El «Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María», de San Luis María Grignion de Montfort es una de sus obras cumbres, escrito ya en sus últimos años, quizá hacia 1712. Durante muchos años fue prácticamente olvidado, hasta que en 1842 fue redescubierto y publicado en 1843. Desde entonces es un clásico de la devoción y reflexión mariana.
Juan Pablo II la comentó diciendo que releída a la luz del Concilio Vaticano II, la doctrina monfortina conserva «su sustancial validez».
«Como es sabido, en mi escudo episcopal (…), el lema Totus tuus está inspirado en la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort», repetía Juan Pablo II. «Estas dos palabras expresan la pertenencia total a Jesús por medio de María».
Para San Luis María, la verdadera devoción mariana es cristocéntrica y se convierte en un medio privilegiado «para encontrar a Jesucristo perfectamente, para amarlo tiernamente y servirlo fielmente» (Tratado, 62).
En este sentido, María se convierte en el eco fiel de Dios: «Cada vez que tú honras a María, María contigo alaba y honra a Dios», «si tú dices María, ella repite Dios», recoge el Papa en unos fragmentos que propone para «alimentar nuestra confianza en la mediación maternal de la Madre del Señor».
En el Tratado «María aparece como el verdadero paraíso terrestre del Nuevo Adán, la tierra virgen e inmaculada de la que Él ha sido plasmado». «Ella es también la Nueva Eva, asociada al Nuevo Adán en la obediencia que repara la desobediencia original del hombre y de la mujer. Por medio de esta obediencia, el Hijo de Dios entra en el mundo. La misma Cruz está ya misteriosamente presente en el instante de la Encarnación», continúa.
San Luis María explica además los «efectos maravillosos» de la perfecta devoción mariana que conduce a una fe pura y contemplativa que, renunciando a las cosas sensibles o extraordinarias, penetra en las misteriosas profundidades de Cristo.