de Medjugorje íbamos a misa sin comulgar, porque vivíamos en pecado, pero escuchábamos con atención en misa. Y un cura había dicho: ‘cuidado con el reiki’. Pero yo defendía el reiki, lo defendía ante otros peregrinos a Medjugorje».

En esas técnicas ella buscaba una paz efímera, puntual, y los problemas seguían, y hasta venían otros, más gordos.

Confesión y cambio vital en Medjugorje

«Medjugorje es un centro espiritual impresionante, grandísimo, allí la presencia de Dios se palpa. Yo fui con mi mochila bien cargada de pecado. Yo, y mi actual marido, porque entonces vivíamos en pareja. Allí fue mi primera confesión. Rompí a llorar delante del sacerdote. Le conté mis remordimientos, lo que había hecho. Ahí empezó el cambio, porque mi marido me pidió matrimonio allí, en el Monte de las Apariciones de la Virgen».

«En Medjugorje hice ayuno, lo que la Virgen pedía, y yo pedí luz a la Virgen… y así fue saliendo de esas cosas [esotéricas], con sutileza, poco a poco».

Tras Medjugorje entendió que tenía que rezar el rosario con el corazón, leer la Biblia, practicar la confesión frecuente… «y eso ya me lo tomé en serio. Yo no puedo bajar la guardia».


Hoy Lourdes dice: «siempre estaré en deuda, que me faltan días para dar gracias por el bien que me han regalado, Dios y mi madre María«.

A quien tenga inquietudes: «que hable con un sacerdote»

A las personas que buscan «les aconsejaría que se acerquen a una parroquia, que se confiesen, que hablen con un sacerdote, le cuenten sus problemas, e inquietudes, aunque piensen que ‘soy buena persona, no hago daño a nadie’.

A los jóvenes les anima a formarse, ayudándose de sacerdotes, catequistas y consagrados. «El verdadero sentido de la vida no es dejarnos llevar por el mundo: no seamos borregos. La vida no es hacer lo que te da la gana, sino nuestro deber. Que no tengan miedo, con Dios en el centro no hay que tener miedo del qué pasará, Él nunca me ha defraudado».

Y concluye: «He encontrado la felicidad y se llama Dios».

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