Este martes 28 de abril la Iglesia celebra la fiesta de san Luis María Grignion de Montfort, el “esclavo de María” y uno de los santos más queridos por San Juan Pablo II en vida, ahora que se cumple el centenario del nacimiento de este Papa. Precisamente, el conocido “Totus tuus” (Todo tuyo) que el santo polaco asumió como lema de su pontificado provenía de esta devoción mariana a la que dedicó toda su vida el fundador de la Compañía de María.
Este “Totus tuus” cobra en el momento tan extraordinario de la historia un sentido todavía más claro, pues debido a la pandemia de coronavirus son numerosas naciones las que se han encomendado a María para pedir su protección. España, Portugal, América Latina, Inglaterra y en breve Italia, Estados Unidos y Canadá ya han realizado actos de consagración a la Virgen en estas semanas.
Los padecimientos que sufrió por su amor a María
San Luis María Grignion de Monfort dedicó su vida y sufrió numerosos padecimientos para conseguir justamente esto, que cada vez más personas volvieran su mirada a María y llegasen a Jesús a través de Ella. En su Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen propuso un método de consagración a la Virgen que durante estos últimos siglos han seguido millones de fieles, entre ellos importantes santos.
Este santo afirmaba que “a quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen María”. Era tal la devoción que San Juan Pablo tenía por él que le tenía como gran referencia en relación con la Virgen y así quedó de manifiesto en su encíclica Redemptoris Mater y en la visita a su tumba durante su visita a Francia.
San Luis María nació en Montfort el 31 de enero de 1673 y desde muy niño sentía ese profundo amor a la Virgen, que tantos problemas le provocó incluso en su vida sacerdotal. Fue con 20 años cuando sintió la llamada vocacional. En el seminario de París fue bibliotecario y esto le permitió leer muchos más libros de la Virgen María aumentando así todavía más su amor a la madre de Cristo.
Sus compañeros y superiores no entendían esta devoción mariana tan arraigada de Luis por lo que fue mortificado, humillado y hasta insultado. A los 27 años fue ordenado sacerdote, y escogió como lema “ser esclavo de María”.
La animadversión contra él llevó a sus superiores a negarle que ejerciera la confesión y la predicación. Más adelante estuvo en un pueblo enseñando catequesis y después fue capellán del Hospital de Poitiers. Su naturalidad, simplicidad y sus enseñanzas marianas volvieron a provocar que fuera señalado.
De vuelta a París sufrió más calumnias e incluso el obispo le mandó callar. Con el tiempo comprendió que Satanás no podía soportar la doctrina mariana que predicaba.
Por ello, San Luis decidió consultar al Papa Clemente XI para saber si estaba equivocado en sus enseñanzas. El Pontífice le recibió, escuchó y decidió otorgarle el título de Misionero Apostólico. De esta manera realizó cientos de misiones y retiros que se caracterizaron por el rezo del Santo Rosario, procesiones y cánticos a la Virgen, animando a retornar a los sacramentos. “A Jesús por María”, era su propuesta.
Este religioso falleció el 28 de abril de 1716 con tan sólo 43 años. Fue enterrado en la Iglesia de Saint-Laurent. 43 años después, la Beata María Luisa de Jesús, la primera de las “Hijas de la Sabiduría”, murió el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar que San Luis. Luego fue enterrada al lado de Montfort.
María, Salud de los enfermos, ruega por nosotros