Sri Lanka es un país donde el 70% de su población es budista, un 13% es hindú, casi un 10% musulmán y donde los cristianos, gran parte católicos, son una minoría de algo más del 7%. Pese a ello, el Estado de esta isla del Pacífico cercana a India ha declarado el Santuario mariano de Nuestra Señora de Madhu oficialmente como un lugar sagrado.
Este lugar en el que se venera a la Virgen María además de ser un gran centro de peregrinación es un símbolo de unidad y paz entre tamiles y cingaleses, después de la sangrienta guerra civil que ha asolado la isla durante más de un cuarto de siglo. Pero también es respetado y querido por muchos budistas, hindúes y miembros de otras religiones.
Isla evangelizada en el siglo XVI
La historia de la devoción mariana se remonta al siglo XVI, prácticamente con la llegada de los primeros misioneros. El cristianismo llegó a Sri Lanka gracias a los pescadores indios, convertidos en 1544 por la evangelización de San Francisco Javier. El mismo santo español envió a la isla a un sacerdote, que tuvo un gran éxito evangelizador.
En 1583 había en la isla más de 43.000 cristianos y 26 iglesias. Una de ellas estaba en Mantai, donde estaba la talla original de Nuestra Señora de Madhu, que en aquel tiempo se llamaba Nuestra Señora de la Salud.
Con la conquista de los holandeses y su persecución a los católicos los fieles de Mantai decidieron esconder a la Virgen en un lugar seguro. Con 20 familias católicas y otros 700 católicos provenientes de otra zona fundaron el lugar en el que actualmente está el santuario, en Madhu.
Un lugar sagrado en un país budista
Ahora el presidente del país, Maithripala Sirisena, ha querido tener un gesto con este santuario mariano cuyo actual templo fue consagrado durante la II Guerra Mundial. Ha reconocido así como lugar sagrado el que es un símbolo de reconciliación después de la guerra civil.
Miles de personas se refugiaron en este lugar durante la guerra, que además sufrió numerosos ataques. Otros durante muchos años no pudieron visitarlo durante el conflicto. Es el caso de la familia Rodrigo, que ha peregrinado al santuario de Nuestra Señora de Madhu para rezar por esta paz y reconciliación.
Durante la guerra, los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (LTTE) colocaron numerosas minas terrestres en toda la zona que rodeaba el templo dedicado a la Virgen. Y todo ello a pesar de la lucha de la Iglesia para evitar que el santuario fuera militarizado por alguno de los bandos.
«Todos corrimos a nuestra Madre María»
En 1999 el santuario fue dañado por los bombardeos y 40 personas murieron. En 2008 una mina explotó junto a la iglesia dejando 20 personas fallecidas.
Los Rodrigo no pudieron acudir al santuario aquellos años y junto a otros muchos católicos celebraron la gran fiesta mariana en las iglesias parroquiales.
Marya Jeyartnam, una mujer tamil que fue herida por un proyectil durante la guerra, cuenta a UCA News que en aquel momento huyó al santuario junto a otros 3.000 civiles más. “Cuando nos convertimos en refugiados junto con nuestros hijos, todos corrimos a nuestra Madre María para contarle nuestras dificultades”, cuenta esta mujer de 62 años.
«Rezamos hasta la media noche»
“Todos nos congregamos en la estatua milagrosa y rezamos hasta la media noche”, recuerda.
Por su parte, el vicario general de la diócesis de Mannar, el padre Víctor Soosay, explica que budistas, hindúes, musulmanes y otros cristianos han acudido al santuario mariano a presentar sus respetos y a felicitarles por el papel que ha desempeñado en todos estos años.